viernes, 21 de enero de 2022

DÉJAME QUE AL FIN TE DIGA ...

Déjame que al mundo diga,

lo que dentro de mi grita,

y permíteme que exista,

en el aire que respiras,

el sueño se encuentra dentro,

donde el amor se desliza,

sibilinamente atento,

tiempo que al amor admira.

 

Como en un reloj de arena,

que cada grano es un mundo,

vive y muere en un segundo,

la impredecible existencia,

de nada sirve la ciencia,

cuando cae el último grano,

de la limitada arena,

que se disuelve en las manos.

 

Se tambalea en el alambre,

el ágil funambulista,

camina mirando al miedo,

reta al tiempo en cada paso,

y es su meta el otro lado,

donde se termina el hambre,

hambre de alcanzar la cima,

como anhela el alpinista.

 

Déjame que al mundo diga,

que me domina la duda,

que cada paso es un intento,

de mejorar la andadura,

que soy un soplo en el viento,

una gota en el cristal,

de la lluvia torrencial,

que anega sendas y criaturas.

 

Como el beodo que camina,

sobre el hilo de un instante,

duda el ave que al posarse,

vibra la rama en el aire,

sobre la que hacer su nido,

de nuevo remonta el vuelo,

y en cada paso el beodo,

salva de su vida el trance.

 

Déjame que al mundo grite,

lo que en mis entrañas bulle,

permíteme que me arrulle,

en el seno de tus días,

y en el tiempo que me queda,

de titubeo en el alambre,

vea la verdad en cada instante,

en el resto de mis días.

 

Amar quiero cada día,

en cada causa que emprendo,

justicia a quienes terminan,

sin justicia en el encierro,

cada vida es un derecho,

aunque la piel sea distinta,

o sea distinto el acento,

de a quien el odio fustiga.

 

Déjame que al tiempo diga,

que me conceda más tiempo,

para dar lo que me queda,

de mi tiempo aventurero,

déjame que sea maestro,

y aprendiz de mis desvelos,

y buceando en lo auténtico,

de valor a cada día.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

EL EROTISMO.

El erotismo lo pintó muy bien Gustav Klimt vestidas todas las mujeres con trajes largos y coloridos en cuadritos. Yo de él no sé más nada aparte este apartado por llevar allí en sus telas como yo en mi escrituras estas ninfas tan doradas y delgadas. No pasó inadvertida su pintura ni por nada. Era un ícono en su época pero su vida era por esencia reservada. Muy intimista en su vida privada. Por su puesto que sus pinturas se cotizan hoy a cifras muy pero muy elevadas.

 

A mí me habría gustado tener condiciones para pintar o a lo mejor las tenía ocultas sin darles yo una esperanza.

 

Así que me volqué en la poesía de todo tipo pero a mí en lo personal los poemas eróticos me encantan. Todo un desafío a la captura de la poesía tras las palabras. Las palabras son como hebras y la poesía una entramada.

 

Los poemas eróticos de tanto mirándolos de lejos me di cuenta que su poco engañaban. Porque el mundo no es así aunque la líbido tenga un lugar primordial en la jornada.

 

Hoy he vuelto a escribirlos con más años en mi espalda y en mi mente más sentencias ya sentidas y pensadas.

 

Son prejuiciosos lo admito son para gente no afaunada, rigurosa y educada.

 

Pero yo me he metido en este tema de escribir de sexo con esta forma figurada.

 

Creo que he mejorado mucho debido exclusivamente a que he hallado una musa realmente realizada.

 

Si les contara no me creerían la encontré en las redes estelares de la vida cotidiana..

 

Fue un laberinto que me llevo a su morada y a su figura hermosa y delicadamente Rubensiana.

 

Klimt tenía lo suyo su pincel y sus pinturas de mujeres desbordadas y yo tengo lo mío un papel la palabra y una diva recientemente descubierta por mi barco que surcaba a la deriva con mi anatomía algo oxidada.

 

Dos artes que van unidos al simbolismo que existe entre el fuego y el origen de las llamas.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

martes, 18 de enero de 2022

SEMBRANDO VIDAS.

Retazos de la existencia,

que como esquirlas perdidas,

en el desván de los sueños,

van los vacíos llenando,

de viejas y nuevas almas.

