Escribo porque las letras
son lava de mis adentros.
Escribo por ser poeta.
Escribo porque lo siento.
No escribo porque me lean,
ni escribo por ser atento.
Sé que a muchos no interesa
lo que piense o lo que cuento.
Escribo para mí mismo
y por sentirme ligero.
Escribo para estar vivo.
Escribo mis pensamientos.
Por ser notable no escribo,
ni gasto fuerzas ni aliento,
el mundo no guarda sitio
para poetas ingenuos.
Escribo por las mañanas,
paso la noche escribiendo.
Escribo para aprender
secretos del sentimiento.
No escribo porque el extraño
pretenda verme contento,
lo hago porque mis ansias
corre por vena en veneno.
En mis poemas escribo
sin dirección ni secreto
porque mis letras dibujan
horizonte en movimiento,
parecen olas del mar
sobre las rocas rompiendo,
parecen las carcajadas
lanzadas al firmamento.
Escribo para que entiendan
que no todo son tormentos,
que existe vida en la rima,
que hay amor en el recuento.
Escribo para acercar
el mundo de los afectos
que aparecen en doloras,
en romances o en sonetos.
Escribo para que olviden
el temor a los misterios
que te llevan a viajar
de la mano de mis versos.
No escribo para doler,
ni escribo en desasosiego,
escribo para poder
abrir ventanas al cielo.
Mi mano lleva en alforjas
el agua para el sediento,
la luz para el taciturno
y para el pobre el anhelo.
También ofrezco ilusión
a quien no tiene deseos
y al enamorado amor
en simulado pañuelo.
Para ti que estás lejano
de los líricos momentos,
¿por qué no dejas llevarte
de mi mano a su encuentro?
¿por qué no peregrinar
allende de tu aislamiento,
a la creación de nubes
con forma de sentimientos?
Descubrirás sensaciones
profundas en el silencio,
caminarás por lugares
enfrentado al desaliento,
abrirás tu corazón
a la calidez del viento,
sentirás cuando me leas
lo mismo que ahora siento.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.