jueves, 3 de septiembre de 2020

DE LO VIEJO Y DE LO ETERNO.

Navega el viejo velero,

su remendado velamen,

sumergido en la galerna,

vibran sus viejas cuadernas,

carcomida su estructura,

en golpes de mar envuelta.

Navega, más su destino,

en la incertidumbre queda,

a la deriva se aleja.

 

La verdad así se desliza,

entre aviejada y eterna,

ojos de verdad vestidos,

del saber que la enajena.

Danzando entre nebulosas,

vaga perdida entre cuitas,

entre grises duermevelas,

siempre subyaciendo auténtica.

 

Viejo amor que ya te fuiste,

como las perdidas notas,

de etéreas sonatas viejas,

entre brumas se te avista,

como se te ve de cerca,

difuminada en la costa,

que apenas si se desvela.

A veces, si se vislumbra,

como un brillante en la niebla.

 

Semblante, de verdad pleno,

ajada su piel del viento,

azotado por los tiempos,

diluido entre secretos.

Rostro recio, pero amable,

junto a la verdad sujeto,

como ese viejo velero,

que navega hecho y derecho.

 

Templanza en el corazón,

en los ojos el aliento,

que emana de la razón.

Sincera la voz que habla,

de justicias y de amor.

Vieja y sentida canción,

que a los sentidos abraza.

Anciana frente perlada,

de sudor, de gotas sabias.

 

El viejo sendero surca,

la tierra de los amores,

donde va haciendo camino,

la verdad entre los montes,

paso a paso, a su destino,

con pasos viejos y nuevos.

Alborada de recuerdos,

prendida en el horizonte,

donde se reclina el tiempo.

 

Viejo velero cuajado,

de andaduras sin desvelo,

de gloriosas aventuras,

de memorables cruceros,

en tu cuarteado casco,

el corazón está impreso,

pletórico de recuerdos.

Así, navega tu cuerpo,

en la mar de los anhelos.

 

Verdades que se vislumbran,

agrietadas pero plenas,

en sabiduría fundidas,

en el crisol de los hechos.

Verdad que al amor unida,

sigue el camino correcto,

entre las perfectas notas,

de un entrañable soneto.

 

Resiste viejo velero,

que terminarás la ruta,

que emprenden tus sentimientos.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

martes, 1 de septiembre de 2020

SOLEDADES, POETAS.

Soledad que me acoges,

soledad que me abrazas,

con abrazos que saben,

a verdades que hablan.

 

No se calla el poeta,

aunque reine el silencio,

pues del silencio es dueño.

Habita en la cenizas,

en las brasas y el fuego

es lluvia y aguacero,

su riqueza es amar,

a lo bello y lo feo.

 

En soledad revive,

compañías imperfectas

y personas sublimes,

de mirada sincera.

No se arredra ante el miedo,

que con pasión enfrenta,

ni vive de soslayo,

sumergido en su testa.

 

Sueña tiempos eufóricos,

sueña dolor y penas,

con la verdad se arropa,

con la ilusión se acuesta

y en las noches de insomnio,

sus instintos se inquietan.

No repara en suspiros,

porque el suspiro llena.

 

Poeta entre algodones,

que la fama le presta,

porque la fama sabe,

de cales y de arenas.

Cargado de adoquines,

anda de fiesta en fiesta,

no rechaza un requiebro,

ni prebendas desprecia,

no es poeta, no es nada.

 

Soledad que le miras,

con pasión y entereza,

sabedora de cuentos

de gozos y tristezas,

recalcitrante dama,

que en fustigar se empeña.

Unas ideas vienen,

otras, libres se alejan.

 

Cuando la luz deslumbra,

su ajada duermevela,

renacen en sus carnes,

viejos fuegos que medran,

como de luz se nutren,

las radiantes estrellas.

Ni el instinto se atreve,

a levantar cabeza.

 

La soledad se cierne,

sobre la honda sima,

donde la idea bulle.

Emoción contenida

O libremente surge,

saltándose los diques,

de normas y premisas.

Su fuerza irrefrenable,

no piensa en la caída.

 

Se sostiene en el filo,

de la enorme cuchilla,

sus atrevidos pasos,

basculan en la orilla,

del insondable abismo,

donde lo culto habita.

A veces el latido,

se desboca, hasta grita.

 

Corazón de poeta,

que llora y ríe a ratos,

que ama, que se indigna,

que se altera y palpita.

El amor cruza y llega

o pasa sin más, de prisa.

Ama y besa la vida,

en soledad, amando,

como ama un artista.

 

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

POEMA DE AMOR.

Hacerte el amor y escribir un poema;

cuando se asoma la noche en la ventana abierta

mientras en el techo, incesante la lluvia golpea,

¡Abrázame más fuerte! Me suplicas.

Deliro en tus pechos y entre tus piernas,

de tu boca a tu sexo, mis dedos vuelan.

Me ofreces tu piel serena

y se quema la luna sin darnos cuenta.

Entonces busca mi pasión

tu escondido secreto,

mientras mis manos acarician tu fuego,

a ti entro con suave exaltación.

La habitación se tiña de roja demencia

con tus incansables movimientos,

te derrites en la danza de tu cuerpo

Y me bebo la locura que tu amor libera.

En la densidad de tus deseos

soy fiel prisionero de tus besos,

somos entonces dos fuegos

fundidos en soles nuevos.

 

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

VENGO A TI.

Vengo desde lejos sin rumbo fijo a donde ir, vengo entusiasmado porque a ti te conocí; vengo sin la prisa muy despacio vengo a ti, vengo ilusionado, vengo con los sueños de que tú también te fijes mucho en mí.

 

Vengo apasionado por probar tus dulces labios; vengo enfurecido, vengo acelerado, vengo muy deseoso, vengo motivado, vengo de tan lejos y tarde no creo que haya llegado, vengo a regalarte el tiempo que me queda a tu lado, vengo a verte siempre sonreír.

 

Vengo como el ave que vuela por los cielos, vengo volando cupido me envió para cuidar de ti y de tu corazón bueno; vengo y me siento agotado porque el camino no fue fácil, pero por fin más tarde que temprano te he encontrado.

 

Y es que vengo con los ojos cerrados y el alma hablando.

Y es que vengo confiando en que tu amor y el mío sean atados.

Y es que vengo con regalos en mis manos, amor, respeto, sonrisas y muchos momentos a tu lado.

Pero no menos importante es que vengo muy enamorado.

 

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

EL CAMPESINO.

Campesino de machete, pala, pico y azadón

De jornadas extenuantes y humilde de corazón

De cuentos y leyendas, que amena la conversación

De sudores y manos callosas, dolores de consideración

Fuerte y aguerrido, digno de admiración

Cultivar la tierra, la convicción de su educación

Trata sus labranzas con cuidado y amor, de campesino su profesión

Sus cultivos son el alimento divino, de Dios, su bendición.

 

Tierras hermosas, de su espléndida naturaleza

Que el campesino la labra y de ella hace el manantial de su riqueza

Con machete se abre paso entre la selva, que se recubre de maleza

Con el arado y su rastrillo, remueve la tierra para su limpieza

Cuida el riachuelo cristalino y de los árboles su corteza

Sus herramientas las maneja con profesionalismo y destreza

Reina el amor en su hogar, con esposa e hijos a pesar de su insuficiencia

 

Dura faena de abonos, fumigaciones, el cansancio de sus jornales

Perros y gallinas, marranos y aves, el cultivo de sus animales

Sin médico, ni medicinas, la caridad lo lleva a los hospitales

El campo lo llama y lo necesita, de sus ruegos espirituales

Las inclemencias y las enfermedades lo azotan alrededor de sus matorrales

Los inviernos y crecientes, arrasan sus cultivos sin ayudas gubernamentales

Los veranos intensos secan la tierra y los soles ardientes son infernales

Nunca pierde la fe, ni la humildad, ni su cultura, ni sus modales

Siempre le pide a Dios, que proteja a su familia, de las tormentas terrenales

 

Con esfuerzo y dedicación, saca sus cultivos a vender a pueblos y ciudades

Alimento primordial para los citadinos, en medio de sus comodidades

Pero se encuentra con avivatos, que se aprovechan de sus necesidades

Le roban su sudor y sus manos callosas, el llanto de sus felicidades

Se amparan en su inocencia y lo atracan, acrecentando sus dificultades

Les pagan a precios irrisorios sus productos, con el visto bueno de las autoridades.

 

No existe amor por la tierra, por el campesino y sus labranzas

Sólo existe corrupción y maldad, que arremeten caos, miedos y anulan sus esperanzas

Campesino orgulloso de su querida y amada tierra, de bendiciones y confianzas

El futuro de la humanidad está en el campo y del campesino sus enseñanzas.

 

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

EL AIRE QUE LLEGA.

Desperté a la vida, otro día en curso,

para muchos hastío, desesperanza y miedo,

para mí, un compromiso, un nuevo reto,

nueva aprobación del sufrimiento.

 

Renacer cada día, de la pudorosa fragilidad,

encontrar, la armadura para el alma.

Trozos de ternuras, pasiones y metas,

alegoría variadas, para esta penosa batalla.

 

Por un instante, vi tu rostro y te amé,

te reconocí, como mi yo desvanecido.

Hoy pienso en ti, bajo el llanto de una nube,

etérea sonrisa, brotando de un ilusorio rocío.

 

Me derramo oxidada, por el paso del tiempo,

nuevo sentir, en estas garras del infierno.

Pasión sin freno, cercana a expandir,

infames desventuras, de un palpitar ciego.

 

Me apresuro, a respirar el aliento de la vida,

a plastificar, mi envoltura contra la hora febril.

Plena de valor, miro el mundo a través de una mascarilla,  intentando resplandecer para ti.

 

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

lunes, 31 de agosto de 2020

HOY CANTAN LOS PÁJAROS.

Hoy cantan los pajaritos

por la llegada de mayo,

anuncian la primavera

aunque sea con retraso

es deliciosa la música

que nos dejan en su canto,

una tierna melodía

con el placer de un regalo,

y yo la acepto y suspiro

y con presteza la guardo

para enviarla muy lejos

y se contagien tus labios,

de primavera y susurros

con tantos sueños y abrazos

que nos envía la tierra

en sus praderas y campos ...

 

Los pajarillos saludan

con su piar sin descanso,

en una orquesta sin nombre

que va rizando un adagio,

una sutil serenata,

una canción sin piano,

y una pasión de sentidos

que hacen sentir arrebato,

y ante la música tierna

surge el temblor en la mano,

para trazar unos versos

y en el cuaderno dejarlos,

versos que van a tus ojos

como un sonido encantado

con sencillez e inocencia

para que puedas tomarlos...

 

"... Hoy cantan los pajarillos

en este mayo que ha entrado,

y cantan también las rosas

en tus ojitos castaños..."

 

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

DE ABRAZOS Y BESOS.

Abrazos en el aire,

como alas de palomas,

buscando etéreos cuerpos,

que se quedan a solas.

La atmósfera se espesa,

ante el falso desaire,

las mentes abrumadas,

confundidas, dudosas.

Se han quedado en silencio,

como mudas gaviotas.          

 

Libertad quiere el ave,

sin jaulas ni mazmorras,

entre las nubes libre,

volátil mariposa,

que libremente liba,

que en el pétalo posa.

Una caricia fluye,

pero se aleja sola.

La voz se agrieta y muta,

se queda entre dos notas.

 

La verdad se engrandece,

cuando se ensalza el aura,

en la mente distante,

en la cercana gente,

que ayer fue acariciada.

Una densa corriente,

entre las manos pauta,

temerosa y prudente.

Los ojos escudriñan,

lo que la boca siente.

 

Corazón de latidos,

de latidos errantes,

al vaivén y al socaire,

del febril sentimiento.

Gota a gota se caen,

como frágiles hojas,

llevadas por el viento,

gotas de los amantes,

que queriendo, no saben,

cuando será su tiempo.

 

Se queda la ternura,

replegada hacia adentro,

herida por ser rea,

del virulento tiempo.

La voz detrás se queda,

del sutil parapeto.

Presos los corazones,

laten sin ritmo y verso,

esperando el regreso.

 

¿Volverán a ser verbo,

los abrazos y besos?


P.D. No soy lo que escribo ... soy lo que tú sientes al leerme. 

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

TE REGALO MIS VERSOS.

Te regalo la ternura,

escrita en mis versos.

El sentir que los acompaña,

y un abrazo de consuelo.

 

El tiempo para alégrate,

esos tristes momentos.

Cuando la vida te pone,

en duros trances y duelos.

 

Te regalo la paciencia,

tan necesaria en el tiempo.

Para afrontar con cordura,

los malos acontecimientos.

 

Para encontrar la salida,

en todo momento.

Para que vivas la vida,

sin temor y descontento.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

domingo, 30 de agosto de 2020

DE EMOCIONES AMORES.