Posos de antiguos relatos,

y de intensas nuevas vidas,

de experiencias que se acaban.

 

Viajeros que van llenando,

con sus pasos la andadura,

y en la senda de la vida,

jalonan nuevos caminos,

penitentes peregrinos,

que en su oscilante cordura,

siembran brotes de locura,

en busca de sus destinos.

 

Flor que al borde del camino,

despliega sus alas blancas,

enamorando al espíritu,

de quien se atreve a mirarla.

Sol que dora a quienes pasan,

tornasolando sus caras,

acariciando sus pasos,

dando calor a sus almas.

 

En el río de los años,

sus riveras son barreras,

que encauzan su acuoso paso,

fuente que del sueño emana,

saliendo de las trincheras,

donde la vida se engasta.

Manantiales que encaminan,

su andar entre las ideas.

 

Sembrados quedan los campos,

de recuerdos que se añoran,

de pesadillas que otrora,

florecen como semillas,

entre las luces y sombras,

de las caudalosas vidas.

Soñando la vida aspira,

a continuar sembrando,

en la tierra que la habita.

 

Amor rojo de amapola,

que en el borde del sendero,

al caminante ilumina,

que en la brisa se deshoja,

y en bella alfombra transforma,

los caminos de la vida,

dando a los grises color,

y luz a las negras sombras.

 

Pedazos de corazón,

que en otros cuerpos palpitan,

y en cada latido imitan,

al corazón que partió,

suave canto del amor,

que el corazón nunca olvida.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

CANCIONES DE POETAS.

Inmerso en atrevidos pensamientos,

vive sin pausa el singular poeta,

cargado de emociones y sentidos,

convulso el devenir de su presente,

el insistente pasado que trasciende,

en un atardecer que nunca llega,

envuelto entre mayúsculas probetas,

probando sin cesar nuevas recetas,

que sepan comprender sus sentimientos.

 

Canciones de emoción y de protesta,

hermanas son de versos y poemas,

perdidas o encontradas en los restos,

que va dejando el tiempo en las cabezas,

bordadas entre luces y tinieblas,

latentes o presentes como ideas,

que vibran con las notas de sus letras.

Una canción sencilla pero auténtica,

que llega al corazón y lo libera.

 

Amor a contraluz que nunca llega,

tejido con los mimbres de otros mundos,

mirando al universo se distingue,

el lienzo en el que pintan los poetas,

un dulce diapasón que siempre afina,

los desafinados instrumentos de la vida,

vibrando al mismo son que sus talentos,

sonando al mismo ritmo que sus letras,

en ese devenir que nunca cesa.

 

Promesas de emociones que se sienten,

vaivenes de la vida que se estrena,

en ese paraninfo abierto a los que saben,

en esa gran pradera de los sueños,

donde lo más posible nunca llega.

Se van quedando solos los poetas,

viviendo entre los dientes sus tragedias,

henchidos los sentidos como huérfanos,

que sienten en sus órganos la pena.

 

Ya sabe el corazón que no hace falta,

que sigue con sus pálpitos la vida,

y siente en sus latidos la esperanza,

uniéndose a los gritos que protestan,

por todos los derechos que se pisan,

y vibran en su piel en carne viva,

todas las contradicciones que se palpan,

en esa encrucijada que se extiende,

en ese deambular por las esquinas.

 

Silencio, dijo tercamente la existencia,

sumergida en los gritos de la Tierra,

zaheridas sus carnes y sus venas,

y al borde del abismo está el poeta,

mirando lo profundo de las grietas,

buscando en las heridas sus poemas,

soñando con la vida que desean,

aquellos que perdieron sus cosechas,

los mismos que andan solos, como a tientas.

 

Inmerso entre los límites del tiempo,

vive el hambriento amor que nunca cesa,

colándose en los huecos que le dejan,

el odio y la traición, con sus ropas de fiesta,

junto a él camina en silencio como un halo,

que sigue eternamente a la silueta,

el atrevido poeta que le abraza,

para darle el valor que le enriquezca,

para soñar junto a él entre las nieblas.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

ENTRE MITOS Y CREENCIAS.

Piensa el ave que es el viento,

el viento cree que es la ira,

el amor que es el lamento,

y la flor que es la sonrisa,

el poder que es infalible,

y cree el necio ser artista.

En este creer y pensar,

la vida va construyendo,

creencias, mitos y leyendas.

 

Cuando susurran las hojas,

con la delicada brisa,

cree ser la reina la aurora,

en el alba de las prisas.

La tierna mirada obliga,

a esbozar una sonrisa,

y cree el ojo que es la luz,

y el resplandor que es la vida,

que deslumbra lo que adora.

 

Tiembla el verso entre las rimas,

creyendo que solo es duda,

piensa la estrofa que es bruma,

y el poema que es amor.

Al entonar la canción,

se deshojan uno a uno,

los pétalos de la flor,

desnudando su color,

dando al verso su textura.

 

Que solos los pensamientos,

cuando creen ser sentencias,

que múltiples son las penas,

si el caminante tropieza,

con quienes creen ser profetas,

y que abyecta es la leyenda,

cuando hace creer que es maestra,

de todos los pensamientos,

de lo que ocurre y se crea.

 

Piensa el ladrón que es el dueño,

de los bienes de los otros,

y el patrón que son sus logros,

cuando es del obrero el mérito.

Hay gente que cree saber,

pero ignora casi todo,

y humanos que creen poseer,

todo lo que ven sus ojos,

más su saber es decrépito.

 

La voz cuajada en los labios,

creyendo ser el oráculo,

donde se curte la idea,

y las palabras temblando,

brotan pensando en ser ciertas,

pero son brisas etéreas,

que sin los hechos son huérfanas,

más si el amor viven en ellas,

sin dudarlo, son auténticas.

 

Amor de pasión preñado,

piensa que es el Universo,

en una gota del océano.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

POR CUATRO RAZONES.

Nuevas las costumbres,

viejas las fronteras,

más la sangre es roja,

sea la piel que sea.

Nuevas son las ropas,

viejas las leyendas,

más la sangre es roja,

sea cual sea la lengua.

 

Por cuatro razones,

se agosta el planeta,

una por el miedo,

que el valor aquieta,

otra la codicia,

que liba riquezas,

otra la estulticia,

que niega la ciencia,

y la cuarta el odio,

que pudre la esencia.

 

Arrastrando el fardo,

cuyo peso aumenta,

camina el humano,

dejando una estela.

Sueños inconexos,

vacilantes verbos,

palabras sin dueño,

y el miedo latente,

grabado en los huesos.

 

Nuevas las palabras,

que suenan a hueco,

viejas añoranzas,

que traen nuevos sueños,

y la voz profunda,

que emana de dentro,

de tonos amargos,

de matiz sincero.

Una alegoría,

que viaja en el tiempo.

 

Ha cambiado el viento,

gira la veleta,

siguiendo su acento,

se nublan las luces,

del sutil talento,

y en los arrabales,

donde queda el resto,

la vida se cruza,

entre los escombros,

con amores nuevos.

 

La senda es angosta,

seco es el desierto,

abisal la angustia,

que ahoga el cerebro,

y en los ancestrales,

recodos del tiempo,

se esconde lo auténtico,

se oculta el abismo,

donde medra el miedo.

 

Nuevas las costumbres,

viejos los recuerdos,

como marionetas,

bailan en los cedros,

luciérnagas locas,

que alumbran lo bello,

y sobre la Luna,

da un giro la vida,

para ver lo nuevo.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

domingo, 16 de enero de 2022

ALEGRÍAS EN LOS TE QUIERO.

Ama la vida quien la siente,

y las lágrimas a la emoción acuden,

como gotas de rocío nítidas,

en la piel vegetal que las asiste.

Aliento de las brisas caprichosas,

que en el amor sucumben.

Un sinvivir que renaciendo vive,

en los más recónditos lugares,

donde la vida sin querer resiste.

 

Vive la verdad en la corriente,

que arrastra las penurias y alegrías,

y acude sin dudar hasta la mente,

enamorada está de la cordura.

En un amanecer de fantasías,

se cuela la verdad viva y latente,

surcando el pensamiento que la mira,

con ojos cristalinos que no mienten.

 

Amor en los rescoldos y cenizas,

del fuego extinguido que no olvida,

absorto entre los cirros de la vida,

se queda entre los sueños,

en un duermevela incomprendido,

flotando como un corcho a la deriva.

El tiempo va ganando la partida,

y no cede ni un ápice al destino.

 

Verdes hojas, grises ramas,

cantoras aves se posan,

bailantes cruzan las notas,

la etérea y lúcida atmósfera,

y en la eterna sinfonía,

de la vida que palpita,

tornan penas y alegrías,

con el amor que transforma.

 

Veredas tiene el sendero,

ocultas entre los árboles,

donde no llegan las luces,

donde lo oscuro es el dueño,

en encrucijadas múltiples,

fundidas en blanco y negro,

la voz no llega a sus márgenes,

queda presa entre los sueños.

 

Amor entre las colinas,

y verdad entre los cerros,

en la mar la nave olvida,

y en la pradera el silencio.

Amores entre las luces,

que a las sombras ponen frenos,

amor entre las desdichas,

y alegrías en los, te quiero.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

JAZMINES EN EL BALCÓN.

Amor, que siendo dolor,

enamora cada célula,

vibra cada sentimiento,

y cada nervio se excita.

Pliega sus alas la vida,

sobre el interior que grita,

y el corazón ya palpita,

al ritmo de sus talentos.

 

La fragua del sentimiento,

donde se templa el amor,

a golpes se doma el hierro,

para lograr el diseño,

que en las brasas se fundió,

un chispeante resplandor,

que va alumbrando la vida,

que a la carne da calor.

 

Lecciones de amor que olvidan,

amores que no se olvidan,

y unos besos que cuajaron,

en el fondo de la sima,

donde se oculta la voz,

de los que el amor cautiva.

En una tierna sonrisa,

cabe un mundo de pasión.

 

Jazmines en el balcón,

de los sueños olvidados,

que adornan el corazón,

de quienes viven amando,

como la hiedra trepando,

que nace en el interior,

para en los ojos mirando,

vean la vida que pasó.

 

Se va acercando a los labios,

desde la boca que anhela,

y en esa cálida mueca,

que siembra de amor el ánimo,

va dejando en cada muesca,

de la piel enamorada,

una señal indeleble,

que alumbra cada mañana.

 

Besos que en el aire flotan,

ligeras volutas mágicas,

que rebotan como notas,

en el cristal de la vida,

y en un torrente desbordan,

las ánforas de los días,

el pecho henchido que llora,

y en otros besos terminan.

 

Vuelven los nítidos ojos,

a mirar entre las hojas,

de la frondosa esperanza,

y van dejando una pátina,

que brilla como las lágrimas,

que resbalan por el rostro,

dejando sendas de vida,

como estrellas que se abrazan.

 

Perlas entre los almendros,

y amores entre los dedos,

diamantes que son los ojos,

que con el amor se avivan,

como en el fuego las brasas,

un devenir de sollozos,

y un manantial de alegrías,

que llenan los negros pozos.

 

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

CON LAS CARNES ABIERTAS.

El corazón saltando en su habitáculo,

con cada emoción ya se desboca,

como un equino alado vuela y sueña,

como si en vez de carne fuera goma,

grita sin voz ante el efímero espectáculo,

que a través de los ojos se acelera,

en un aluvión de sentimientos bota,

un acordeón que se estira o se acorta.

 

La conciencia es el cofre que se abre,

si la llave que se usa es la correcta,

y al abrirse se descubren las verdades,

que escondidas están entre las grietas,

y al ver el corazón con las entrañas,

se ve la realidad pura y auténtica.

Es amor lo que desborda el ánimo,

y es la pasión la que logra poseerla.

 

El necio vive al margen en su esbozo,

cubierto entre los pliegues de la capa,

la capa, que encubriendo lo mediocre,

parece a toda luces que es auténtica,

mostrando ante la gente otra careta,

y mientras su maestro en su vendetta,

arrebata la esencia que le queda.

De lujo va vistiendo la apariencia.

 

El temor va sumergido en la conciencia,

que activa los resortes que la integran,

y así nace el valor, que fluyendo sin voz,

va descubriendo de la vida sus esencias.

Se aleja cauteloso el poderoso,

cuando la cruda realidad se acerca,

con las armas de las verdades que le cercan,

y así vence al gigante, la piedra más pequeña.

 

Abre sus carnes, torturada la Tierra,

en sus entrañas late la tragedia,

una inmensa fragua trepida y reverbera,

gritando a quien se atreve a apuñalarla,

a despreciar su instinto maternal,

que abraza a todo ser y le alimenta.

Va perdiendo su cuerpo lozanía,

y las llagas del castigo ya se muestran.

 

El corazón temblando de alegría,

ha latido más fuerte solo al verla,

y siente que se ensancha, que palpita,

al ver que su presencia se hace más nítida.

Habla sin voz, porque el valor le grita.

 

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

AL RITMO DEL LATIDO.

No sabe el corazón de normativas,

ni sabe la razón de sentimientos,

la vida va bailando como el viento,

danza como las olas en el airado mar,

como una bailarina al ritmo de su cuerpo,

como un caudaloso río, que al azar,

golpea las orillas, como una pesadilla,

que atormenta sin piedad al soñar.

 

Amor entre comillas, que al dudar,

la esencia de su cuerpo se vacía,

los nudos que le unen se desatan,

ya el aliento no es apacible y cálido,

ni altera los latidos ni los pálpitos,

ya no escancia su mágica alegría,

ni voltea del revés las fantasías,

ni de su fuerza y energía es amo.

 

Como quema la sangre enardecida,

que fluye al corazón y allí bombea,

como palpita la verdad en la ceguera,

en los cerrados ojos que no piensan,

el lento parpadeo de la sonrisa,

ya no besa el aliento de la vida,

van ardiendo los leños en la hoguera,

y en los grises rescoldos aún queda vida.

 

Amor, que entre los restos grita,

que de las ruinas sin parar renace,

como de entre las piedras la flor nace,

un devenir de sombras y de ideas,

que afloran entre las luces cuáles sean,

y alumbran los senderos que se acercan,

siguen cantando con su voz cristalina,

ruiseñores y alondras con sus rimas.

 

El manto de la vida nos envuelve,

en un remolino de mociones,

y en los goznes girando sueña el Hombre,

en el violento vaivén de las desdichas,

y así, a veces, pierde el Norte,

y bailando otras danzas que cautivan,

en los abismos más profundos se sumerge,

en los rincones, donde la luz se esconde.

 

Amor de celofán que envuelve el alma,

amor de corazón que grita y salta,

al ritmo del latido que le abraza.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

EN LA DUDA, LA PALABRA CALLA.

Hice callar la pasión para no inquietar las distancias,

pero mi voz interior, en el silencio de la alcoba,

le busca y la encuentra desnuda de miedos y dudas.

 

Me miras con tus ojos de miel, ansiedad y ternura

y conviertes el silencio en el crepitar de las llamas,

entre ellas, su piel aterciopelada desnuda me llama.

 

Le pusiste sonido a mis deseos y a mis manos alas,

plumas que surcaron por tu cuerpo de seda y olas,

como nave por la inmensidad de una mar ondulada.

 

Ven a mi puerto, me dijeron sus manos alargadas

y sus piernas torneadas, y mis deseos fueron velas

desplegadas con el rugir de mi pasión contenida.

 

En ese silencio donde las miradas de pasión hablan,

entre las cálidas sábanas, dos cuerpos se solazaban,

se esparcían entre ellos como raíces de la higuera.

 

Brotaron las voces de la tierra con besos abonada,

se desbordaron todos los ríos, la lluvia se deslizaba

por colinas y ensenadas, fueron testigos las llamas.

 

Amor, dame tus labios abiertos, los míos te llaman,

deja que mis manos acaricien tus pechos de seda,

hazme sentir el rugir de tu pasión por mis espaldas.

 

En la duda, las palabras no callan, se preguntan:

Amor, cuánto me amas, y sin hablar, te atrapa

la miel de sus ojos y la fresa de sus labios grana.

 

La noche llega con deseos del cuerpo, se cierran mis ojos si duermo y mi pasión crece... y despierta en un sueño:

 

-Amor, dame tus labios abiertos que quiero llegar al centro de tu mundo

-Entra, amor ... no te demores un segundo.

Y mi pasión se abre camino entre velos de seda y el almíbar de su colmena.

-No pares, chiquilla... dedos arañan mis espaldas y se multiplican mis deseos por ella.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri