Fantasía que arrebata,
realidad que sobrecoge,
magia que el gesto embellece,
pasión que ensalzando mata.
Amor de elevados tonos,
que la belleza delata,
dolor que a la carne ofende,
ola que rompe la calma.
Se va quedando obsoleta,
la imagen que torna y cambia,
y va deshaciendo el tiempo,
que la erosiona y desgasta.
Temor del sueño que agita,
y en pesadillas atrapa,
volver hacia atrás la vista,
para entender el mañana.
Queda diáfano el camino,
para transitar en calma,
naufragio de las ideas,
cuando las brozas las tapan,
obstáculos que se cruzan,
cual saetas envenenadas,
tropiezos de los sentidos,
que atrofiados se anonadan.
El sol abraza la sombra,
para así fagocitarla,
y se disuelve lo negro,
dando claridad al karma.
El sentimiento es cautivo,
del amor que le reclama,
y un resplandor atraviesa,
las tinieblas más cercanas.
Sobre la página en blanco,
de las vidas que la aguardan,
se grabaran las cosechas,
de las ideas sembradas.
Amores y contratiempos,
logros, conquistas y anhelos,
escritas a mano alzada.
El amor vive al detalle,
en la minúscula llama,
en la hoguera que se cierne,
cual cenital llamarada,
la flor bordada en las notas,
del cántico que le llama,
y unas fulgurantes luces,
irradiando la mañana.
Fantasía que arrebata,
con su faz enamorada,
realidad que sobresalta,
con su enorme bofetada.
Pasiones que se apoderan,
de la más sutil fragancia,
y amor que rompe las normas,
aunque se digan sagradas.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri