Más allá de las miradas,
detrás miran las entrañas,
en el jardín de los ojos,
más allá de lo que miran,
otros pensamientos manan,
se deslizan otras vidas,
entre nebulosas viven,
cautivas sueñan y danzan.
Se fue acercando el poeta,
con pasos que llevan pausas,
y en las costuras se quedan
para descoser las trampas,
de puntillas se deslizan,
constante paso que avanza,
en las trincheras descansa,
en la verdad vive y ama.
Surgió del sueño la vida,
del sueño que apenas habla,
y renaciendo atrevida,
sobre el precipicio baila,
no sabe de sinsabores,
casi no ve, pero ensancha,
los corazones que palpa,
su voz no guarda gramática.
Más allá de la mirada,
hay otra vida que aguarda,
esperando entre los velos,
que sus emociones tapan,
más allá de las fronteras,
se van quedando las almas,
presas entre los barrotes,
de celdas de oro y de plata.
Se fue acercando el poeta,
se aproxima a la palabra,
va deshojando las páginas,
que vibran como pavesas,
que la lumen grita y llama,
sigue sembrando la tierra,
con la esencia de sus ganas,
y bebe su propia sangre,
para sentir lo que falta.
Nació el fuego de la nada,
del vacío creció el tiempo,
de la materia las brasas,
y en el fondo del misterio,
nació la verdad sin mácula.
La voz se quedó en el rictus,
de una palabra callada,
y el amor creó su nombre,
de la esencia que le falta.
Más allá de aquellos ojos,
va despertando el mañana,
despabilando los órganos,
dando a cada cual su azada,
para sembrar la cosecha,
que alimentará su alma.
Más allá de las miradas,
está el amor, a su espalda,
esperando a que se abra.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri