domingo, 20 de septiembre de 2020

CARTA DE AMOR.

Querida mujer:

En la distancia, en la cual nos encontramos,

Te escribo estas notas para encontrarte

Y acortar la distancia que nos separa.

Sólo con pensar que te llegará, me hace feliz.

 

Aún llevo impregnado en mi cuerpo, tu fragancia

está aquí en cada momento.

Aún en la minúscula cosa que dejaste en casa.

Todas, tanto como yo, esperan por ti.

 

El fuego de tus labios aún besan mis labios.

Tu amor me ha tatuado hasta el alma,

he dedicado todo este tiempo a cuidar de tus jardines.

Y a pensar en ti a cada momento.

 

Cuando me levanto, todas las mañanas,

Entono la canción que sé, que más te agrada.

Me pierdo en los recuerdos, al son de la guitarra.

Aún escucho tu voz mujer amada.

 

Sé que donde te encuentras deseas ya volver.

Y alistas las maletas, para a mi retornar.

Quizá será mañana, tu mente puesta está,

Ya arreglo ya mi estancia para verte llegar.

 

He plantado rosales a la orilla del mar,

He plantado jazmines y lirios para ti.

Golondrinas del norte en este nuestro hogar

Ya han llegado desde antes para oírte cantar.

 

Espero que al momento, de recibir las notas

Te encuentres bien amada mía, con salud y con fe

Te amo, te amo tanto, mi querida mujer …

Que ya se me está haciendo tarde para volverte amar.

 

Con amor...

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

AMOR DE CARNAVAL.

Camina sobre el tiempo, si camina,

llevando en las alforjas lo secreto,

de miradas los ojos siempre abiertos,

buscando complacer el sentimiento.

El tiempo se deshace entre los dedos,

como vive en el amor y el sufrimiento

y va cauterizando las heridas,

hendidas en el alma y el cerebro.

 

Amor que se diluye como el verso,

en la sima donde viven los anhelos,

buscando en lo remoto y lo profundo,

los más íntimos y vívidos secretos.

Amor que entre las notas va soñando,

enredado entre verdades y reflejos.

Amor que fluye libre cual aliento,

como un suspiro que se lleva el viento.

 

Como ave migratoria viaja lejos,

envuelta en los zarpazos de los vientos,

fiel viajera que sabe su destino

y el batir de sus alas va marcando,

la silueta a contraluz de su deseo.

El canto va trazando los senderos,

en el aire, eternamente etéreos,

amores palpitando, en su volar sincero.

 

Camina sobre el tiempo, si camina,

entre nubarrones cernidos en el pecho,

veletas al albur de los zarpazos,

que prodigan verdades y misterios.

Subyuga la pasión de sus quehaceres,

consumiendo sin respeto sentimientos,

en aras de un supuesto paraíso,

que queda sumergido en el recuerdo.

 

La voz quebrada sangra entre los labios,

con heridas al aire, al descubierto

y van haciendo surco las verdades,

entre las notas mágicas de cuentos.

No sabe el ruiseñor de fantasías,

su vida exenta está de privilegios.

La sangre así se queda congelada,

del frío del interior que torna a hielo.

 

Amor que entre los vientos se desplaza,

buscando un corazón entre los cuerpos,

inane cuando encuentra la muralla,

que frena sin piedad su impetuoso anhelo.

Amor de carnaval como una noria,

que gira sin parar buscando el centro.

La suave claridad se ha vuelto noche,

enredada en realidad y sortilegios.

 

Camina sobre el tiempo, si camina,

buscando sin cesar a su gemelo,

no sabe de rencores el zorzal,

el viento se ha llevado los misterios.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

jueves, 17 de septiembre de 2020

DONDE ESTÁ MI MEMORIA.

Olvidé la olla en el fuego y se quemó la sopa, en el jardín se rebalsaron los canteros, olvidé la canilla abierta con la manguera en los rosales, la ropa quedó en el lavarropas sin tender, tampoco recordé que lo había encendido. Puta memoria la mía, vive haciendo estragos desde que te olvidaste de mí piel, de mi voz, de mi temblor, pero la muy puta como dijera Sabina no logra desterrarte de mí razón y corazón.

 

Mientras pierdo mis llaves o me meto a contramano por una calle solitaria, o me olvido de comprar el café que es mi droga preferida después de vos, o los puchos que había dejado de consumir y tu olvido me empujó a volver a besar sus filtros como si fueran tus malditos labios; mi memoria, esa idiota memoria, que olvida las hornallas prendidas, o extravía los lentes y deja por cualquier lado sin luego recordar cartera, llaves, celular y mi propia vida, solo se empeñan en traerte a mí, en cualquier rincón de la casa. Y hace repiquetear tu nombre como una campana llamando a duelo o un clarinete tocando en retirada.

 

Te trae en la frialdad de mi lecho haciéndome sentir tu ausencia, te revuelca en mis labios ansioso de aquellos besos que encendían mi piel y mantenía permanente ese fuego encendido en mi cuerpo como esas hornallas que olvido por tu culpa de apagar. ¡Carajo! ¿qué has hecho de mí? de mi razón, de este corazón que era piedra y has convertido en mísera mantequilla derretida, qué has hecho con esta memoria mía que todo lo olvida mientras solo recuerda y recuerda el bosque espeso de tus ojos, tu voz insólitamente de pibito adolescente que hacía temblar mis piernas al oírla cruzar kilómetros a través del celular, tu piel, tu rostro y todo aquello que cada pedazo de tu existencia despertaba en mí.

 

¿Cómo recupero la cordura? Cómo vuelvo a recuperar esta memoria que devasta mi existencia y hace que olvide la seguridad de mi casa y mi vida solo por mantenerte vivo en los laberintos de mi mente y en cada milímetro de esta carne que aún vibra cuando te recuerdo besando cada pliegue, cada lunar, sus colinas y sus abismos.

 

Cómo hago para que olvide tu fuego y mi infierno, tu veneno y mi antídoto, mi enfermedad y el placebo de tu sexo. Por Dios cómo vuelvo a ser esa mujer que pisaba firme y se reía de quienes perdían la cabeza por un amor y hoy he perdido mi cabeza, mi memoria y mi corazón quien sabe dónde o más bien yo lo sé muy bien, mientras se quema mi comida y mi casa se incendia con toda mi vida dentro y tú olvidaste cómo y cuánto yo te amaba solo por tu maldita cobardía.

 

Cuando recupere las llaves de mi corazón construiré una muralla de piedras mucho más fuerte que la muralla china y un gran laberinto en su entrada que impida a cualquier cobarde llegar hasta él. Juro que nunca dejaré un puto fósforo cerca para que nadie vuelva a encender una fogata y con esas llaves recuperaré esa memoria que tenía y por años me había preservado de caer en esta sin razón donde todo lo olvido menos a ti, a ti que me has robado la memoria y me has convertido en este peligro que camina por las cornisas del único recuerdo que me lleva solo a añorarte, amarte, desearte y morir minuto y minuto extrañándote. Solo necesito saber dónde dejé esas putas llaves.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

AMOR EN VERSO.

De afán ahíto,

el campo de amapolas,

bordado de colores y de ritos,

templo de belleza presto y rico,

de rojos junto a ocres y amarillos.

La flor erguida,

de sangre verde alimentada,

se posarán los ojos como aves,

en los atardeceres mariposas,

para ver como bailan.

 

El verso entre las manos,

se ha quedado dormido,

una flor en maceta descubierto,

como un ignoto tiempo deseado.

Amor entre los dedos doloridos,

un penacho de notas se ha creado,

un florido cordón se ha revelado,

atando las notas y los versos.

La sangre acude presurosa,

al verso enamorado.

 

Un sin fin de locuras,

entrelazados corazones hechos,

de entre las voces simples,

de hermanadas razones sortilegios,

Luciérnagas ausente de derrotas,

en corazón envueltas con ternura.

La Luna observa el verso enamorada,

argentaria pasión que vive y mima,

a las enamoradas caracolas,

en cálidas sábanas de la aurora,

en los placeres de las carnes locas.

 

Daré mi corazón por alimento,

tendido sobre el manto de la pena,

que no existe castigo ni condena,

que al amor derrote con cadenas.

Daré sentidos versos,

a la faz desmembrada de la tierra.

Amor que se desplaza en el tormento,

como gaviota en busca de pitanza.

Una corriente tiembla entre los ecos,

de la vida corriente enamorada.

 

De afán ahíto,

se bañan las cascadas de los sueños,

cascabeles que bailan como gritos,

en los bellos recuerdos de la almohada.

Una pasión se va, pero otra viene,

llevando el corazón por alimento.

A los desarbolados corazones,

llegará el amor como sustento,

ungidos de placeres con los versos,

prendidos en afanosos dedos.

 

Daré mi corazón y en el momento,

en que el Sol y la Luna se declaren,

vaciaré el contenido de mis versos,

en otros corazones que se amen.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

martes, 15 de septiembre de 2020

LIBERA DE PRISIÓN LOS SENTIMIENTOS.

Envuelta la justicia en celofán,

agrietadas las manos que perdonan,

el respeto en su afán desarbolado,

rendida la razón en los que odian,

no sabe de derechos la mazmorra,

ni lloran de dolor los que se van.

Una palabra, tan solo una palabra

y un gesto reclamando libertad.

 

En la tétrica noche se la lleva,

bajo la sucia capa de la envidia,

nunca jamás descansa la mentira,

bordada de oro y plata por demás.

Al borde se retuerce la codicia,

sabe más de matar que de justicia,

durmiendo va viviendo la desidia,

que va vistiendo al necio en su diván.

 

El rojo amanecer en fuego ardiendo,

arropa con su luz la desnudez,

un fuego universal que arde sintiendo,

en su ceguera la falta de verdad.

No se seca el sudor con el deseo,

ni las lágrimas ruedan sin motivo.

El mar no se conforma con ser mar,

quiere ser un dios embravecido.

 

Palabras, más palabras, más secretos,

vorágine de sombras y de encuentros,

una tierra brutal de hierro y truenos,

un nutrido arsenal de miedos y desprecios.

Se ha roto la razón por la mitad

y ronda la verdad por los aleros,

zurcidas la cabezas con la urdimbre,

de nuevos y vacíos sentimientos.

 

Doblado el corazón viviendo estanco,

en pétrea solidez sigue menguando,

la dura sordidez de sus encantos,

se ha vuelto de papel, página en blanco.

Que salve la razón vida y quebranto,

con la emoción sencilla de un anhelo,

que sabe a corazón enamorando,

un rayo entre la luz que se ha deshecho.

 

Libera de prisión los sentimientos,

desdoblando el amor que quedó preso,

abriendo el corazón cerrado en falso,

que el egoísmo ha herido con su acero.

Renueva la ilusión que se ha perdido,

entre siniestros y oscuros recovecos.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

EN EL MÁS BELLO POEMA.

Le espero en el ocaso de los tiempos

En el ir del viento por entre el desierto

Le espero siempre entre mis abismos

En la oscuridad de aquellos recuerdos.

 

Le busco en la eternidad de sus besos

Entre mis manos hacedoras de caricias

Le busco en la profundidad de mi alma

Entre cada latido de mi triste corazón.

 

Le deseo tanto en mis madrugadas

En el despertar inquieto de mi cuerpo

Le deseo en el borde de sus labios

En la impaciencia de nuestras locuras.

 

La encontraré en el amanecer de siempre

En la lluvia que me moja tiernamente

Entre las estrellas que evocan su mirada

La encontraré allá en  sus sueños tan míos.

 

Entonces volveremos a ser nosotros

Sin importarnos tiempo ni espacio

Seremos luz infinita y perpetua

En el más bello poema de amor…

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

ALCANZARÉ AL ARCOIRIS.

Algún día alcanzaré el arcoíris

Y en cada uno de sus colores

Pintaré los retazos de mi historia

Los pasos recorridos y también los rotos

 

Resucitaré del olvido

Viajaré por coloridos senderos

Seguiré buscándote en el cielo

O en las nubes de la alborada

 

Sé que tratarás de enterrarme en el olvido

Pero al ver los colores del arcoíris suspirarás

Sabrás que hasta en el cielo infinito te amé

 Como nadie en la vida te amo y … llorarás

 

Los colores del arcoíris hablarán por mí

El verde te recordará la promesa

De amarnos eternamente

Y que ya guardaste en la oscuridad del ayer

 

El rojo mi sonrisa llena de esperanza

Aquella que te invitaba a vivir

A levantarte cuando sentías el paso del dolor

A sonreír cuando la nostalgia invadía tu ser.

 

Algún día alcanzaré el arcoíris

Y por sus colores viajaré

Te llevaré en mi pensamiento

Te amaré en el cielo infinito.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

ABRIDLE PASO A LOS CIELOS.

A ti, mi padre del alma,

te digo desde el silencio

que tu ausencia es disfrazada

por un velo de recuerdos,

que te fuiste una mañana

sin despedidas de duelo.

 

Nunca caído en arrojo,

mi padre yace sereno

sobre una cama de plomo,

sobre una almohada de hielo.

Mi padre gritó muy hondo

y su voz calló a los viento.

 

Luchaste contra la muerte

sabiendo que ibas desnudo,

luchaste con el coraje

del mejor quinto del mundo,

sin corazas ni atalajes

y de lanza, el orgullo.

 

Te adentraste en mil caminos

con forma de galerías.

Hollaste el más alto pico

del monte de la alegría

y venciste a los abismos

y a las sombras de la mina.

 

¡Cuánto ejemplo en tus acciones!

¡Más cuánta consagración!

Te llevas lo que los hombres

debieran mostrar a Dios,

entrega sin condiciones

y principios de Señor.

 

Te vas porque te has de ir,

porque el vigor no es eterno.

Nadie te ha visto morir

porque no mueren los buenos.

Suena un toque de clarín:

¡Abridle paso a los cielos!

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

A LA VIDA QUE ENCUENTRO Y AL POETA QUE SUEÑO.

A la vida que encuentro dentro de los sueños, a mi amor de primavera busco en todos lados,

a mi afán de vencer en un verso mago la pasión que susurra todo mi pasado,

A las búsquedas dejo mi pluma enconada, a l futuro dos mangos y al presente mi vaso,

me bebo el sol las estrellas trago para hilvanar las noches de lujuria y él te extrañó.

A mi loco amor que ha desenvainado la lucha por ser eterno enamorado,

le digo si y voy acelerado, en mi caballo blanco que sueña su paso.

Soy una gitana que dejó sus bruces y partió al galope a soñar el dulce,

néctar que llevaba desde aquel suspiro cuando se lo dije a ese mi destino.

No fue por capricho o por desatino, como cuando muerdes todo tu delirio,

salió de mi boca amor, amor mío, mío desde el alma te lo dije lindo.

 

Ah mi brisa de primavera

que apareces y me rescatas.

Eres como la flor que nace entre el silencio primaveral, y vienes y me besas, y siento el dulzor de tu lengua atrevida.

Me abrazas con un raro perfume que me consume

aplaca mis ansiedades y sucumbo en tus pensamientos

de lujuria y pasión.                        

Por las noches, entre mis sueños, estás allí en tu blanco caballo con su erguido caminar, floreciendo tus cabellos de gitana al viento insultando al futuro para que en nuestro presente, tengamos desnudos nuestros cuerpos entre senos acusadores y vientres blancos, lo prolonguemos con tanto amor que nos haga eternas cenizas, que nos haga el amor.

 

A la vida que encuentro le regalo jarrón de rosas y perfumes de sueños, porque ella me dio lo más sagrado: la ternura de mi madre, la sal de la sonrisa, el amor de la familia, el calor de los amigos.

Y al poeta que sueño, le doy mi amor entero, porque en sus brazos palomas experimenté cielos nuevos.

 

Por los mares del sur labro el día a día, es

la vida bonita que sustenta mi carne

los sentimientos que alimentan mi alma,

se oyen por las mañanas cantos de pericos,

y el sol prometiendo un nuevo día en la alborada,

y atisbo horizontes más allá de los sentimientos

donde el espíritu vive he de encontrarte tejiendo

los versos al mismo amor que yo lo hago.

 

Con cariño yo lo hago así mismo es el destino,

así mismo me encuentro porque vivo,

porque quiero de todo, y eso incluye

el buen vino, el beber del olvido.

la manera desigual para decir,

no era mío!, pero no pierdo de vista el mar

que miro, las olas que hablan de lo lindo.

la belleza del mundo es mío.

es el pan de vida por el que suspiro.

no puedo desistir sino hay tarde gris,

así como hoy que toda la noche sea para ti.

vuela por ti, sé bueno por mí,

luego en paz y en calma

hazme venir..

 

A la vida que encuentro y que me hace pequeña,

a la vida que enciendo en momentos de risa,

al poeta que soy cuando mueven mi pluma las palabras que suelto en un claro de luna.

a la vida pasión y a mis versos su olor,

el de flores que caen cuando muere la tarde,

otro dìa nublado sin la lluvia y el sol,

y yo buscando tu rostro, el abrazo y tu voz.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

lunes, 14 de septiembre de 2020

INDECISOS ESPEJOS.

Sobre la arena,

el misterioso aroma,

preludio de pasión,

en la tarde temprana,

que los instintos libra.

