Apenas sale el marino, marcha la lucha la inmediata...
Olor de su piel emana, salitre lleva en sus venas,
De su regazo nocturno, pide resguardo anticipado
A la reina de los mares que del cielo a bajado.
Sus oraciones son cantos de cortesía en buenaventura
Atado al mar está su lucha y navega su cordura,
La estrella de los vientos canta en su destello
Su protección en la intricada y osada aventura.
Pone pie en bote o barco, soltando así amarras
Y anclas, con vela fija hacia la corriente
Se anima en los en ramajes dicotomito de aguas,
Recibe con sus aspas de remolino vivas y sediento.
Dejando a la orilla guardada familia y sueños,
Encomendado va al santiguo del alma y cuerpo;
Mirada con rumbo fijo hacia la línea que bordea
Como lienzo unido... el cielo, el mar y la tierra.
Morral en mano, ceñido a la cintura la brújula
Y el ojo que atina la vitácora que vigor aflora
En diana matutina... junto a él van compañeros,
Adiestrados lobos de mar "Barrio de
pescadores".
En punto lanzan sus redes, se vierte en su cuerpo
Sudor y calor inexorable, de ardientes ayeres,
Su piel les dora el rey tornado crisol;
Y Poseidón,
Si es compasivo, mejores frutos dará hoy.
Le rinden continuo honor a la madre Carmelita
Reina del cielo, si bajo tempestades estàn
Ella intercede por ellos... potestad son lamentos
Inmediato para ser atendido a los navegantes,
Naúfragos o pescadores en el coloso mar.
Pronto termina la jornada, si le toca antes
Del poniente, van encendiendo sus ganas al ser
Para poder en tierra encallar, con su diario y tenacidad
Buscan subsistencia cual fardo de mar salado.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri