martes, 26 de mayo de 2020

AMOR A PRIMERA VISTA.


¿Cómo puedo no creer
en ese amor de repente,
si lo he vivido contigo,
mi gran amiga perdida?

Te conocí una mañana
buscaba algo pequeño
y te encontré a ti, mi dueña,
esperándome en la nada.

No emitiste ni un sonido,
muy despacio te acercaste,
te ceñiste a mi cintura
y yo perdí la cordura.

Como si mundo no hubiera
más allá de mis caderas,
tú te soldaste a mi cuerpo
hasta que dije: te quiero.

Todo el mundo sintió miedo,
ante tal acercamiento.
Todos, menos tú y yo,
que asumimos ese amor.

Tu fuerza me desbordaba
y por el suelo rodaba,
para acabar abrazados
y, como no, algo babados.

Nunca nadie me adoró,
como me adoraste tú.
Nunca nadie me cuidó,
como me cuidaste tú.

Tu voz cual trueno sonaba
si algo me amenazaba,
mi enorme enamorado,
mi mastín napolitano.





Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

MIS FRASES DE AMOR.


Si las estrellas pueden
brillar tan sólo por las noches
pues yo podría amarte
sin miedos y sin reproches.

Si amarte fuera un delito
y a la presión me llevarían,
pues pienso que aún estando
en la cárcel, jamás te olvidaría.

Si las rosas cayeran del cielo
como lluvia de pétalos mojados
pues así caería yo en tus brazos
para tenerte bien enamorado.

Dicen que el amor causa dolor
pero eso a mí no me da temor
pues prefiero sentir dolor
a vivir mi vida sin ilusión.

Dicen que van a inventar
el amor civilizado,
que consiste en besar
por un tubo esterilizado.  

pero ese gran invento
no tendrá buen resultado
pues para sentir de verdad
hay que besar con los labios.

Pese a que de mí puño y letra
han salido poemas de amor
ninguno de ellos han podido
expresar lo que siente mí corazón.



Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

ALMA ERRANTE ...


Yo soy cual un alma errante
que no encuentra su camino;
un cantor aunque hoy no cante
y creyente del destino.

Me gusta la buena vida,
y me conformo con nada.
La noche con sus salidas,
pese a no salir de casa.

Me apasiona la mujer
con su cuerpo contorneado
y el perfume de su piel,
cuando la tengo a mi lado.

Me encanta escribir poesías
con rimas en sus estrofas,
y plasmar mis fantasías,
mis verdades y mil cosas.

Creo que soy un bohemio
con artes de soñador,
quizá por tal no comprendo
el designio de mi Dios.

Por el cual en éste mundo
estoy transcurriendo yo,
pienso y pienso y me pregunto
sin hallar una razón.

Muchas veces siento bronca
de mi propia creación;
me duele y me desmorona
el verme así como soy.

Pero por más que quisiera
revertir tal situación,
no logro encontrar manera
de cambiar mi condición.

Quizá por eso es que escribo,
por no poder expresar,
de otra forma mis sentidos
aunque quisiera gritar.

Los afectos redimidos
en éste encierro infernal,
a mis seres más queridos
cuánto los amo en verdad !

Por ello es que vivo solo
dentro de mi soledad,
deseando el perdón de todos
por culpas que siempre están!




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

NO FUE UN VIRUS, FUE EL AMOR.


En tiempos de tribulaciones y estupor,
se hace evidente la ausencia y el temor,
la soledad nos consume, pero este dolor,
no se compara con tu ausencia, mi amor.

Le dicen pandemia, a este presente sombrío,
no sabe distinguir entre ricos y pobres,
pero tu lejanía es peor, y siento enorme frío,
es enfermizo tener tantas incertidumbres.

Vivir en cuarentena, se ha hecho costumbre,
no por el presente, sino por tu olvido,
nada positivo logro que se vislumbre,
la realidad de tu adiós me ha consumido.

Todos viven con resguardo y precaución,
se aíslan, así como tú hiciste conmigo,
puedo notar en ti esa firme intención,
y ni siquiera me dejas ser tu amigo.

No fue el virus, simplemente no lo fue,
prefiero padecerlo, antes que perderte,
solo fue tu amor, el cual ya no tendré,
no hay cura para esta mala suerte.

En tiempos de aislamiento y cuidado,
"He quedado solo, ya no estás a mi lado".




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

EL LABIO AL SONIDO ACUNA.


Se ha quedado la palabra,
prisionera en la ignorancia,
atrapada entre los gestos,
que someten a quien habla.
El labio, al sonido acuna,
dándole voz y prestancia,
mientras vive la palabra,
esperando en la garganta.

En el fondo se cocina,
se calienta y adereza
y en la potente caverna,
la voz vive su potencia.
Se van limando asperezas,
entre las sinuosas cuerdas,
de la preciosa herramienta
y son más graves o tiernas,
si el corazón las lidera.

La nota a la nota sigue,
pertinaz y acosadora,
persigue, alcanza y consigue,
dar valor a su tragedia
y todas ellas reunidas,
en armoniosa algarada,
dan melodía a sus arterias,
deleitando a quien las sigue.

Las palabras se quedaron,
presas dentro de la celda,
de la prisión de sus ganas,
de la ilusión que las crea.
Pero saltan los grilletes,
de sus sonoras muñecas.
Se ha quedado la palabra,
libre en su naturaleza.

El amor va modulando,
la voz que acude sin prisa,
a los labios asomada,
como una bella reliquia,
mientras el tono se aseda,
como una suave caricia.
Son sus matices más tiernos,
más dulces sus gestos vibran.

Palabra en el amor presa,
que en sus efluvios camina,
con la pasión de una madre
y el empuje que la impele,
hasta el cenit que desea.
Un sonido acariciante,
que va erizando la vida,
con el deseo de un amante.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

AUNQUE NO ME QUIERAS.


Aunque no me quieras,
Aunque no sientas cuando me ves en las estrellas,
Aunque solo haya conseguido que mucho me apreciaras,
Incluso me entendieras, pero no me amaras.

Aunque no me quieras,
No pasa nada, he creado para ti las más bellas poesías,
He luchado como el rey de las fieras,
Y he muerto solo con mis armas.

Aunque no me quieras,
Siempre tendrás la duda, siempre querrás,
Que tu pareja tenga algunas de mis alas,
Quizás quien sabe algún día, espero que no, las rememoraras.
                            
Aunque no me quieras,
Tú en el fondo sabes, que yo te acepte como eras,
Que conmigo siempre sonreías,
Y quizás a veces cambiabas tus prejuicios y levitabas.

Aunque no me quieras,
Mis poesías te han llegado al alma,
Sabes que he valorado tu belleza interna,
Y que he aceptado  mi suerte como un guerrero,
Porque mis alas me impiden hundirme,
Iré a otros mundos, donde renazca mi esperanza.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

ME ENCANTAN.


Me encantan los ríos, se retuercen,
se esconden, aparecen entre peñascos
y hierbajos, bajan revoltosos, luego se calman
sus aguas son cristalinas y cantarinas.

Imposible quedar sin emoción ante la naturaleza
hecha poesía, pues ves el laurel modesto,
pero es corona de todos los tiempos.

Luego la sencilla y roja amapola entre el trigo,
a veces muy sola, y las margaritas, violetas,
sencillas, discretas, pero bonitas.

Escuchar al amanecer los pájaros cantando,
esperando contemplar el atardecer rojo encendido,
evocando aquellas tardes abrazada a tu cuerpo,
viendo el rojo astro que se va quedando dormido.

Me encantan los ríos, las flores, los pájaros,
y el ocaso de rojo vestido, pero no me gusta la soledad
esa que deja la noche con su silencio, llenando todo el aposento.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

NADA MUERE, SÓLO MUDA.


No se detiene el suspiro,
cuando grita el corazón,
ni es más veraz la razón,
si es más fuerte el sonido.
La vida es un diapasón,
vibrando a distintos ritmos.
                       
