Cuando las horas pasan
Llevándose consigo tantos pensamientos y recuerdos 
Miedo no tengo, porque sé que aguardas 
En el mundo del silencio 
A nuestra presencia. 
Y se alarga el camino caminado 
Que bajo el tenor del sol incandescente 
Ya pesa un tanto en el hombro... 
Creo apreciar tu aroma. 
Hay ausencia de tu voz y se la extraña, 
hay necesidad de tus manos en la frente y no estás. 
Cuando nuestra ruta aún tiene experiencias 
Prisas, penas y alegrías, 
Aún se espera la presencia de algunos días 
Para rendirse a la sonrisa serena
De una Madre incansable y compañera.
Sin sus pasos, sin su aliento;
Ya la ruta que uno tiene 
... no es igual.
Noches en vano,
Días ajetreados,
Tardes que son tardes... 
Hay ausencia por la puerta que da a los cuatro vientos
No hay la voz,
No hay la visión cristalina...
De tus pardos ojos grabados.
Dulce Madre querida.
Autor 
Antonio Carlos Izaguerri. 
