Se quiebra el corazón,
como el cristal se rompe,
potente vibración de los sentidos,
un sonoro clamor se ha producido,
se perdió la razón y en el olvido,
quedó sin nombre, perdido en el vacío.
Eterno devenir, que el tiempo absorbe,
un inmenso rimero de experiencias,
sabe bien el amor de incontinencias,
y de placeres, bien sabe la pasión,
no es solo ciencia, también es emoción,
lo que al final da cuentas.
El árbol de la vida, en sus raíces,
profundas cicatrices se han grabado,
cinceladas heridas sin matices,
en el cuerpo mortal que se ha creado.
Un lento transitar de letanías,
una canción repetida al infinito,
la solícita ilusión presa en un filo,
bordada de emociones y de vida,
un rimero de amores vespertinos,
de recuerdos amargos y felices,
un corazón que tiembla si decide,
haciendo caso omiso a sus latidos.
En una catarata de emociones,
se ha quedado la mente compungida,
se ha burlado el destino de la vida,
rodando como una bola de nieve,
convertida en un alud, vil embestida.
Una suerte de tormentas y ciclones,
fragmentando las noches y los días.
Amor como huracán, que se prodiga,
arrasando con furor carnes y tripas.
La fosa más profunda se ha llenado,
de emociones, alegrías y desdichas,
es la vida que transcurre, sin medida.
Se quiebra la razón sin la verdad,
se agrietan las paredes que la ciñen,
se van rompiendo diques que la obligan,
el verbo se ha quedado en la injusticia.
Amor y corazón, bailan y gimen,
se rompen y se unen, como volutas libres,
sin rumbo o alcanzando lo que piden.
Sin verlo, sigue cantando el ruiseñor,
la vida, aunque maltrecha, siempre sigue.
Alegre el corazón que late sin cesar
o a veces, sin quererlo, se comprime.
Un torrente de voces, como un coro,
al unísono reclaman techo y pan,
justicia solicitan sin parar,
un techo y un cobijo y un hogar,
vivir con dignidad, sin vetos ni premisas.
Amor es la canción, que aún sin sonar,
acude al corazón, sin frenos y sin prisas.
Se ha quedado sin fuerzas la tristeza,
se ha roto en mil pedazos la grandeza,
se ha vuelto del revés la compasión,
de tanto usar la mezquindad,
se ha envuelto la verdad en posverdad.
Amor como canción, sigue sonando,
aunque en silencio la estulticia crezca,
un solo corazón tiene más fuerza,
que miles de borrascas y tormentas.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri