lunes, 18 de febrero de 2019

TENGO MIEDO A UN ALMA FRÍA.

Sus ojos esconden mucha maldad,
Y esa sonrisa oculta planes malévolos.

Mírame...
Si quieres aventura,
Pasemos de un lado al otro,
Bailando a  pasos de Vals;
Pero no mientas.
No hagas despertar,
Mis líricas que yacen en un baúl,
Para luego dejarme enamorado,
Y con mis brazos extendido,
Abrazando tu sombra.

Es mejor que me digas la verdad,
Así jugamos ajedrez
Sin artimañas...
Yo me baño en tu agua termal
Con el cuerpo desnudo...
Tu pruebas el sabor de mis labios
Sin  enamorarte.

Cuanto misterio, entre tus párpados...
Poesía en tus pupilas,
Ironía en tus miradas.
A veces me miras como si no existiera nadie más,
A veces me ignoras, no existo,
No soy nadie en tu mundo.

Mírame...
Hiéreme con la verdad,
Cúrame con palabras sinceras.
No me ponga  anestesia
Que prolonga  la zozobra.
No quiero ser el pez
Que muere por la boca,
Y con los ojos abiertos.

Tengo miedo a un alma
Que no siente frío ni calor,
Yo le escribiría mil versos de amor,
Pero ella prefiere la  melancolía.
Ha cambiado los ramos de flores,
Por la copa de vino y sidra.

Mírame...
Pero con un poco maldad,
Con deseo, yo no te culpo.
Esa sonrisa de planes malévolos,
Me dicen que te gusta,
Saborear la manzana prohibida.



Autor   
Antonio Carlos Izaguerri

INSPIRACIÓN

Llegas de madrugada, te alojas en mi mente,
te escapas de mis labios, hilas versos inacabables,
en medio de la noche te desbordas sin piedad;
por mi alma vas y me llenas de dulces emociones,
mi corazón se abre y se expande ilusionado.

No puedo vivir sin que en mí  te manifiestes…
Susurras en mis oídos palabras blancas y de colores,
me rozas suavemente como el viento del norte
 y me bañas con tu luz iridiscente, refractándote
por todos mis rincones; eres volcán y mar que baña
de fuego, sofocando mis más ignotos deseos.


Autor   
Antonio Carlos Izaguerri

martes, 8 de enero de 2019

EL BESO.


Se iluminó la estancia de una venusta gracia
cuando acerqué a tu boca la mía temblorosa,
mientras por tierra y cielo relampagueó mi audacia
cortándole a la vida su más intacta rosa.
                         
¿Qué jugo, di, qué jugo el corazón invoca
tiene como tus labios tan íntimos dulzores?
Mujer, dime: ¿Qué abejas buscaron en qué flores
las mieles trasegadas al panal de tu boca?

¡Oh, beso! con la gloria de tu emoción celeste
-comunión de alma y boca, brasa y diafanidad-
abriste en el más puro de los espasmos: Este,
a nuestro barro efímero rutas de eternidad.

Tu labio, jardín donde la fiebre es jardinera;
botón de calentura mi labio nunca ahíto,
fundiéronse en las llagas de la inmortal hoguera
para beberse juntos de un beso el infinito.



Autor   
Antonio Carlos Izaguerri

EL JARDÍN DE TUS DELICIAS.


Flores, pedazos de tu cuerpo;
me reclamo su savia.
Aprieto entre mis labios
la lacerante verga del gladiolo.
Cosería limones a tu torso,
sus durísimas puntas en mis dedos
como altos pezones de muchacha.
Ya conoce mi lengua las más suaves estrías de tu oreja
y es una caracola.
Ella sabe a tu leche adolescente,
y huele a tus muslos.
En mis muslos contengo los pétalos mojados
de las flores. Son flores pedazos de tu cuerpo.




Autor   
Antonio Carlos Izaguerri

WEST 33RD STEET


WEST 33RD STREET

La pareja perfecta es uno solo
haciéndose el amor. Ninguna chica
conoce el cuerpo mío cual yo mismo
y, por tanto, es más sabia mi destreza.

Qué suave recorrido placentero
por las zonas sensibles de mi físico.
Qué mano que no es mía ni es ajena
sino que es tacto, roce, soplo angélico.

Qué en su justo momento el adentrarme
en la medida exacta de mis límites.
Anchura o estrechez, cuanto me plazca,
consigo en el instante apetecido.

Qué variación inmensa obtengo estando
conmigo mismo, amando incluso a aquellas
que me niegan el contacto. A todas cuantas
me venga en gana entonces disfrutarlas.

La pareja perfecta es uno a solas
haciéndose el amor. En ambos sexos.
Resulta incomprensible esa obsesión
que nos lleva al amor en compañía.




Autor   
Antonio Carlos Izaguerri

LAS ROSAS PALPITABAN ENCIMA DE TUS SENOS.

Las rosas palpitaban encima de tus senos
duros. Como una flora de las blancas batistas
que tus brazos rosaban cálidamente llenos,
los encajes tentaban con carnes entrevistas

¡Qué cándida lujuria en tus bucles con lazos
rojos! ¡Oh, tus mejillas, mates como jazmines,
bajo la llama negra de los hondos ojazos
sobre la pasión cálida de las rosas carmines!

Ibas hacia la vida con todo tu tesoro
intacto… Me mandaste tus pájaros de amores…
¡y te besé, temblando, tu alegría de oro
con un miedo doliente de poner tristes tus flores!



Autor   
Antonio Carlos Izaguerri

miércoles, 19 de diciembre de 2018

DIOTIMIA A SU MUY APICADO DISCÍPULO.


"El placer es el mejor de los cumplidos."

El más encantador instante de la tarde,
tras el anaranjado visillo primorosa.
Y en la mesita el té
y un ramillete, desmayadas rosas,
y en la otomana de rayada seda,
extendida la falda, asomando mi pie
provocativo, aguardo a que tú avecines
a mi cuello, descendiendo la mirada
por el oscuro embudo de mi escote,
ahuecado a propósito. Sonrójome
y tus dedos inician meditadas cautelas
por mi falda; demoran en los profundos túneles
del plisado y recorren las rizadas estrellas
del guipur. Apresúrate, ven, recibe estos pétalos
de rosas, pétalos como muslos                        
de impolutas vestales, velados. Que mi boca
rebose en sus sedosos trozos, tersos y densos
cual labios asomados a mis dientes
exigiendo el mordisco. Amordázate,
el jadeo de tu alto puñal, y sea tu beso
heraldo de las flores. Apresúrate,
desanuda las cintas, comprueba la pendiente
durísima del prieto seno, míralo, tócalo
y en sus tiesos pináculos derrama tu saliva
mientras siento, en mis piernas, tu amenaza.




Autor   
Antonio Carlos Izaguerri

GEOGRAFÍA HUMANA.


Lúbrica polinesia de lunares
en la pulida mar de tu cadera.
Trópico del tabaco y la madera
mecido por las olas de tus mares.

En los helados círculos polares
toda tu superficie reverbera...
Bajo las luces de tu primavera,
a punto de deshielo, los glaciares.

Los salmones avanzan por tus venas
meridianos rompiendo en su locura.
Las aves vuelan desde tus colinas.

Terreno fértil, huerto de azucenas:
tan variada riqueza de hermosura
pesa sobre tus hombros, que te inclinas.




Autor   
Antonio Carlos Izaguerri

AMOR SALVAJE.


¡Qué nidada de caricias salvajes descubrí!
Guardadas en tu bosque desde el alba del mundo,
esperaban la mano que llegara a arrancarlas,
la mirada que las volcara sobre tus venas todas,
el temblor que iniciara tu espasmo y tu locura.

Vaivén en tus pupilas despertadas,
ojos que danzan al ritmo de los hombros,
larga piel en su raíz estremecida,
la ansiosa estalactita del deseo,
caracol que se incrusta en las orejas;
tus ojos súbitos, terribles. ¡Ah tus ojos!
Y locura, embeleso y más locura.

¡Pantera que se escapa, cervatilla rendida,
la sierpe envolvente de tus brazos,
abrazo de mil lianas zarpadoras,
largo césped donde los senos nacen,
ensenada candente de los muslos,
playa con la blanca tersura de tu vientre.
Y locura, ternura y más locura.

Cadencia resonante de músicas selváticas,
tambor noctambulario suena sobre tu espalda,
la flauta imperceptible del suspiro,
largos gemidos de destrozados labios,
y el grito sempiterno tan guardado,
al fin la noche rompe en agudos pedazos.
Y locura, cadencia y más locura.

Cavernas, grutas, lagos, musgos leves;
hongos colgantes, zarzas en tu boca;
frutos ignotos, zumos descubiertos;
mieses en la alborada, sed que ya se apaga;
venas que se rebelan, sangre libertada;
yegua ululante, jinete que espolea.
Y locura, locura y más locura.

¡Qué nidada de caricias salvajes descubrí!
¡Y qué voces intactas en tus prístinos fondos!
¡Y qué flores que se abren al tacto de mis manos!
Salvaje mía; ¡ámame así, envuélveme en tu bruma!
¡Y bebamos del manantial de esta locura primitiva!





Autor 
Antonio Carlos Izaguerri 

DESEO.


Sobre la tibia arena de la playa
tu amante cita con placer espero;
el sol retuesta mis desnudos hombros
y entre mi falda juguetea el viento.
                                                 
Ya con salobres aguas cristalinas
el mar de añil acarició mi cuerpo;
llevo en los labios un coral partido
y una concha prendida en los cabellos.

Las esmeraldas de mis ojos tristes
aguardan tus pupilas de bohemio,
y mis manos germinan las caricias
que brotan al contacto de tus dedos.

Ven, ya se abren cual rojos amarantos
los capullos en flor de mis deseos,
y entre mis labios trémulos se enciende
la loca llamarada de mis besos.




Autor 
Antonio Carlos Izaguerri 

miércoles, 12 de diciembre de 2018

LA CANCIÓN SOBRE UNA LÁGRIMA.

Poco a poco entre despierto y dormido,,
intento no pensar en mi deseo y mi desdicha,
sin embargo el roce de tu mano sobre mi piel cae,
cae en un duelo del que no quiero pensar,
pero mi alma te busca , mi pensamiento me consume,
¿cómo volverte a tocar?
Mi piel excitada y mi garganta nerviosa,
recuerda aquel inicio en que te sentí para mí por un segundo
Maldigo aquel momento porque lo quiero eterno.
Maldigo aquel momento porque quiero que sea una historia y no tan solo un fragmento,
Maldigo aquel momento porque desde que paso no estoy tranquilo,
Y pienso en ti tan rápido y constante como se respira,
casi recuerdo tu olor, y ni decir que puedo oler en la brisa tu cabello,
así que decido imaginarte, decido sentir tus ojos en mis ojos,
tu boca sin poder escapar de la mía,
Tu aliento trémulo porque al igual que yo maldices ese día.
Tal vez todo sea imaginación mía,
tal vez solo está en mi cabeza, mi yo y el deseo ardiente, virulento,
tal vez esta historia solo se pueda contar en mi sueños,
pero aquí estas, en mi subconsciente puedo desnudarme despacio,
aquí puedo tomar tus manos y llevarlas a mis caderas,
puedo darle rienda a esta fantasía, puedo ponerle maldad y suavidad de mi parte,
aquí no está mal que pueda tocarte,
que sienta tu respiración con un deseo agobiante,
que pueda dominarte y llevarte hasta el fondo,
que pueda seducirte y morderte hasta que te olvides tu nombre,
que seas mi público y yo tu espectáculo,
que te deje sin palabras porque solo desearas tenerme,
quiero estallar tu más sucio deseo,
quiero besarte hasta que me duelan los labios,
poder jugar despacio y con violencia contigo,
que en tus ojos de lujuria sólo yo me vea reflejado,
pero el problema es que solo en mi mente y solo aquí,
podría combinar mi pasión contigo
con un sentimiento que en la realidad no puedo decir,
sólo en esta realidad no duele tenerlo todo, el deseo, el amor y a ti.





Autor 
Antonio Carlos Izaguerri 

TÚ ME GUSTAS TOTAL, ENTERA Y TODA.

Tú me gustas total, entera y toda,
no por el fuego de tu pelo húmedo,
ni por tus senos de canela tibia,
ni el pecado del ritmo de tu cadera.
                           
Tú me gustas total, entera y toda,
no por tu boca tan intacta al beso,
ni por las llamaradas de tu carne
que se te está calcinando entre las venas.

Tú me gustas total, entera y toda,
no porque eres mía y no me perteneces,
ni porque la envidia de los demás la siento
como si se tratase de propia envidia.

Tú me gustas total, entera y toda,
no porque me la pase junto a ti
bebiéndome tu aliento, ni rumiando
los pedazos de amor que tú me tiras.

Tú me gustas total, entera y toda,
por ese olor a carne que tú tienes;
olor de carne de mujer que es tuyo,
porque nadie más huele así en la tierra.

Tú me gustas total entera y toda,
porque ese olor es tuyo y lo encontré para mí.




Autor   
Antonio Carlos Izaguerri

MI MUJER.


Tus caderas son mi camino
Me guía a mi más grande placer
Tu sonrisa me divierte, me da la pausa
A continuar con el recorrido de la alucinación...
Tus palabras me alientan, me excitan
Son órdenes que debo acatar
Tu sabor me inyecta las fuerzas para continuar...
Tus suaves movimientos me intranquilizan
Me envuelven en un gran abanico de ideas prohibidas
Y tu sensibilidad me incita a transgredir lo establecido...
Eres toda mía, eres toda mi vida, eres el aire que necesito para vivir...




Autor   
Antonio Carlos Izaguerri

VERSOS PARA UNA MUJER DE ROPA INTERIOR NEGRA CON ENCAJES.

Una figura de tez clara como de mármol,
imponente y segura se viene hacia mí.
Su contoneo se abre paso en la habitación
y yo quiero paso franco en su ser de avena.
Hacerme cargo de su satisfacción,
retirar con hidalguía su ropa interior negra
hecha de encajes que tratan de contener
la abundancia de su voluptuosidad.

Se me hace agua la boca y la cabeza
obsesionada me exige poseerla.
La deseo porque es voluptuosa.
Entre sus tetas, el valle de Pandora
contiene todos sus misterios de mujer
hábil, tierna, despiadada y formidable.

Ella anhela que la navegue peca por peca,
aferrado a su pelo corto
en una travesía de embates repetidos
como de música para bailar horizontal.
Mi cincel impúdico esculpe
los arpegios de un orgasmo efervescente
que nos impregna a los dos de una estela
olorosa, brillante, lúbrica, caliente.

Mi amiga sabe manejar el manjar corporal,
se incorpora en sus tacones puntiagudos,
altos, negros, peligrosos.
Le pedí que no se los quitara mientras hacíamos el amor.
Sus manos tejedoras, su traviesa boca
interpretan delicias en mi flauta
dispuesta por su melodía
y mezclan con avidez la estela y las notas...

Me dejo conducir por la mujer, mi amiga,
que yo llamo obra de avena y vainilla.
La forma delirante cómo se maneja
en los placeres y su forma de ser,
es lo que me hace dedicarle éstos versos.



Autor
Antonio Carlos Izaguerri

LA OPORTUNIDAD DE TENERTE.


Quiero cabalgar tu cuerpo
y fundirme en tu silueta.
Recorrerlo a paso lento
que solo tu alma me sienta.

Aspirar el rico aroma de tu piel estremecida
por una tierna caricia de mi mano bendecida.

Navegar hasta tu vientre por los fluidos carnales,
que como aguas termales
esperan con ansias locas
a que sean atrapados... por un beso de mi boca.

Arrancándote un quejido, un suspiro, un aliento
y suavemente al oído...
decirte cuanto te quiero.




Autor   
Antonio Carlos Izaguerri

LA PRIMERA VEZ.


En una orilla de juncos
le dije que la quería
desde la flor de la fe

y tiritaron los mundos
de todas esas esquinas
del alma de una mujer.

Su cuerpo era de cristales
y el mes de agosto surgía
alrededor del ciprés.

Por las laderas de pinos
con hojas verdes y finas
la sombra vino a crecer.

Salió la luna a alumbrarnos
la oímos tras las colinas
escalando para caer

como un aliento de plata
sobre la paz de la ardilla
mostrando su desnudez.

Ella guardaba en su boca
silencios de celo, chispas
y el fuego de Lucifer.

Ella enjaulaba en su boca
gemidos de alma adictiva
y un beso para morder

con su saliva caliente
los labios rojos de arriba
y los de abajo también

mientras olía el entorno
húmedo con esas briznas
azules del anochecer.

Ella escondía en su falda
dos muslos en celosía
vehementes de placer

y en mi cabeza fraguaban
brasas de la adrenalina
del cálido acontecer.

En sus dos ojos los galgos
hambrientos de amor mordían
a las presas de mi piel.

Mis manos creaban lentas
corrientes de seda fina
por sus mejillas de miel.

Ella en mi helénico torso
suspiros de Gea perdía
desde sus ojos sin ley

sobre la cumbre de Venus
llena de noche adictiva
sin gobernanta ni juez.

Yo desvestía pecados
frutales de su camisa
y ella robó mi adultez

con manos de vergonzosa
tan suaves como abrasivas
y maduras de niñez.

Yo buscaba en su mirada
el sexo entre las costillas
coloradas de su tez

mientras besaba su cuello
en esa preciosa orilla
de nuestra primera vez.


Autor   
Antonio Carlos Izaguerri

ERÓTICA Y SILENCIADA.


Olor de Venecia y pubis
humificando la estancia
viste al girasol gigante
que asoma por la ventana
mientras los cristales siembran
rumores de la calzada,
que el mundo se ofrece vivo
como el bosque a las mañanas,
lo mismo que yo me ofrezco
enloquecido de magia
a contemplarla sinuosa
como sirena varada
en el corazón de todas
y cada una de las playas
mientras duerme silenciosa,
tendida sobre la cama,
como una duna de arena
bajo quietas olas blancas.
                                
Yo a ella la miro despierto
de afrodisíacos y arpas,
mil avisperos describen
pasiones abiertas y altas,
mi vientre se excita raudo
de erótica y silenciada
yedra del escalofrío
por su piel desparramada
y en mi entrepierna, la fiebre,
bebe un éxtasis de salvias
por la canela en dos muslos
de sus piernas destrenzadas.
Minerva en sus labios cierra
gemidos de madrugada
que resuenan en mi mente
en redobles de campanas
y en triple sangre de mayo
sus uñas apasionadas
abrieron melocotones
bajo la piel de mis cachas.

Yo a ella la miro despierto
conclusa de una algazara,
espesura en los corales
del cabello en su piel blanca,
lazos tibios en el hombro
susurrándole a la almohada,
color de aceite y Egipto
sobrevolando su espalda,
cuatro silencios calientes
en las rutas de sus nalgas,
y una aureola en su torso
de hoguera recién quemada.

Duerme mi chica en el lecho,
como un pétalo en el agua,
con medio cuerpo desnudo
y una noche, en sus pestañas
de enfurecidos volcanes
y luces de luna en llamas.
Sangre de pantera gruñe
bajo las tumbas heladas.
Duerme mi chica en el lecho
con trenzas enmarañadas
recogiendo en su regazo,
de sombras y de terrazas,
dos pechos entre los brazos
o densísimas manzanas,
dos manantiales sin pozo
o desiertos llenos de agua.

Hay dos copas en la mesa
su ropa en toda la casa,
la sombra de ojos reviste
sus mejillas reposadas,
tiene océanos sin olas
dibujándole la cara,
corrientes de la marisma
en sus tetas excitadas
y alrededor del tobillo
un pequeñísimo tanga
con una gota de semen
y dos burbujas de cava.




Autor   
Antonio Carlos Izaguerri

martes, 11 de diciembre de 2018

AMANTE, SIEMPRE AMANTE.


Era tarde en la noche, descansaba en su cama, en su piel desnuda sólo se veía una luz tenue de la luna, que entrometida se asomaba por entre la cortina, un suave viento pasó por fuera dejando el vuelo de ésta marcado en la pared.

Sus ojos cerrados en un descanso total, sus manos abiertas contra la cama como si acariciara algo ... o a alguien.
           
Sus piernas se entreabrían como si su ser solitario se estuviera amando a sí misma, como si estuviera con ese ser que ella anhelaba ver llegar desde la noche anterior pero que no llegaba ni en la noche ... menos en la mañana.

Sin notarlo siquiera una mano paso por sus pantorrillas, subió suave y tiernamente conquistando cada poro de su piel, sintió como sus sentidos despertaban poco a poco, abrió sus ojos y vio allí cerca, muy cerca, suyo a ese hombre que esperaba, rió con un amor entrañable y su deseo salió a borbotones de sus ojos ...

Desnudó sus sentidos, dejó que su amado la tocara como esa guitarra que sonaba suave en algunas noches de nostalgia, se dejó de él, conquistaba y tomaba cada centímetro de su cuerpo como el mar cuando entra en la playa y se sumió en un éxtasis total cuando él la poseyó toda, la locura los dominó y emanó de ambos tanto placer como podían, se entregaban cada minuto que la noche se consumía y los besos eran marcas de deseo que culminaban en un te amo suave y enamorado.

Las estrellas volaron al saber que en ese cuarto se perdían las voluntades, las culpas, el pudor y dejaron su calor en la piel, en los labios, los deseos y su noche , única y absoluta al ser una espléndida unión de amantes en deseo.

La luz de la mañana los descubrió desnudos, unidos los cuerpos y las mentes volando por sus mundos propios, las manos unidas como los sentidos y su cama como testigo silencioso de la complacencia de sus ansias mutuas.

"Seré tuyo mi amor, siempre y por siempre ante la luz o la oscuridad, ante la realidad o la poesía, ante la realidad o los sueños , amante, siempre amante"



Autor   
Antonio Carlos Izaguerri

VIENTO.

Si sientes en tu oído un suspirar,
si tu tersa piel siente suave acariciar,
si tu frente ardiente sientes refrescar,
si tu dulce aliento sientes entrecortar.

No pienses que quizá sea el viento, no,
no quieras a tu mente atribuirlo,
tampoco es la lluvia pasajera, no,
y no puedes siquiera dejar de sentirlo.

Es mi voz que tu nombre fuerte enuncia,
es mi piel que de acariciarte no se sacia,
son mis lágrimas brotando por tu gracia,
son mis besos que viajan en la distancia,

Es mi barco que en tu arena encalla,
es mi espíritu que sin ti, no se halla,
es todo mi ser que al tuyo se entalla,
es mi alma que mi amor por ti, calla.



Autor   
Antonio Carlos Izaguerri