miércoles, 20 de mayo de 2020

EL ÁRBOL DE LOS AMIGOS.

Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices
por la simple casualidad de haberse cruzado en nuestro camino.
Algunas recorren el camino a nuestro lado, viendo muchas lunas pasar,
mas otras apenas vemos entre un paso y otro.
A todas las llamamos amigos y hay muchas clases de ellos.
                               
Tal vez cada hoja de un árbol caracteriza uno de nuestros amigos.
El primero que nace del brote es nuestro amigo papá y nuestra amiga mamá,
que nos muestra lo que es la vida.
Después vienen los amigos hermanos,
con quienes dividimos nuestro espacio para que puedan florecer como nosotros.
Pasamos a conocer a toda la familia de hojas a quienes respetamos y deseamos el bien.

Mas el destino nos presenta a otros amigos,
los cuales no sabíamos que irían a cruzarse en nuestro camino.
A muchos de ellos los denominamos amigos del alma, de corazón.
Son sinceros, son verdaderos.
Saben cuando no estamos bien, saben lo que nos hace feliz.

Y a veces uno de esos amigos del alma estalla en nuestro corazón
y entonces es llamado un amigo enamorado.
Ese da brillo a nuestros ojos, música a nuestros labios, saltos a nuestros pies.
Mas también hay de aquellos amigos por un tiempo,
tal vez unas vacaciones o unos días o unas horas.
Ellos acostumbran a colocar muchas sonrisas en nuestro rostro,
durante el tiempo que estamos cerca.

Hablando de cerca, no podemos olvidar a amigos distantes,
aquellos que están en la punta de las ramas
y que cuando el viento sopla siempre aparecen entre una hoja y otra.
El tiempo pasa, el verano se va, el otoño se aproxima y perdemos algunas de nuestras hojas,
algunas nacen en otro verano y otras permanecen por muchas estaciones.
Pero lo que nos deja más felices es que las que cayeron continúan cerca,
alimentando nuestra raíz con alegría.
Son recuerdos de momentos maravillosos de cuando se cruzaron en nuestro camino.

Te deseo, hoja de mi árbol, paz, amor, salud, suerte y prosperidad.
Simplemente porque cada persona que pasa en nuestra vida es única.
Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros.

Habrá los que se llevarán mucho,
pero no habrán de los que no nos dejarán nada.
Esta es la mayor responsabilidad de nuestra vida
y la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

QUÉ BELLOS LOS DÍAS.


¡Qué bellos los días
que pasan de largo,
las tardes de otoño
con luces y claros!
y así corre el tiempo
deprisa y despacio,
dejando en nosotros
ternura y encanto,
las olas susurran,
relatos de barcos
que en tiempos surcaban
los mares lejanos,
también de marinos
que andaban pescando,
por aguas profundas,
algunos cabrachos.

Y todo este tiempo
es breve y pausado,
cortinas de humo
envueltas de harapos,
así se nos muestran
los viejos castaños,
cortezas tatuadas
entradas en años,
altivas iglesias
de muros y andamios
con torres heridas
por vientos y rayos,
hay gentes sombrías
de rostros huraños,
hay niños que juegan
y pasan el rato.

¡Qué bello es el día
y el verso callado,
que rasga el silencio
y tiembla en los labios!



Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

AMOR DE UNO.

No sé si existen reglas programadas
a seguir cuando se ama con pasión,
es por ello que no entiendo casi nada
porque ciego de amor estoy por vos!

Pretendo que me quieras cual te quiero,
de tus caricias toda su inmensidad,
necesito tus miradas y tus besos
tu palabra, tu cuerpo y tanto más.
                          
Lo cierto es que estoy enamorado
y no puedo proyectar mi corazón,
para dar sin recibir lo tan deseado
tu cariño, tus mimos y tu amor!

Es así la realidad de éste destino
no se puede obligar al corazón,
sé feliz … yo me aparto del camino
que pensaba,  caminábamos los dos!





Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

LA FELICIDAD QUE NECESITAS.


Ves esa montaña de allá lejos,
Donde canta el sinsonte en su nido,
Allí donde las nubes te saludan
Y el frío y la lluvia te visitan.

Es allí donde está la felicidad que necesitas,
De la que me hablaste al llegar al mar,
Hace como tres o cuatro días.

La felicidad que desea tu alma,
La que añoras en épocas de invierno,
Cuando falta ella y su ausencia te recuerda,
Sus labios, sus cabellos, su risa
Y el color adorable de sus pupilas.

Si piensas en buscarla, solo debes darte prisa,
Pues con el pasar del tiempo, el camino se te pierde
Y no sabes que trillo te llevara, a la llanura de flores,
Donde vive la mujer que te enseñara una nueva vida.

La que llenará tu alma de amor,
Y de todas las caricias que pidas,
Haciendo que la soledad no te vea,
Y que en tu corazón siempre abunden
Rosas y mañanas bonitas.

Aprieta el paso, no te detengas por la brisa,
Que al amanecer llegaras a sus predios,
Y podrás ver al sinsonte alimentando a sus crías,
Y un poco más adelante a esa hermosa mujer,
Por la cual tu corazón ya palpita.





Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

ERES TÚ EL AMOR.


Llegaste de muy allá, no sé de qué lugar
Solo sé, que al verte me puse a temblar,
Sentimientos extraños que no puedo explicar,
No te toque, pero sentí mi cuerpo estallar.

Como tenue pensamiento, viniste hacia mí.
Estabas ahí, temblorosa en tus ojos me vi
Perdida quedé, al sentir de tus labios el frenesí
Sin control de mis actos, a todo te dije que sí.

Disfrute del amor en tus manos amorosas,
Solo testigos fueron, las estrellas silenciosas,
Nos amamos sin tapujos ni normas,
Solo poseídos por el olor de nuestros aromas.

Déjame ser siempre tu condena fatal,
A mi lado disfrutaras la ternura de besar,
Siempre veras en mis ojos aquel fuego voraz,
Y de la poesía seremos su etéreo soñar.





Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

OH LEJANA COMPAÑERA.


A mi amiga Shara. 



Evaporadas las horas danzan
en pos de la mañana;
taciturna mi esperanza
se cansa de esperarte.
Oh, Lejana compañera,
amada y delirante obsesión
enfrascada en mis días moribundos …
Sedienta de la nada,
enamorado del cosmos te busco
más allá de la soledad de las horas.
Más allá de la sedienta palabra
que al aire evoco, con delirante tristeza,
Yo te añoro largamente … ínfimamente …
Oh, lejana compañera
si tan sólo detener pudiese
el breve espacio de mi tiempo,
pues mi lejana soledad te amará;
a mis decires y a mi anhelo
de encontrarte en el viento …
El desvelo de alcanzarte es más fuerte
que la pasajera lluvia de ilusiones
que mana en mi puerto.
Oh, Amada compañera,
juntos andaremos en los mares de tu tiempo
en la fresca fragancia del viento,
la incansable nostalgia de este puerto
ha logrado empobrecer mi alma,
y en mi culto a tu anhelo vago:
entre la lírica escultura de tu muda presencia
serena … callada … escondida …
Sólo tú puedes comprenderme.
Sólo tú, embriagada en mis horas
y mi anhelante delirio de alcanzarte
¿Dónde estás? ¿Dónde te alcanzo?
¿Por qué camino he de hallarte?
-Regálame tu infraganti sonrisa,
yo inmóvil ante ti, he de posarme.
Oh lejana compañera,
juntos andaremos y navegaremos,
y la tristeza no será de mí presa.
Solamente la inmensidad,
únicamente la brevedad del tiempo,
nada más ha de interponerse
entre la tibia luz que nos unirá en el tiempo.





Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

¿EN DÓNDE ESTÁ LA POESÍA?


La poesía se halla en ti, mujer, en toda tú;
en tu cuerpo vestido
con prendas ajustadas,
ornato solamente,
pues la imaginación
unida a la libídine,
mediante rayos X
en los ojos,
trasciende más allá de tu silueta
y tus obvias formas curvilíneas, voluptuosas;
la imaginación cargada de lascivia
penetra y deja ver incluso
tu grácil esqueleto,
bella estructura ósea.

La poesía se halla bien
en tu cuerpo vital semidesnudo,
invitación a la fiesta del placer
ꟷentre dos solamenteꟷ,
preámbulo de amor,
exordio de la cópula;
momento en que brota la tersa poesía
de tus pequeñas manos delicadas
dadoras de caricias
y surge la poesía lúbrica e ígnea
de tu boca
ꟷestímulo y deleite
con su sabor a mentaꟷ,
el beso imprescindible,
el íntimo beso francés.

Pero es en tu cuerpo
totalmente desnudo,
donde con mayor énfasis
encuentro yo la lírica,
pues en el coito,
libertad de piel a piel,
radica la suprema belleza.

Aparece entonces
la poesía más erótica:

En tus péndulos senos,
montada sobre mí, encima de mi falo,
a horcajadas,
inclinando tu pecho
para dar a mi boca
tus pezones eréctiles,
que se ponen más duros
en respuesta a mi ansiosa
y salaz lamedura
y a mi ávida y grata succión.

