viernes, 7 de agosto de 2020

ELLA ES POESÍA.

Ella es y será un poema, será para mí, como la más bella de mis poesías, como el encanto profundo de mis emociones, como el más grande amor que me hace sentir escribir para ella, más que mi musa, mi flor más bella, más que mi inspiración, mi princesa.

 

Se convirtió en historia siendo tan sólo poesía, se volvió música mientras leía su cara bonita, al entender su sonrisa ella decía que no era malicia, tan solo era un poema que todos leían pero que nadie sabía lo que decía.

 

Ella es tonada para una canción, ella es luz para lugares oscuros, ella es un símbolo de amor, es ella un poema hermoso, ese poema que nadie entendió.

 

Es ella el principio continuo de mis poemas, leerla me falta y entenderla lo intento cada día, más que una vida, más que una estrella, más que la luna y hasta que la misma tierra, más que cualquier otra cosa, ella sin duda es un bello poema.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

CANCIÓN DEL AMOR SOÑADO.

Con alma desnuda y limpia

le ofrecí mi amor gigante

que vibraba trepidante

en mi numen soñador.

Era mi pasión la lumbre

que iluminaba el camino

que marcaría el destino

de aquella ilusión en flor.

 

Escribía mis poemas

con la brisa del anhelo

que me hacía ver el cielo

con magnífico esplendor.

Mis rimas iban labradas

de místico sentimiento

que viajaba a sotavento

en la barca del amor.

 

De los rayos de la luna

extraía cada verso

que pintaba mi universo

lleno de luz virginal.

Mi corazón de poeta

la miraba insuperable

con la sonrisa impecable

de un arcángel celestial.

 

En mi sueño contemplaba

su mirada tan serena,

que cual bella Thania

mis venas hacía arder.

En su cuello alabastrino

su negro pelo caía

donde brotaba poesía

que inspiraba gran placer.

 

Ella fue la bella diosa

que soñaba conquistar

y por siempre venerar

con el fervor más ardiente.

Mi deseo era tener

sus hechizos florecidos

escuchando los latidos

de su cuerpo efervescente.

 

Pero a veces en la vida

los sueños tan solo son

la romántica canción

del corazón solitario.

Se perdieron entre brumas

los fulgores del encanto

que fuera el precioso manto

que me sirvió de sudario.

 

Con el viento se marcharon

las esperanzas forjadas

que nacieron esmaltadas

por un inmenso querer.

Mi lira una vez sonora

ha quedado muy silente

por la gran pena inclemente

que ha destrozado mi ser.

 

Ahora como un zenzontle

cuyos trinos se rompieron

porque al dolor sucumbieron

cansados ya de llorar;

paso el tiempo meditando

en lo amargo de mi historia

que guardaré en la memoria

como el más triste soñar.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

PRECISAS LO QUE PRECISO.

Precisas lo que preciso

amanecer de trinos en mis colinas

besos que son gorjeos en las bocas,

caricias que paren rayos

y nos parten en cientos

de profundas sensaciones

arrancando alaridos a la piel

fundida en ardor que arrasa

y calcina hasta el hueso.

 

Preciso lo que precisas

apagar el fuego que devora

y cruje en el cuerpo

Precisamos gemidos susurrantes,

estallando en el recorrido

de mi boca por tus veredas,

de tu lengua por mi delta.

 

Precisamos poseernos

pertenecernos...

diluirnos en un solo sudor...

en salivas fusionadas...

en esencias unificadas...

y terminar enredados

en las raíces del alma

deletreando TE AMO.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

QUISIERA ... EN FIN.

Quisiera ser

del vuelo la cometa,

al viento airada,

a un hilo anclada,

al socaire del tiempo.

Una saeta

veloz y apasionada,

surcar la estratosfera.

 

Quisiera ser

aliento enamorado,

febril caricia que no cesa.

Quisiera ser

la noche plateada,

a lomos de sus rayos,

que en su luces cabalgan,

un diamantino beso.

 

Quisiera ser

de la tierra el sustento,

el verde florecer,

un minúsculo brote,

de sus ojos, destellos.

Auroras que beber,

de amor sediento.

Un nuevo amanecer.

 

Quisiera ser

del valor su osadía,

templados nervios,

en las valientes fibras,

soportar el flagelo,

del vaivén de la vida.

La voz tranquila,

del pacer del estío.

 

Quisiera ser,

del verso estremecido,

el temblor de los dedos,

la suave rima,

de un feliz sonajero.

El aire límpido,

de la suave colina,

el tierno terciopelo,

de su piel ambarina.

 

Quisiera ser,

de los cuerpos el hueso,

que sostiene la vida,

en un firme esqueleto,

de savia y armonía.

Un torrente de sueños,

de aguas cristalinas.

 

Quiera ser,

un remanso de paz,

un torbellino,

un tifón, una brisa,

un caudaloso río,

un apacible lago,

donde calmar mis días,

las aspas de un molino.

 

Quisiera ser … en fin,

un sonoro suspiro,

de un pecho que palpita,

un mar embravecido.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

TENGO CALOR.

Tengo calor, ese que se atreve a sentir tu recuerdo como una mueca de cariño,

tengo calor y me saco el atisbo de valentía para que lo veas en mis ojos,

tengo ese calor que todos llaman ganas y yo lo digo con tu nombre,

tengo la rabia que bendice a la lluvia y maldice a las limitaciones y las distancias,

tengo y quiero saber de ti y no me atrevo ni a viajar en los impulsos de mi alma.

¿Quién lo duda si me dejo llevar por la hoguera que me quema y desiderata mi pluma?

¿Quién me saca de este infierno itinerante, sacudido por la peste y la bruma?

¿Quién rasura los trozos de amor que se esparcen en las dudas y las pausas?

¿Quién o acaso debo ser un acopio de esperanzas o de hojas secas acopocadas?

¿Quién me va a reconstruir hoy o mañana con una sorpresiva veta de ternura?

 

Eres mi dama de la oscuridad

que me acechas con el calor de tu cuerpo,

siempre desnuda y fragante desde tus pensamientos.

Cuántas noches sin sentido se vuelven fuego

nuestras pieles, y el olor de tu humedad me transporta.

Que demonio te incita con tantos deseos

que unas pequeñas indecisiones

Dudas y las pausas de buscar una explicación

nos lleve a la muerte sin saber de tu calidez.

Quiero caldero de luz te ilumine los rosados pechos acusadores

me miren y pueda saber que sois ese ángel sexual.

Mi bella dama que te persignas del amor,

que sucumbes en la duda de una hoguera

y en letras me ilusionas con tu amor,

mi cuerpo resiste esta hoguera de calor,

pero te quiero aquí conmigo

y te explicaré de mis sueños de pasión, ser.

 

Tengo un calor que el pecho me quema

será un dilema de arder en el infierno,

será tu amor el que mí vida gobierna

tengo el honor de amarte en los inviernos

que entibia la brisa del verano

cuando sueño estar tomado de tu mano

y quedarnos para siempre abrazados

en el calor de un beso enlazados

con la pasión de los enamorados

que el amor en la vida han logrado ...

 

De que vale tener calor ¿tú no estás?

eres dama de alma fría

Ya no quiero jardines , manchados de ginebra

pero si hojas secas

¡silenciosas!

que de nosotros hablen al caerse,

ven ya muy despacio “anochece,,

no importa el calor, mientras amanece.

 

Te busco entre la oscuridad

y mis recuerdos del amor.

Mi tiempo pasado me dice:

tu corazón vibraba cuando te buscaban, recuerdas?

Hoy reconoces esos apasionados gritos,

los versos llenos de calor y dudas,

vislumbrando todas sus ganas de sentir.

Oigo el frenesí de su búsqueda,

y el gemido de su cansancio.

Hay un tiempo para las reflexiones

un aprendizaje para reconocerla y dibujarla.

Acepto tu boca ya consumida por besos desgastados,

porque sabrán a dulzura,

acepto tu corazón roto y colmado de dudas,

tus pausas y una exógena dureza llamada, vida!

Yo?

Yo sabré tenerte entre mis brazos llenarte de mí,

completar tu amor con amor y hacer de ti,

la gloriosa dama de tus sueños,

contemplando tu hoguera,

socavando tus partes ardientes con mis dedos

y consumiendo toda tu humedad,

hasta que tus labios memoricen mi nombre,

entre la ternura la pasión, y el dolor

de reconocerte a ti misma, como una mujer,

de sangre gitana,

y tan valiosa como tu alma misma.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

miércoles, 5 de agosto de 2020

HOY TE QUIERO HABLAR, PERO AL OÍDO.

Hoy te quiero hablar pero al oído …

En voz baja y con cariño …

Te digo solo a ti …

Que sueño contigo …

Que para mí tu beso

Es un gozo divino …

 

Que me trasportaría al infinito

Y a traspasar las puertas del cielo

Que yo imagino …

Contigo …

 

Y con voz muy baja

Te digo …

Que mi ilusión son tus mimos …

Tus palabras dulces …

Tu cariño …

 

Cierro los ojos y te imagino …

Con tus ojos clavados en los míos …

Y las caricias

Que de tus manos se escapan

Para calmar mi frío …

Imagino tus palabras …

 

En mi oído …

Con tu voz cálida …

 Hablamos de lo que sentimos …

Tú me dices tus deseos

Y yo te digo los míos

Y te confieso …

la tentación que para mí

Es tu boca …

 

Que me imagino …

Llena de una pasión loca …

Tu cercanía … levanta un oleaje

En mis sentidos …

Que quisiera contagiarte, cariño

 

Tus manos

Toman las mías …

Y me recorre un escalofrío …

Quiero besar tu boca …

Y antes de decirlo …

Tú lo has cumplido …

Y en ese momento

 

 Mi imaginación …

Está lanzada a lo infinito …

Puedo llegar hasta el cielo contigo

Porque todo esto yo …

ME LO IMAGINO …

 

Guarda en tu interior …

Si me has oído …

Un poquito de este sueño

Que es el mío …

Y hazlo por un momento

Compartido …

Usa tu imaginación

Como te digo …

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

SI LAS ROCAS HABLARAN.

Si las rocas hablaran.

Escucharías su clamor,

al decirme lo bello que es,

sentir las suaves caricias que dan,

las aguas dulces del riachuelo de amor,

que toca su dureza de vez en vez.

 

Si las rocas hablaran,

te dirían lo dichosas que son,

al contener la furia de tus mares,

cegada por pasiones que emanan,

del indomino ser en cuestión,

que espera doblegar tus pensares.

 

Si las rocas hablaran,

sentirías el placer de vivir,

en esa dureza, que encierra la ternura,

de escuchar los mares que claman,

por paz en tu sentir,

en continua emoción, sin amargura.

 

Si las rocas hablaran,

sus palabras te dirían,

mí firmeza es el estandarte,

que ennoblece los espíritus que abogan,

por entrega en corrientes que trinan,

cómo aves en vuelo de amor puro y desafiante.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

FIEL EN SU RAZÓN DE SER.

Viento de rostro siniestro,

olor que altera el recuerdo,

pebetero permanente,

de un ardiente fuego eterno.

Amores que van tornando,

remodelando sus aspecto,

cincelando sus aristas,

con otros nuevos deseos.

 

El beso cambió de nombre,

suspiro de amor perfecto.

Labios en bronce bruñidos,

no descubren sus secretos.

Boca que entreabierta enseña,

la profundidad del miedo.

Sedujo a la piel el beso,

con su poderoso aliento.

 

La voz se fue dilatando,

por el calor del deseo

y asomándose en el tiempo,

vio su interior al acecho.

El amor cruzó los dedos,

tiempo que abate y mutila,

con la afilada cuchilla,

de su poderoso acero.

 

La mar no sabe de amores,

ni de aventuras o cuitas,

engendra la ira su vientre,

para defender su carne,

de la maldad que la agrede.

Cual gigantesca garganta,

grita su poder altiva,

en un clamor que ensordece.

 

Se fue fundiendo la noche,

con el canto de las sombras,

sordo croar de las charcas,

de vida nocturna ahítas.

El ulular del carabo,

sobre la luz que palpita,

de la lunática sombra,

que en el espacio gravita.

 

Vida bordada de luces,

de oscuridades que miran,

reflejos en los cristales,

que en los espejos seducen,

como seductoras ninfas.

La imagen cuelga del tiempo,

cambiando como la brisa,

proyectada en sus anhelos.

 

Canta el ruiseñor sin prisa,

en su devenir sincero.

Fiel viajero que transita,

a la falsedad ajeno.

Vuela la verdad con él,

en cada pluma que brilla.

Trina en su razón de ser,

en su perfecta armonía.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

A MI ESTRELLA ERRANTE.

Viajaré a muchas galaxias

sin esconder mi luz que es pura

sin sufrir bajo la luna

ni hacer locuras mis noches.

 

Buscaré en el infinito

otra estrella igual de errante

donde no interrumpa el tiempo

ni la vida tan distante.

 

El querer que sea entero,

nunca sea racionado

donde el amar sea la energía

de unidad gravitatoria.

 

Bajaremos a conocer

directamente mi Universo

lugar aterrador, como maravilloso,

tan fascinante, como extraño

lugar donde te darás cuenta

que seremos,  infinitamente inseparables ...

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

NOS INVITAMOSA LA ORGÍA.

¡Desnúdame!, ¡apriétame!, ¡cógeme!

 

Nos daremos sin medida y sin interrogaciones

en la noche elástica de los gemidos, apremiantes.

Te encuentro, me encuentras y nos damos.

 

¡Acaríciame!, ¡báteme!, ¡medítame!

 

Nos decimos con los labios entreabiertos

con las manos cazadoras de los deseos.

Somos tantos, en uno mismo, fundidos,

compenetrados; en la caricia asediadora.

 

¡Úsame!, ¡ámame!, ¡agítame!

 

Eres cuanto quieres ser, eres lo que me apetece.

Soy lo que quiero ser, soy lo que tú pretendes.

 

Somos manos: tímidas, maliciosas, fervientes.

Somos bocas: susurrantes, histéricas, violentas.

Somos pies: huidizos, sitiadores, combatientes.

Somos almas: permisivas, orgullosas, atrevidas.

 

¡Destrípame!, ¡defórmame!, ¡desplúmame!

¡Pregúntame!, ¡frótame!, ¡desvirtúame!

¡Presiénteme!, ¡lávame!, ¡límpiame!

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

ME GUSTA VERTE.

Me gusta verte, anhelo verte, me gusta la sonrisa que dibuja tu rostro, o quizás me gustas tú y qué más da, si te lo dicen mis ojos cada que te ven, desearía poder ver esa sonrisa siempre, moriría por verla cada que amanece.

 

Me gusta la manera tan natural que te define, preciosa musa de mi pedestal, de mis emociones al verte llegar, de mis memorias y pensamientos, de mi corazón al compás de tonadas cuando lo haces vibrar.

                        

Es que no haces más que alegrar mis momentos de rabia, mis días tristes, mis instantes donde pienso que se terminó todo y que no hay salida alguna, es allí donde apareces y mi mundo cambia, es allí donde todo lo oscuro se vuelve claro, donde la tormenta se acaba, iluminado el sol por completo aquel mi día a punto de marchitar.

 

Me gusta verte bella coronada, princesa de mis encantos, me gusta observar tus ojos, ellos que cuando me ven, esconden un gran sentir, me gusta la timidez que despierto en ti, me gusta saber que existes aunque yo no exista para ti.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

EL AMOR ES INSUPERABLE.

Podría iniciar  diciendo, que lo mejor del amor es que sea de otro, que sea ajeno y no irrestrictamente nuestro, sería un planteamiento audaz, pero mentiría, porque el amor tiene competencia fisiológica y como tal, se hace natural en la entidad humana, no solo desde el principio biológico individual que envuelve a cada ser, sino también desde la percepción  del elemento de juri en modo colectivo, donde los humanos, se asocian para cohabitar alrededor de intereses comunes.

 

En los registros de las cosas conceptuales y no tangibles, el amor, antecede a la muerte. No por la simple interpretación literal del significado de la existencia como cosa orgánica, sino por su deducción lógica, al suponer, que no somos capaces de amar todo lo que existe.  Pero todo lo que existe, es susceptible de morir, incluso una piedra, (que es una cosa física ya muerta) puede volver a morir, puede morir —aún más— de lo muerta que ya padece. Partiendo de la premisa de que la muerte implica desaparición del espacio, y renuncia a la interacción dinámica temporal. Si una roca es fragmentada, micronizada, pulverizada de tal manera que sus partículas alcancen propiedades volátiles y evaporables. Estamos presenciando la muerte de algo ya muerto. De allí que el carácter meta orgánico de la muerte, es  en todo caso posterior a la existencia; y sí el amor, es efímero, circunstancial y orgánico (Absolutamente imperfectible y perecible)  desde luego que es necesaria su existencia primaria, para posteriormente, como toda cosa física o conceptual extinguible; morir.

 

La muerte no antecede a nada, de ser así, nada tendría la factibilidad de existir.

 

El amor por el contrario, es  un germen primigenio, se manifiesta antes de la vida y después de ella, está presente en todo simiente creativo adoptando bifurcaciones  emocionales de diversas nomenclaturas, puede que no esté en todas las instancias de los objetos que pueblan el universo, pero es necesaria su presencia; por eso digo, que lo mejor, es cuando es de todos los que nos miran, de todos los que nos persiguen, de todos los que nos aniquilan de todos los que nos esclavizan … de todos. Pero estoy mintiendo; también quiero, dentro de esa insuperable mortalidad del amor, que sea mío.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

martes, 4 de agosto de 2020

EL SABIO Y EL INFELIZ

Sueña, quien crece soñando

y quien mengua, ya no sueña.

Sueña, quien vive sintiendo,

en una suave cadencia.

Vive soñando que es dueño,

quien a riquezas aspira

y soñando se mitiga,

la soga que va ciñendo.

 

Soñar que flotando vives,

sobre la cruda miseria

y soñando sobrevives,

a los golpes que te asestan.

Sueña el rico en ser más rico

y sueña quien nada tiene,

en salir de la indigencia.

Soñando, la vida enseña.

 

Vive soñando el iluso,

con aumentar su belleza

y entre afeites se entretiene,

en una imposible empresa.

Sueña el necio en ser más sabio

y en la ignorancia se queda.

El sabio pensando sueña,

que el saber al fin se enseña.

 

Sueña quien tiene esperanza,

de alcanzar sus viejas metas.

Así, soñando y soñando,

entre los sueños se queda.

Sueña libre quien soñando,

en el soñar se la juega.

Soñar, tributos no cuesta,

si la realidad es ajena.

 

Entre sueño y sueño sabe,

el tiempo en su devenir,

que no importa el porvenir,

sino lo que ocurre ahora.

Soñar es un souvenir,

que se quedará en otrora.

Sueña quien puede soñar,

entre la luz y la sombra.

 

Caminos que recorrí,

entre la noche y la aurora

y soñando desperté,

como despierta la luz,

en la sombra que la asombra.

Soñando limpio el jardín,

de la broza que le estorba.

El sabio y el infeliz,

sueñan en la misma alcoba.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.