No se detiene el aliento,
que fluye con la esperanza,
ni es más potente el acento,
que la vida que reclama.
El amor se queda quieto,
cuando es falsa la palabra.

No se detiene el temor,
si el miedo atenaza el alma,
ni se frena la pasión,
que empodera y arrebata.
El dolor vence a la calma,
que torna a intenso temblor.

No se detiene la voz,
cuando grita la verdad,
ni se oculta el corazón,
que a la misma vida ama.
La verdad es un ciclón,
que con su presencia acalla.

Surca la vida la pena,
como anida la alegría,
en las sinuosas sendas,
que entre las vidas transitan.
No frena la vida el tiempo,
que se aviva y se recrea.

No coartan la libertad,
las rejas ni las cadenas,
la mente viaja sin más,
en el espacio que quiera.
No se detiene la célula,
que crece en la inmensidad.

Vuela el amor en la celda,
que a los muros atraviesa,
con el filo de la espada,
de su poderosa esencia.
No vence al amor la pena,
que en ocasiones lo ensalza.

Travesías del saber
sin arañas ni fronteras,
como del amor el ser,
que con la verdad aumenta
Al vivir nada detiene,
su propia razón de ser.

Pasado y presente es,
cual piano desafinado.
El sabio tiempo lo afina,
con el vigor de su halo.
Melodías que componer,
con sus poderosas manos.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

BUSCO UNA AMANTE.

Busco una amante a tiempo completo
Y quiera escribir sus versos en mi piel
y rimen sus versos con los míos,
sus labios deseen los míos ardientemente,
hagamos poesía con el amor suyo y mío.

Busco una amante de letras sincronizadas
Y sus letras me hagan vibrar de pasión
con su poesía me haga el amor hasta enloquecer
Y mis entrañas se humedezcan y mis poros se abran
sus senos se alcen a mis labios y beber de ellos con pasión,
que toda mi piel la reclame noche y día para ser felices
que me haga decir su nombre aún dormido y despierto.
Me aprenda de memoria el olor de su piel en la mía
Y su cuerpo descubra el mío en noches de placer.
Quiero que me despierte pasiones ardientes sobre cuerpo.

Busco una amante de la prosa y el verso que rime con mi piel
y su poesía erótica nada prosaica, ni vulgar mucho menos prosaica
sin palabras soeces porque eso no va conmigo.
Quiero que su poesía me excite cuando lea sus versos eróticos
y su poesía me posea en lenguaje poético
llenos de amor ardientes y pasionales
se sienta el fuego en su poesía en mi piel
y consumirme con el fuego de sus besos
deseo que comulgue su espíritu con mi espíritu,
y su alma ardiendo de pasión y de deseo
en cada letra nos junte a los dos.

Busco un amante de la poesía que haga poesía con su  lápiz
y el mío y  fusionando su cuerpo y su alma conmigo escriba
en mi cuerpo salmos y cánticos gregorianos para ser Ángeles celestiales
y que la  piel se humedezca con danza antigua y bailemos de amor
y el sudor tenga olor a letras y poesía de los dos,
se abran las puertas del cielo para ir a la gloria los dos
cuando sea la inspiración de su poesía en la piel de mi cuerpo.
Quiero que su corazón y mi corazón se comuniquen con poesía,
Que su piel sea la sábana que me arrope todos los días
y su piel cubra la mía en invierno y en verano, siempre abrazados.

Busco una amante de la poesía y la escriba en mi piel,
tengamos orgasmos con sus letras y mis letras unidos en poesía,
que nos enredemos con pasión y amor, fuego y deseos
en cuerpos cóncavo y convexo, nos tengamos presos día y noche
sintiendo los latidos del poema en la piel y en el alma.
Busco una amante de la poesía que me dedique versos
de amor y escriba sus poemas en los dedos de mis pies,
quiero ser su prosa, verso, rima y soneto y canto de amor
de una verdadera poesía, porque yo no soy poeta y amo la poesía.
Quiero una AMANTE de la poesía
¡Para que sea mi AMANTE poeta!




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

domingo, 24 de mayo de 2020

BUSCA EN TI.

La pava de fierro silbando en el fuego,
Una galleta dulce que en el paquete sobró,
El café con su aroma en el aire hace un juego,
Se expande en mi cuerpo y en el comedor.

Un libro en la mesa, azules bolsillos,
El perro acostado fiel en su rincón,
El matinal silencio de un frío domingo,
El mejor compañero de una reflexión.

Mirar hacia afuera y sentirnos pequeños,
Pasando las horas sin motivación,
Recuerda que eres el motor de tus sueños,
Y dentro tuyo encontrarás solución.

Abre los ojos, vive conscientemente,
Enfrenta la vida, aunque cause aflicción,
Luchando el destino será diferente,
Valorarse es camino a la satisfacción.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

CUANDO ME MIRAS.


Tu mirada:

Resplandor que penetra en mi como si fuera música que alegra el alma. Como el sol de una espléndida mañana que despierta las flores, calienta los aromas y despierta los sentidos dormidos. Es así, que, tu mirada, a pesar de estar oculta: oculta por el velo de la distancia y el secreto que acompaña la ignorancia, tiene el don especial de traspasar tiempos y distancias. El mensaje subliminal que transmite una persona especial: Tú, cuando me miras, logras que mis palabras, que nacen con el temor de perderse en la ignorancia, se sientan vivas aun confinadas en la periferia de mi pequeña y humilde historia. No sé quién eres, pero el calor de tu mirada, que llega a través de ese espacio indeterminado que nadie puede ver ni medir, hace que la escarcha de mi entorno aislado y lejano, se diluya como se funde el hielo con la sal del mar que tanto amo.

Hay miradas ocultas que no pasan desapercibidas. Hay miradas como hoguera. Miradas que hablan, que callan, que gritan. Miradas furtivas como ninfas tímidas y escondidas. Miradas mudas, calmadas, aterciopeladas. Miradas inmensas como horizontes. Miradas indiferentes, de un solo polo que, aun siendo diferentes, también son importantes, respetables siquiera en ese instante que detienen su caminar dejando la sutil huella de su paso por mi espacio tan necesitado del calor humano.

Hay miradas ocultas
y, aun así, o recatadas,
alumbran como antorchas
Hay miradas como hogueras
que derriten las escarchas.
Hay miradas que hablan
tan alto como sonoras y claras.
Miradas que callan, que gritan,
furtivas, mudas y a la vez lejanas
como horizontes alcanzables.
Miradas indiferentes
y, aun así, tan elocuentes.
Miradas como brisa que acaricia.
Miradas que, al besar, su aroma
a ternura, es anhelo, la huella
en la fe de un amor posible.

Mírame,
rogó el que esperaba en penumbra…
Y, antes de proseguir su camino,
se hizo la luz, y con ella,
logró ver del ayer, aquel instante
donde el punto de partida
fue un destello azul,
resplandor que despejó las veredas
de un alma que andaba a la deriva.
Es así, que, con su plegaria, su ruego,
el sentir mudo se le transforma,
toma cuerpo en el espacio alumbrado
por la mirada y le ahuyenta el miedo,
ese dueño y señor del negro silencio.

Pero, todo esto que digo,
-ilusión de un soñador empedernido-
no tendría sentido
si no fuera porque, al soñar
me siento vivo y puedo volar
y que, al despertar en la soledad,
-esa ausente de claridad-
me aferro con mi alma a la huella:
el paso esporádico por intermitente
que me permite, muchas veces,
dar gracias a la vida, a la vida
y a cuantas miradas furtivas
cuales ninfas tímidas y escondidas
dejan en mi modesta vida su aroma.

Gracias, muchas gracias por llegar,
por detener tu tiempo en el mío,
por hacer de mi espacio vacío
un Oasis donde puedo descansar
a la sombra de tu presencia
y, en tu luz azul, calmar la sed
que deshidrata mis palabras.

Gracias, muchas gracias,
por ser, por estar,
por motivar con tu bello mirar
el fluir de mi cantar que canta
al compás de aquellas olas
las que me vienen a confirmar
que, la espuma blanca y salada
aun besan las orillas del mar
de arena rubia aterciopelada,
donde descansan las alforjas
que ayer guardaban y guardan
las rosas, rosas perfumadas
que se abren cada mañana
al sentir las perlas anaranjadas
del rocío cuando el sol las baña.

Gracias, así me llegan tus miradas,
como rayos de sol entre las ramas
filamentos como huellas doradas
que acarician mis ramas mojadas.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

NO, PERO ...


Cuando la paciencia se resiente y la calma se inquieta, no será como entrar en un túnel oscuro y sin salida, siempre quedará, como recurso ante tanto desanimo, cual rayo de luz al fondo: el agradecimiento, agradecer aquello que tanto bien nos hizo en algún momento. 

Y como lo hago amor, como agradecer si no puedo acallar el pensamiento ante tanto padecimiento, si, a donde quiera que miro, solo veo soledad, encierro, muerte, ira o violencia, desapego, intolerancia o indiferencia. Si es como estar en un mercado donde lo que me ofrecen no se parece en nada a lo que necesito. Si, cuando mis ojos lloran por esta pandemia que me encierra, mis lágrimas se pierden entre los surcos resecos de las veredas muertas y sin destino. Dime amor como lo hago, como hago para salir de este ahogo que me está asfixiando, que me está matando.

No, no amor desconocido por desfigurado. No, no amor desprevenido, asaltado y por el virus del desconcierto, escondido. Nada me es posible mientras no perciba ese rayo de luz que augure que el túnel de la demencia se termina.

No amor ausente, no me pidas calma en mi tiempo que se resiente como alambre cuando lo cruza la corriente, no me pidas que sea paciente cuando mis pies cansados sienten que ya no pueden sostenerme.

Pídeme que en el mar ahogue mis penas, que de esa forma estarás marcando, en el mapa de mi vida, la ruta para mis lágrimas que se pierden en las veredas reseca, difusas sin un destino.

Pídeme que busque, entre las olas de ese mar salado como mis penas, el camino para la esperanza de entonces. Que, si lo haces amor, me estarás dando, sobre esa ruta imaginaria: la paciencia silente con la calma suficiente cual líneas que delimitan el mapa de mi vida, la clave para encontrar de nuevo los abrazos salados de entonces, los que daban brío a mi corazón vencido hoy desolado. Hallar, amor, entre las perlas blancas cual estrellas intermitentes que brillan y desaparecen en las arenas aterciopeladas, esa esperanza que me calme con su voz modulada cuales besos sobre mis pisadas y me apacigüe el desasosiego que tiene atemorizado y escondido el agradecimiento: la gratitud por cuanto tanto bien nos hizo feliz en su momento. 

Y si al final, amor, sobre mi querido mar
me pudieras mostrar aquel bello poema
que me recuerde de cuanto quedó atrás,
mis madrugadas ya no estarán tan solas
ni tan a oscuras mis húmedas mañanas.
Y puede que, cada ola de espuma blanca,
me repita cual repetidos besos intensos

-puedo amor, y amando te sostengo
-sé que puedo, amor, no tengas miedo

Entonces amor,
mi razón asustada por enclaustrada
tal vez, con el deseo de volver al ayer
de un bello sueño, intenso y confiado,
ya no fuera la utopía de lo imposible.
Será la mano suave, la brisa calmada
cual suspiros que en volandas lleven
mi barca hacia las arenas doradas
lejos de otras orillas contaminada.

No, amor silente, atemorizado,
no me pidas calma en mi tiempo
que se resiente como alambre
cuando lo recorre la corriente,
no me pidas que sea paciente
cuando mis pies ajados sienten
que ya no pueden sostenerme.

Pídeme que en el mar ahogue
mis penas, que, de esa forma,
guiarás mi enclaustrada vida
con aquella luz lejana dorada
de un ayer que hoy se resiste
y que entonces eran las aguas
donde habitaba la esperanza.





Autor
Antonio Carlos Izaguerri.