Navega el viejo velero,
su remendado velamen,
sumergido en la galerna,
vibran sus viejas cuadernas,
carcomida su estructura,
en golpes de mar envuelta.
Navega, más su destino,
en la incertidumbre queda,
a la deriva se aleja.
La verdad así se desliza,
entre aviejada y eterna,
ojos de verdad vestidos,
del saber que la enajena.
Danzando entre nebulosas,
vaga perdida entre cuitas,
entre grises duermevelas,
siempre subyaciendo auténtica.
Viejo amor que ya te fuiste,
como las perdidas notas,
de etéreas sonatas viejas,
entre brumas se te avista,
como se te ve de cerca,
difuminada en la costa,
que apenas si se desvela.
A veces, si se vislumbra,
como un brillante en la niebla.
Semblante, de verdad pleno,
ajada su piel del viento,
azotado por los tiempos,
diluido entre secretos.
Rostro recio, pero amable,
junto a la verdad sujeto,
como ese viejo velero,
que navega hecho y derecho.
Templanza en el corazón,
en los ojos el aliento,
que emana de la razón.
Sincera la voz que habla,
de justicias y de amor.
Vieja y sentida canción,
que a los sentidos abraza.
Anciana frente perlada,
de sudor, de gotas sabias.
El viejo sendero surca,
la tierra de los amores,
donde va haciendo camino,
la verdad entre los montes,
paso a paso, a su destino,
con pasos viejos y nuevos.
Alborada de recuerdos,
prendida en el horizonte,
donde se reclina el tiempo.
Viejo velero cuajado,
de andaduras sin desvelo,
de gloriosas aventuras,
de memorables cruceros,
en tu cuarteado casco,
el corazón está impreso,
pletórico de recuerdos.
Así, navega tu cuerpo,
en la mar de los anhelos.
Verdades que se vislumbran,
agrietadas pero plenas,
en sabiduría fundidas,
en el crisol de los hechos.
Verdad que al amor unida,
sigue el camino correcto,
entre las perfectas notas,
de un entrañable soneto.
Resiste viejo velero,
que terminarás la ruta,
que emprenden tus sentimientos.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.