Ardiente es la poesía de tu vulva
por el estro enrojecida,
con sus labios mayores hinchados
y sus labios menores salientes
y su clítoris ufano y erecto
provocando a mi boca,
inducción a la chupada lujuriosa.
¡Ay, mujer!, tu vulva … tu vagina …
tu sexo y sus orgasmos y los míos … tan sabrosos.

Maravillosa es tu lengua rica y suavecita
recorriendo mi cálido cuerpo,
pero sobre todo mi zona pubiana,
deslizándose, desde la parte baja de mis testes,
por el tallo de mi túrgida verga
hasta llegar a su cúspide,
para regodearse en mi balano,
saboreando el transparente lubricante.
Tu boca … tu boca es otra vulva
haciendo sexo oral;
su saliva compite en lubricidad
con la lubricación de tu vagina …
En un sesenta y nueve, mujer,
reciprocamos complacencia.
Tu boca y tu vulva son lo mismo …
pero tu boca … ¡ay, mujer, tu boca!
en ella caben mis testículos henchidos.
Tu boca parece retribuir con los máximos orgasmos,
pues sumamente hermoso y placentero
es ver cómo devoras mi falo
hasta el punto de venirme en tu boca
y ver cómo disfrutas la ingestión
de mi blanca y espesa ambrosía.
Los orgasmos proporcionados por tu boca,
sin duda, son comparables pero inigualables.
Tu boca es mi locura de amor;
podría volverme un erotómano tu boca …
tu boca … tu boca … tu boca …
tu boca sumamente deliciosa.

Extensa es la poesía de tus nalgas y en tus nalgas,
sí, de tus nalgas y en tus nalgas,
pues, además de ser correcta la voz,
ahí en la intimidad,
cuando uno hace el amor
no anda con eufemismos,
poniéndole a las cosas un nombre inadecuado.
Tus nalgas, llenas y lozanas,
motivo del deseo y el antojo:
marcarlas con mordidas y palmadas
y en ellas estampar mi seminaria rúbrica.
Tus nalgas, mujer, fémina, hembra,
carnosas, abultadas,
tan hechas a propósito
para acoger los fúricos embates
previos al auge de la copulación
y los últimos impulsos eyaculatorios.
En toda tú ꟷen tu sexo, en tu carneꟷ
hay elación de la poesía;
en todos los conductos de tu cuerpo
que sirvan al deleite,
en todos tus placibles orificios…
¡Esfínteres femíneos hay de una magnífica poética!





Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

DESIERTOS, RÍOS Y MARES.


En el desierto se funden,
la soledad y la verdad,
sin espejos que mirar,
sin ejemplos que imitar.
La profunda realidad,
en la inmensidad se une,
a la cruel necesidad,
de sobrevivir sin más.

En el río de la esperanza,
bajan tranquilas las aguas,
flotan antiguos deseos,
viven sueños y añoranzas.
La corriente se los lleva,
como una frágil goleta,
que sin rumbo se desplaza.

En el mar de los amores,
la furia en las aguas salta,
la fuerza de las pasiones,
a los sentidos asaltan.
En las procelosas olas,
que el corazón arrebatan,
el batel se tambalea,
bajo sus velas hinchadas.

Las mentiras se desvelan,
como hojas que se arrancan,
del árbol de la existencia,
como una herida que sangra,
como gotas que resbalan,
sobre la verdad auténtica.
El odio y la indiferencia,
en la mentira se plasman.

Praderas de sensaciones,
para caminar por ellas,
con la emoción en los ojos
y la verdad en la tierra.
Corretear por los campos,
donde la Luna se acuesta
y esperar que salga el Sol,
para romper las tinieblas.

La voz se ha vuelto de bronce
y la mirada se espesa,
cuando se cubren los montes,
con la alfombra nívea y fresca.
Blanco manto donde alberga,
sencillas vidas secretas.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

martes, 19 de mayo de 2020

RESPLANDOR EN LA PENUMBRA.


Amanecer de la luz,
aurora de la ilusión
y en el alba la razón,
para seguir a las dos.
El abierto corazón,
que va ganando latidos,
el poderoso sentido,
que va creando el amor.

Trinando el ave reclama,
el aire que le sustenta,
mientras el humano sueña,
con ampliar sus prebendas.
La luz con el gris se mezcla
y una nebulosa negra,
en la vida sobrevuela,
como un halcón que la observa.

Atardecer de los sueños,
que van bordando la vida,
en la fragancia vertida,
de ilusiones y de anhelos.
La voz que ronca y sentida,
va desbrozando los sueños,
que entre rastrojos caminan,
verdes sueños, senda viva.

Amanecer del dolor,
que va mermando la vida,
más lo auténtico no abdica,
en su tenaz condición.
Dolor y vida caminan,
abrazados al amor.
Aurora en el corazón,
que ilumina a quien camina,
que renace en su emoción.

Piensa libre el pensador,
como es libre en el pensar,
quien en las dudas inmerso,
mira mucho más allá.
Secretos en la pasión,
de quien pensando libera,
las taras de la razón.
Es más sabio el labrador,
que quien presume de ciencia.

Amanecer en las sombras,
resplandor en la penumbra
y en la vida las auroras,
que en la oscuridad iluminan.
Que no se enquiste la hambruna,
en la oscuridad y la sombra.





Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

AMOR DE MADRUGADA.


La lucidez se apaga,
si se enfría la coherencia
Una voz inconexa,
una idea que se quiebra,
una palabra dicha
entre alfileres presa.
La sencillez se pierde,
si no es claro quien piensa.

Camino del final,
se va haciendo la senda,
unos pisan apenas,
otros hunden la tierra
y el sentir generoso,
de quien holla a conciencia.
Una estela en el mar,
de la acuífera meta.

Nace en el viento el aire,
como el junco en el río.
De la lluvia la gota,
que resbala y se cae.
Una brizna que yace,
sobre el rostro que nace,
un suspiro que brota,
como un leve sonido.

La canción se ha acercado,
paulatina y sin prisa,
acariciando el tiempo,
que comprimido mima.
La palabra que esgrime,
la verdad que cautiva
y unos ojos mirando,
que acarician la vida.

Se fue la lucidez,
la palabra sentida,
la redonda honradez,
de quien ama la vida.
Va dejando la duda
o la certeza misma
y un sendero a seguir,
con la verdad fundida.

En el seno del mundo,
donde el amor habita,
se parten las tinieblas
con dagas cristalinas.
Un susurro que aflora,
de la espesura íntima
y unos jugosos frutos,
que en la carne se agitan.

Amor de madrugada,
cuando el alba se agita,
entre sueños velando,
para que el verbo exista.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

domingo, 17 de mayo de 2020

UN AMOR ESPIRITUAL.


Amor mío:

Esta carta te la envío en fino papel de seda, y la voy a atar a la patita de una paloma mensajera. Quiero que llegue con seguridad hasta tus manos, allá en la otra orilla donde tú me aguardas. No hay día que no te abrace con mi espíritu, sin embargo no hay día que no te extrañe. Eres cual un rocío en mis pétalos tristes, porque soy cual rosa bañada por el aliento de tu alma. Eres mi razón de existir. Por ti tengo sueños, por ti voy macerando en mi corazón dulces planes de reencuentro. En las noches el roce de nuestras almas es mi tentador alimento. Me llenas toda y a pesar de la distancia no puedo negar que te tengo. Dulcísimo mío, apuro ya el elixir de esta vida, de estos breves años que me restan para ir a tu encuentro. Tú no puedes volver hacia mí, pero yo sí puedo volar hacia ti. ¿Quién podría entender un amor que trasciende hacia la eternidad? Nadie. Solamente los espirituales podrían asimilar este amor tan grande. Espérame, que el tiempo se irá como las hojas que se llevan las aguas sagradas del otoño.  Y más temprano que tarde nos veremos juntos retozando como niños en prados de sabiduría y libertad.
                          
Tu amor espiritual:



Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

UN LUGAR DONDE PENSAR.


En un lugar del recuerdo,
del que si quiero acordarme,
vive la esencial fragancia,
de los auténticos hechos.
Un lugar en la memoria,
reservada con respeto.
Una nostálgica historia,
bordada de amor y besos.

Reina en un lugar arcano,
donde transitan los sueños,
donde se bebe la esencia,
de los mejores recuerdos.
Iluminados fragmentos,
de risas, goces, deseos,
como una oscilante ola,
de ideas y sentimientos.

Gira la tozuda noria,
girando entre verso y verso
y en su continuo girar,
va repitiendo los hechos.
Los hechos que ya ocurrieron,
pero que tornan de nuevo.
Un caleidoscopio eterno,
de mil colores intensos.

En un mundo paralelo,
la realidad se hace hueco,
empujando la nostalgia,
arrebatando recuerdos,
adueñándose del sueño,
que en la fantasía es el dueño,
dando valor a la vida,
que no tiene ningún precio.

Un lugar del corazón,
que fluye como un reguero,
de apasionados anhelos,
que no quisiera olvidar,
pues perfuma mi cerebro.
Una corriente que arrastra,
verdades como luceros,
pegados al firmamento.

Hay en la mente un lugar,
donde el amor va creciendo,
donde las ideas luchan,
para entender lo que pienso.
Un lugar donde se queda,
lo que me queda de auténtico.



Autor
Antonio Carlos Izaguerri.