lunes, 10 de agosto de 2020

UNA FLOR QUE CONTEMPLAR.

En el filo de la vida,

se debaten los valores,

en un hilo sostenidos,

sobre la daga prendidos.

Traiciones, odios y amores,

respeto, alegría y ritos.

En el filo de los sueños,

bailan ideas y acertijos.

 

El verso rodó en el alma,

como si fuera una lágrima,

de dolor y amor unidos.

Una palabra que vuela,

que sobrevuela el sentido,

la voz cascada en los labios,

atravesando el sonido.

Un sueño, que sigue vivo.

 

Recuerdos en el baúl,

repleto de viejos mitos.

Senderos por descubrir,

de conocimiento ahítos.

Amor como un suvenir,

que la moda se lo lleva.

Una ropa que vestir,

para tapar lo que queda.

 

Amores de corazón,

como huellas indelebles,

grabados a fuego son,

muescas en una emoción,

que llega y nunca se pierde.

Camina, camina siempre.

Zancadas gruesas y finas,

pinceladas en la nieve.

 

Se fue arrugando la piel,

pero tensa la sonrisa,

un alegre cascabel,

en sus armoniosas rimas.

Que no sean de oropel,

las verdades que prodigan,

que no sea su sabor a hiel,

ni sus manos recias limas.

 

En el filo del placer,

se balancean las vidas,

columpios en el saber,

que igual que vienen se van,

en una noria infinita.

Amor de cimientos firmes,

aferrado al corazón

y a la mente que cautiva.

 

Agridulces alegrías,

sabor a harina y a sal.

Solo el tiempo fiel camina,

en su eterno caminar.

Olores en las imágenes,

que en las mente se reavivan,

como un aroma real.

Verso que nunca claudica.

 

Marcharon cosas sencillas,

arrastradas como astillas,

por un destino viral.

Añicos en el morral,

de pasadas pesadillas.

Una flor que contemplar,

por unos ojos que brillan.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

sábado, 8 de agosto de 2020

SÓLO SÉ AMARTE A TI.

Fue el inicio del día, mañana que mis ojos miraban como la brisa del mar azul besaba tu piel, donde mire tus ojos tristes que el cielo azul me imaginé de ellos me enamore, donde pensé de amarte en una noche de estrellas con sus destellos de color azulado.

                        

Azul son las aguas del mar de amor de tu corazón, donde siento que navego mientras mis manos acarician tu cuerpo, mientras los sentimientos flotan en tu mar de amor y mis ilusiones florecen con pasión como el cielo azul celeste en tu alma como las nubes blancas en cielo azul del universo.

 

Es un amor azul como el mar de amor de tu corazón, como el cielo y el gran océano, de sentimientos, amor, pasión y anhelos.

 

Es un sentimiento de amor que nació, entre los dos con el destello del lucero, que nos alumbra desde el cielo con el azul de las estrellas, como tu mirada de ilusión que me enamoro.

 

 Azul cuando de mis ojos cae una lagrima de amor desde mi corazón, como la pureza del perdón, tan puro y tierno que embriaga mi corazón de amor.

 

Eres un manantial de amor, eres el milagro que tanto espere, eres la niña y el amor que tanto soñé, como tu inocencia que llena mi ser y quiero comprender siempre y tu príncipe azul por siempre seré.

 

Eres mi lo cura que siempre tendré, aunque no esté junto a ti, eres un rayo azul que de la luna nació y llego a mi corazón, como el azul del arco iris que des pues de la lluvia nació como tu amor en mi corazón.

 

Por siempre serás solo tú en mi alma y mi corazón como azul que soy yo en el amor mi alma y mi corazón.

 

Porque azul es tu amor en mi corazón

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

LO QUE ME GUSTA DE TI.

Cómo me gusta cuando sonríes

por las mañanas al despertar.

Riegas tus flores, feliz te vistes.

Y nos sentamos a conversar.

 

Cómo me gusta cuanto te pintas,

tus bellos labios, rojo carmín.

Hasta te envidian las margaritas,

cuando les hablas en tu jardín.

                                                

Cómo me gusta cuando me miras

y te perfumas sólo por mí.

Cuando me dices que tú eres mía.

Me vuelvo loco, loco por ti.

 

Cómo me gusta cuando bailamos,

la sinfonía de amor, tan juntos.

Cuando acabamos tan extasiados,

y tú eres mía y yo soy tuyo.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

LOS AMANTES.

Los amantes

se desnudan en las noches,

... en las tardes

y también de madrugada;

se desnudan en los bosques

más oscuros

al igual que en el rincón

más imprudente.

 

Los amantes

se desnudan en las playas,

en las arenas del desierto

(y... acaso en el convento)

Los amantes

se desnudan en su cuarto,

si hace frío

o si arde un cruel verano;

se desnudan bajo la luz

de las estrellas,

se desnudan con las caricias

de la luna

o con el rayo avizor

del mediodía.

 

Los amantes

se desnudan

simplemente... ¡con mirarse!

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

DÉJATE LLEVAR ...

Dejarse llevar,

en la corriente del río,

flotar como ausente,

en la caricia líquida,

de su fortuito brío.

En la mar ser un átomo,

de su cuerpo ciclópeo

y en la cresta de la ola,

viajar como perdido.

 

En un lugar ingrávido,

flotar en el vacío,

ajeno a los vaivenes,

del grávido sentido.

En el tranquilo lago,

en su cuerpo translúcido,

soñar sobre su piel,

en su cristal dormido.

 

Suave roce travieso,

como un ser fugitivo,

que en la atmósfera vaga,

cual viajero perdido.

El delicado beso,

que apenas roza el ánima,

etéreo como un hilo,

de un efluvio que pasa.

 

Un sentido que aflora,

en la mente escondido,

cual promesa guardada,

en las hojas de un libro.

Una pasión que inflama,

al minúsculo músculo,

la emoción que derrama,

dejando un tibio surco.

 

Se fue el halcón del nido,

plumífero viajero,

la sabia luz que vive,

en su atenta mirada,

en sus ojos certeros.

En el plumaje el viento,

de su majestuosa calma,

en su armonía innata.

 

Sentir la tierna brisa,

sobre la faz serena,

una cálida noche,

donde la Luna ama.

El flujo que te envuelve

y que el embrujo salva,

con sus manos de magia.

Una sombra que pasa.

 

El sabor de la tierra,

de su carne mojada,

olor en las entrañas,

a vida que renace,

del vientre que la pare.

Una hoja que cae,

silenciosa y atávica,

de un libro de añoranzas.

 

Dejarse adormecer,

con la suave tonada,

de una voz que palpita.

Una cálida sábana,

un cuerpo que se gira.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

ME ESPERASTE EN TU VENTANA.

Me esperaste en la ventana al saber que ya me querías,

Que tu corazón latía cada vez que a ti me acercaba,

Y te decía al oído todo lo que te amaba,

Que yo era el hombre con el que siempre soñaste,

El que elegiste para ser feliz,

El que esperaste toda la vida,

Aquel que te daría amor en las noches

Y calor en las madrugadas,

Me esperaste en la ventana,

Al saber del tiempo que espere por sentir tus besos,

Por tocar tus cabellos negros como el azabache,

Por sentir tu piel blanca como las rosas,

Por ver tu cuerpo de mujer sobre mi cuerpo,

Y por conocer el calor de tus manos

Bajo la luz de la luna llena.

Me esperaste en tu ventana,

Alegrándose tu corazón al saber de mi llegada,

Por eso cada vez que me recuerdas

siempre abres tu ventana,

Allí donde te enamoraste de mí,

Allí donde te sentiste enamorada.

 

Me esperas en la ventana de tus sueños

Sabiéndome toda tuya y yo sabiéndote todo mío.

En una cita que ni la distancia nos importó para sabernos

En la ventana de los sueños, de los dos. Ahí donde mis besos

Te saben a miel y donde tus besos sacian mi sed.

Me esperas en la ventana verde donde nos encontramos

Noche a noche, para darnos todo lo que nos debemos de ayer,

De hoy y de mañana, con ansias de poseernos en cada palabra

Que en poesía nos damos, con besos, abrazos y pasión que nos

Funde en cada abrazo y con los ojos nos besamos y con palabras

Nos entregamos en noches enteras de pasión, fuego y amor.

Me esperas todos los días en la ventana de los sueños de los dos.

 

Me esperaste en tu ventana

hasta que yo retornara,

tanto en noches y mañanas

con la vista agudizada...

 

Hacia el final del camino

donde llega la lomada

y se pierden los destinos

de aquellos que allí pasaran!

 

Detrás de la gran ventana,

tú me esperaste, mi amor

y hoy que te tengo abrazada,

te digo ... Hola, aquí estoy!

 

 

Me esperaste en tu ventana con tu alma esperanzada,

Vestida de verde como los cactus que viven del agua,

Al saber que cuando llegara, te regalaría mis besos

Y te diría con mis palabras que te quiero recostado en la ventana, que eres la mujer que más recuerdo, la que más yo anhelaba.

 

Te asomaste en la ventana con tu pelo despeinado,

solo para saber si todavía te quería, si sentía por ti,

lo mismo que tú por mí en las mañanas,

Y si todavía quiero tus caricias y tus besos que me endulzaban el alma.

Me esperaste en tu ventana con las uñas arregladas,

y no te arrepentiste mi mujer de fuego y gracia,

pues llegue rápido como un rayo,

para con un abrazo hacerte mía,

mientras me decías con una caricia

todo lo que me amabas.

 

Tras esa inmensa ventana

me esperabas con amor

y hoy que te tengo en la cama

me entregas tu corazón.

 

Yo te colmo de caricias,

de ardiente fuego, pasión

y recorro tus delicias

con mi viril creación ...

 

Mientras la luna nos mira

detrás de tu gran ventana,

y con su luz ilumina

a estos cuerpos que se aman!

 

Y me esperaste en tu ventana,

sintiendo, la luz de sol

la inmensidad de la mañana,

el dolor, atravesando el corazón

Esperanza que guardabas,

en el pretil de tu alma

a veces, con miedo y ansias,

otras cargadas de amor y calma

Y me esperaste en la ventana

clavando en mi recuerdo tu mirada

clamando a gritos mi vuelta

rogando que a tus brazos llegara.

 

He llegado tarde, ya no pude encontrarte, unos dicen que te fuiste calle abajo , otros que moriste de tristeza.

Mas nadie lo sabe, sólo me dijeron que siempre te veían sentada en tu ventana esperando aquel, aquel que un día le entregaste tu amor .

Y aquí estoy , queriendo encontrar tu mirada, al pasar frente a tu ventana donde siempre me esperaste.

Estoy al pie del arroyo, debajo de la sombra de la ceiba , en el mismo lugar donde te entregaste a mí y te prometí que volvería , hoy volví y ya no te encontré .

No sé si escuches mi voz, en donde te encuentres , no sé si puedas mirarme, si tan sólo pudiera tocarte.

Lloro de tristeza a ver que he llegado tarde y no encontrarte, sé que vendrás , ahora yo te esperaré, sentado en la misma ventana donde me esperaste , sé que un día vendrás por mí, cuando veo una ventana que se abre aparece tu recuerdo es ahí donde te espero aunque te hayas ido. Mi cabello encanecido sabe de esperarte cuando te celebro con todos mis sentidos!

 

Me esperaste en tu ventana, oh mi mujer amada, con tus cabellos de color negro sobre tu pecho y con tu alma desnuda, al decirme que me amabas cuando te amé con un beso y te dije que también te amaba. y que sin ti no sabría qué hacer, pues me abrumaría tu ausencia al no poder estar contigo en la ventana.

Pero como sé que todavía me quieres, siempre pienso en volver a esos campos verdes desde donde miraba hacia tu ventana, para ver a qué hora llegabas, para luego llamarte con un silbido y ver toda tu belleza iluminando la mañana.

Prometiéndote después que te querría cuando a tu ventana llegara, que te besaría, que acariciaría tu cuerpo , y que te amaría con todas las fuerzas de mi corazón mi mujer hermosa, mi mujer más amada.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

NOCHE ESTRELLADA.

Esta noche estrellada me puse a pensarte sobre el balcón de mis recuerdos, y en cada uno de ellos, detallando las tardes de ensueño que vivimos por primera vez, en donde admirado quede de lo bella que te reflejabas en el crepúsculo de aquel hermoso atardecer.

 

Muy sonriente mientras bajaban lágrimas de tristeza por mis mejillas se dibujó una sonrisa en el cielo oscuro pero brillante de radiantes luceros, pasando uno de prisa pedí por deseo que siempre estuvieses feliz y que me recordaras como te recuerdo.

 

Los latidos de mi corazón y mis pulsaciones van mucho más de prisa cada que pienso en ti, cada que te recuerdo, eres como un desfibrilador dando una energía a máxima potencia para hacer volver mi alma al cuerpo, eso eres tú, cada que te recuerdo.

                                       

Esta noche pensare que me piensas como te pienso, que me extrañas como te extraño, que te entristeces como triste me encuentro en esta noche estrellada de recuerdos.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

viernes, 7 de agosto de 2020

NO ES PECADO AMAR.

Sobre una vereda,

en la cima de la nostalgia

se encaminan los anhelos,

y el centro gravitacional

de las entrañas se derrite,

en trozo de palabras;           

un erial de fúnebre desconsuelos

aguarda el retorno del cuerpo a la tierra,

y es la noche facsímil a labios

que mudos dicen un adiós fragoroso;

el rostro gélido intenta ser elocuente

pero sus músculos están rotos,

de tanto reír junto a la muerte;

el mar se traga sus palabras

y las ramas en protesta se desprenden

en lluvia de mustias hojas,

ya la noche no se viste de amor,

es su atavío: melancolía y escozor,

y el amor, tan breve,

hace que en la distancia la fe se quiebre.

 

El líquido febril que empana tus entrañas,

con vehemencia se interna hasta tu alma,

-lavas tus abscesos-... la inquietud en que te bañas

te priva de nuevos soles vedándote el sosiego,

¿y has amado mucho?, no es pecado amar,

amar duele, lo sé, lacera la piel del corazón,

quien luego gime, porque sólo amor sabe conceder

y no siempre será correspondido, eso turba a la mente;

si lloras, está bien, Niña no te contengas por ahora,

que sea el fluido de tus ojos fuente de paz,

que cada gota sea un brillo sobre tu rostro,

así tus alas se abrirán para que al reino del amor llegue.

 

En actitud guerrera, arremetes

en tu mundo interior contra ángeles oscuros,

demonios que destrozan tu alma con maledicencias,

amordazar a tu alma te propones,

¿acaso, permanecerás inmutada?,

no, no lo harás, tu espíritu prorrumpirá

y tus embates impactarás contra aquello

que te agobia, el recinto de espectros se desplomará,

y paulatinamente emergerá la paz

en la planicie de tu alma buena,

así en tus insomnios bajo el manto de la noche

aceptarás los amores y también los desengaños,

vivirás más entre las flores en la luz del día

y esfumarás de tu reino los causales de tus lesiones;

aunque antes, mujer, deberás vivir en duelo,

el lapso necesario hasta sanar tus laceraciones,

morirás varias veces y resurgirás en nuevas vidas,

porque muerte y resurrección son el camino a la gloria,

has amado mucho y eso es al mismo tiempo tu don:

embelesos para tu alma y heridas para tu corazón.

 

Luego de las tempestades arribará el sosiego,

pero mientras en el trance, la zozobra es nefasta,

si desde ya el trayecto es un desafío -aun entre dos-,

es mucho más, en el abandono... tal como el ciego

que hallándose próximo a la puerta no sale del encierr o,

así del mismo modo, bajo la pesadumbre se sucumbe,

más la fe, la esperanza y el amor, hacen vibrar al centro,

el espíritu se exalta, y en amar más, mucho más se empeña,

para merecer la dicha de trocar los inevitables dolores,

transmutándolos de amargos a dulces, en el interior,

así, el amor aunque duele, emerge una vez más como nueva flor.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

UNA LUZ CEGADORA.

Sobre ese mármol frío,

marmóreas sensaciones,

heladas emociones,

congeladas ideas.

Una opaca mirada,

en la velada cara,

donde un rostro vacío,

de recias expresiones,

se congela en la nada,

seco cauce sin río.

                                       

Locuras enlatadas,

de variopintas flores,

sobre normas estrictas,

de ágiles vendedores.

Solo queda la prisa,

si la mente se encoge.

Una leve sonrisa,

entre seres sin nombre.

La batalla creciente,

del hombre contra el hombre.

 

Una luz se vislumbra,

en la gélida niebla,

donde el aire se espesa,

donde la voz se quiebra.

Una franca sonrisa,

se adivina en la sombra,

de la sombría neblina.

La indeleble caricia,

perenne se prodiga,

en la agitada Tierra.

 

Corazones ausentes,

presentes entre rejas.

Viajero impenitente,

allende las fronteras,

de su fluida mente.

En sus pasos cadentes,

se complace la brisa,

envuelta la figura,

en un Sol envolvente,

cada huella una esquirla.

 

Fragmentos de cordura,

maniatados se fueron,

suspirando entre brumas,

unas gotas del alma,

un bálsamo que cura,

en la estepa que abrasa.

Una luz cegadora,

oculta la mirada,

encubre la locura.

Un amor que comienza.

 

Cenitales amantes,

sobre la piedra dura,

en la pétrea estructura.

La corriente continua,

del cariño naciente,

una rosa en la tundra,

floreciendo sin dudas.

El amor recurrente,

de una vida sencilla,

en la maraña oculta.

 

El águila no sabe,

de rejas ni fronteras.

Palabras lisonjeras,

de unos labios de bronce,

no subyugan ni medran,

no salvan ni seducen.

El ave no conoce,

de mentiras ni ofensas,

en su verdad no esconde,

ni odios ni querellas.

 

Volverá la ternura,

abierta entre los goznes,

de las cerradas puertas.

Un leve fisura,

que la vida atraviesa,

una hermosura innata,

de locura y cordura,

en la pupila nítida,

de unos ojos que hablan,

en sus lágrimas místicas.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

ELLA ES POESÍA.

Ella es y será un poema, será para mí, como la más bella de mis poesías, como el encanto profundo de mis emociones, como el más grande amor que me hace sentir escribir para ella, más que mi musa, mi flor más bella, más que mi inspiración, mi princesa.

 

Se convirtió en historia siendo tan sólo poesía, se volvió música mientras leía su cara bonita, al entender su sonrisa ella decía que no era malicia, tan solo era un poema que todos leían pero que nadie sabía lo que decía.

 

Ella es tonada para una canción, ella es luz para lugares oscuros, ella es un símbolo de amor, es ella un poema hermoso, ese poema que nadie entendió.

 

Es ella el principio continuo de mis poemas, leerla me falta y entenderla lo intento cada día, más que una vida, más que una estrella, más que la luna y hasta que la misma tierra, más que cualquier otra cosa, ella sin duda es un bello poema.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

CANCIÓN DEL AMOR SOÑADO.

Con alma desnuda y limpia

le ofrecí mi amor gigante

que vibraba trepidante

en mi numen soñador.

Era mi pasión la lumbre

que iluminaba el camino

que marcaría el destino

de aquella ilusión en flor.

 

Escribía mis poemas

con la brisa del anhelo

que me hacía ver el cielo

con magnífico esplendor.

Mis rimas iban labradas

de místico sentimiento

que viajaba a sotavento

en la barca del amor.

 

De los rayos de la luna

extraía cada verso

que pintaba mi universo

lleno de luz virginal.

Mi corazón de poeta

la miraba insuperable

con la sonrisa impecable

de un arcángel celestial.

 

En mi sueño contemplaba

su mirada tan serena,

que cual bella Thania

mis venas hacía arder.

En su cuello alabastrino

su negro pelo caía

donde brotaba poesía

que inspiraba gran placer.

 

Ella fue la bella diosa

que soñaba conquistar

y por siempre venerar

con el fervor más ardiente.

Mi deseo era tener

sus hechizos florecidos

escuchando los latidos

de su cuerpo efervescente.

 

Pero a veces en la vida

los sueños tan solo son

la romántica canción

del corazón solitario.

Se perdieron entre brumas

los fulgores del encanto

que fuera el precioso manto

que me sirvió de sudario.

 

Con el viento se marcharon

las esperanzas forjadas

que nacieron esmaltadas

por un inmenso querer.

Mi lira una vez sonora

ha quedado muy silente

por la gran pena inclemente

que ha destrozado mi ser.

 

Ahora como un zenzontle

cuyos trinos se rompieron

porque al dolor sucumbieron

cansados ya de llorar;

paso el tiempo meditando

en lo amargo de mi historia

que guardaré en la memoria

como el más triste soñar.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.