Temblores en las manos,

agitados los pétalos,

de las rosas tempranas.

De emoción ya rebosan,

de su lugar las aguas

y la ilusión se mofa,

de la pérfida sombra.

Aleteando los párpados,

las miradas se posan.

 

Caricias de consuelo,

que como enredaderas,

a la emoción se enroscan.

Telúricas pasiones,

que a flor de piel engordan,

ensanchando los huecos,

donde vive la sombra.

Ebrio está de emociones,

el corazón latiendo.

 

Amanecer de ideas,

que nítidas reposan,

entre pliegues de sábanas,

de perfumes preñadas.

Dormida la conciencia,

febril se despereza,

en la cálida alcoba.

Un suspiro se envuelve,

en la boca aquietada.

 

Transitaba sin rumbo,

dentro del laberinto,

de la agitada urbe.

Cóctel de sensaciones,

que a un ritmo infiel,

a borbotones surgen,

del sutil inframundo,

donde todo se funde.

Un plantel de emociones,

que al renacer sucumben.

 

De otoño amor perlado,

bañado de promesas,

ocres son los matices,

que van tornando a bronce,

la voz tímida asoma,

entre notas febriles

que al sonar se apasionan.

Lo que antes era calma,

en pasión se traduce.

 

Hermosas criaturas,

danzan como posesas,

entre ninfas y hadas,

de singular belleza,

la luz azucarada,

se quedó entre las sombras,

esperando un mañana,

de mágicas venturas,

de amor a cucharadas.

 

El dolor se esfumó,

entre versos y aromas,

fundido con la niebla,

que se disipa y borra,

brilla la luz prístina,

de una música antigua,

que reverdece el alma.

En los sueños se oyen,

las voces de las víctimas.

 

Temblores en los labios,

que entre alientos se abren,

como pétalos rojos,

que florecen sin prisa.

Suaves goces de sabios,

que acariciando vibran.

De su valor y arrojo,

la misma vida encuentra,

entre gozos y agravios.

 

Amor de primavera,

que florido se acuesta,

en la vistosa alfombra,

de una vida perfecta.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

QUERIDA MADRE.

Querida Tierra nuestra,

que con tanto desdén,

de soslayo miramos,

como tu carne térrea,

se va quedando yerta.

En tu querido vientre,

donde todo se gesta,

la vida se revuelve,

del humano que infecta.

 

En las cuatro estaciones,

la vida se recrea,

dando calor y frío,

templanza y duermevela.

Primavera de sueños,

de fantasía y anhelos,

de encadenados besos,

cuando el estío se presta,

en la cálida siesta.

 

La sencillez se ocupa,

de dar al sabio capa,

de nítidos colores,

de sencillas ideas

o elaborados temas,

singulares detalles,

de textura sincera,

que las ideas ordenan.

 

Querida Tierra nuestra,

que flagelada entregas,

lo mejor que cosechas.

Frutos de tus entrañas,

que alimentan y alientan,

a las voraces bocas,

hambrientas y avarientas,

como fauces siniestras.

 

Soñando se despiertan,

de apartados rincones,

sentimientos e instintos,

en el intenso sueño,

donde danzan las meigas.

Halos de aromas viejos

y de olores que tiemblan,

como vivas pavesas.

 

Tu corazón es grande,

hermosa y fértil Tierra,

tu generoso abrazo,

acoge vida y penas,

febriles laberintos,

que en tu interior se crean,

criaturas precoces,

que por tus venas reptan.

 

Querida Tierra nuestra,

de pasión gigantesca,

que sin límites amas,

aunque tu carne hieran.

Amor sin condiciones,

de inmensidad amores,

forjados en tus órganos,

que generosa entregas.

 

En tu hermosa estructura,

mi corazón se alberga,

succionando tu aliento,

con fruición y demencia.

A ti me entrego Madre,

rendido ante tu ciencia.

Bebo de tus simientes,

que me empujan y alientan.

 

Amor y dolor juntos,

por el éter navegan,

ingrávidos y aéreos,

cual plumífera esencia.

Delicados y torpes,

de sensitivas venas,

que sus efluvios vierten,

en generosas tierras.

 

Querida Madre Tierra,

cuanto dolor emana,

de tu garganta seca.

Que una luz misteriosa,

a las cabezas venga,

para sembrar respeto,

por tu enorme entereza.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.