Una ráfaga de aire,

se amontona,

una versátil ola,

una gaviota grita,

en la atmósfera cálida.

 

Navega el pensamiento,

entre emociones vibra,

batel que abraza al mar

y se alimenta,

de la olas que baten,

su incierta travesía.

En un soplo de vida,

la frágil criatura,

emerge del sentir,

como un lamento.

 

En un fugaz momento,

la larga singladura,

en un instante,

al volver la locura,

se fue muriendo,

como se extingue el viento.

Recóndito misterio,

que padeciendo duda,

en un alarde de cordura,

huye del cementerio.

 

Tórrida bruma,

que en un rictus escénico,

su faz oculta,

bajo un manto de sombras,

se acurruca,

vital momento.

Una luz vespertina,

como un veloz destello,

a la bondad alumbra,

amor sin freno.

 

Se ha quedado sin habla,

confinado en su encierro,

nota tras nota grita,

en un mudo silencio,

que el ánimo acoquina.

Vuelto hacia el interior,

como un pellejo vuelto,

buscando el yo,

en su indeciso espejo,

mirando en derredor.

 

Amor que flota,

cual fugitiva nota,

de un etéreo instrumento.

Nota tras nota,

se derrama sin miedo,

como un espeso viento,

que peina los aromas.

Un atrevido beso,

que el destino te otorga,

como un febril deseo.

 

Amor de primavera

y de verano envuelto,

de invierno ensimismado,

en el cálido otoño,

de ocres cenicientos.

Una aurora primera,

una segunda ola,

que altera el sentimiento.

Amor primero,

un incipiente tallo.

 

Se fue corriendo,

de su encierro enrejado,

errante espíritu,

que atraviesa el tiempo,

libre ráfaga de aire,

un suspiro, un aliento,

una nerviosa risa,

de su interior saliendo.

El sabor de una lágrima,

derramada en el verso.

 

Bebe de la ilusión,

de aquel momento,

sutiles fantasías,

bellos intentos,

de embellecer la vida.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

SE MUERE EL AMOR.

Cómo te confieso que se muere el amor,

cómo te hago saber, que todo lo

que haces y dices funciona,

tus desprecios y tus groserías

cada vez duelen menos.

Esa manera de mandar todo ala

basura, ya no me asusta.

Tus pasos huecos retumban en

mis oídos,

¡No!

ya no aceleran mi corazón por esperarte,

mientes cuando dices que me amas

mientes cuando tu cuerpo rosa

mi piel, mas yo aprendí de ti

a mentir también.

te has cansado de gritarme que

soy la única que debe esperar,

Soy la menos importante en tu círculo de personas importantes.

Felicidades, tu afán por acabar

con este amor, está funcionando

no, no lo digo para que te arrepientas y lo intentes de nuevo.

Solo quiero que sepas, que estas

matando al amor, y sé muy bien

que para ti es fácil remplazar una

persona por otra,

Pero alguien que te amé más que

a su vida, no llega a cada momento

pero creo eso también lo sabes.

Se muere el amor,

y no sé cómo decirte que cada vez

me importa menos,

 

se muere el amor, pues tú ya has olvidado,

aquellas primaveras, aquellos dos enamorados

que viendo la luna, una y otra vez sonreían,

¿qué era la traición?, no lo sabían,

mas a ti, eso te importó poco,

ahora estoy aquí, ciego y loco

buscando las maneras en poder olvidarte,

nuestro amor muere, sí, poco a poco

mi alma llora, solo piensa en amarte.

Miro la luna, pienso en ti, en tu mirada,

como te veía, como te soñaba

nuestro amor se desangra en un ardiente fuego que calcina

¿no ves mi alma pálida ya sin vida?

nuestro amor muere, sí, muere poco a poco.

 

Se muere de amor y tiembla su vida,

aísla la noche el amor tirita,

las calles vacías sin su chispita,

que estremecía su piel y hoy sueña su fibra..

Se muere de amor y su cuerpo palpita,

se toca el ayer con su leve sonrisa, apenas recuerda su voz está la herida,

y brota la sangre que hundió en su vida.

Se muere el amor con cupido a la vista, no escapa al horror de aquella despedida,

Se sienta al pensar todo lo que había,

recuenta sus besos y parece viva,

no sabe si es ella que marchita,

se muere de sed, de hambre o de prisa,

sucede que es la que cambió su vida,

un año después no la necesita.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.