jueves, 4 de marzo de 2021

LA MUJER DEL BAR.

La vi entrar al bar,

A una mujer vestida de rojo

Ámbar, a la par de sus ojos azules

Que me hacía palpitar el corazón.

Sus labios pintados por acuarela con un bálsamo color azahar.

Quise probar al destinó desafiar.

A la suerte después de tomarme esta copa de vino.

Desate de una botella llena con los mejores versos para así robar de ella una mirada que me hiciera tentar en soñar con aquella mujer.

Hasta podía añorar con aquél beso ese que me hiciera preso. Pudiera hasta sonrojar el ánimo.

En el amor soy anónimo de su imperceptible mirar como cautivar aquella figura indescriptible como podría descifrarte con sólo mirarte si eras arte puro...

 

Arte en esencia que poco a poco acaba con mi paciencia,

¿Cómo poder entenderte si ni tú misma te entiendes?

Si el amor fuese al menos, una rama de la ciencia,

habría pasado más tiempo estudiando las lecciones

y aprobaría este examen sin muchas complicaciones.

 

te vi entrar como cada día en aquel bar, dibujaste una sonrisa tímida y veraz

Bebí mi café con sabor amargo preguntándome el por qué,

Y entendí que mis ojos estaban perdidos en ti,

Dejé un beso carmesí en el pasillo, dime mañana si lo recibiste

O dame una señal de por qué por años nos sonreímos en este bar

Porque a mí ya me duele sonreírte y no conocerte.

 

Y a mí me duele mi amor hasta nombrarte,

porque a través de esta enorme distancia,

es del todo imposible poder acariciarte,

sentir tu calor... oler tu fragancia ...

estrecharte en mis brazos y besarte ...

¿cómo hacerte el amor en la distancia ?

 

Un juego de desafíos, entre su perfume y el corcho

Que desata el aroma vino de cuerpo elegante y gordo

Si me capta su atractivo, la cautivara lo fino?

Se sabrá pronto en su vigiloso rostro.

No se aparta ninguno de la barra y aun le abren camino

Al tren de su vestido y su cabello de remolino

A su rubor primavera y sus labios pintados escarlata

Y yo vestido de negro, como consorte de la noche, como amante asesino.

Sacudo mi saco y con elegancia arreglo mi corbata

Ensayo mis palabras, pues se merece toda caballerosidad como serenata

No alcanzo escuchar más que una risilla, con la ida de sus tacones

Así sin más mi concierto se volvió en sonata.

Pero ni pensar todo está perdido, dama de noche, quedo su labial en su copa de vino

Dos labios bebidos, tan pequeños, tan fino

La bebida me ha vuelto masculino, pero esta noche me ha vuelto usted un niño

La volveré a ver sin duda, porque a propósito me ha dejado migajas de perfume y vino en su camino.

 

Decir adiós es difícil,

renunciar a lo amado es difícil.

Peor que el adiós y la renuncia es la incertidumbre.

Anhelar algo al alcance de la mano y no atreverse a cerrar la mano para adquirirlo y detenerlo.

 

La volveré a encontrar cualquier día en el bar,

se volverán a cruzar de nuevo nuestras miradas,

tal vez ese día sea capaz de atreverme a hablar,

todo lo que no fui capaz de decirla esa mañana.

 

Es que nadie le había dicho qué mujer de Rojo,

es una mujer perfecta que no escatima en arrojos.

He visto a muchos Adanes, que desvían el camino,

para oler un perfume y, a eso, lo llaman destino.

Yo no sé ni que decir de los varones venáticos.

No miden los riegos y buscan finales dramáticos.

Mi consejo, si se puede, siga su camino hermano.

No piense en sus besos aunque sea cosa de humanos.

 

En este bar imaginario,

en donde soñé tu silueta,

tu reflejo extraño en mi vaso,

el sonido de tus pasos.

Esa estratagema de la vida,

por buscarme compañía…

¿Eras tú la mujer que adoraba?

¿Eras tú el delirio que el alcohol alimentaba?

 

Seguiría tu consejo de continuar mi camino,

porque la vida me lleva por absurdos derroteros,

pero a menudo quien manda es nuestro propio destino

y le daría la espalda a millones de "te quiero"

 

Un perfume de mujer entró al bar

destapando botella de deseos,

corazón inquieto late en jadeos

porque muy cerca a mí logró pasar

Su vestido me comienza a drogar

al ver ceñidos sus buenos trofeos

pues marcan el camino sin rodeos

para el cielo y el infierno alcanzar.

Luego me mira como a una presa

y sonriéndome pronuncia, ¡Hola guapo!

con bellos labios escarlata y fresa;

y yo me pregunto ¿Cedo o me escapo?

no obstante la sigo ¡Vaya sorpresa!

aunque después me deje como trapo.

 

La mujer del bar, es indescifrable.

Con su rojo vestido, y su mirada distante

suscita comentarios.

Está allí, bebiendo su copa de champaña.

Ajena al bullicio,

concurre todos los días, al atardecer

y permanece en soledad.

Su personalidad serena se destaca.

Esconde un misterio.

Espera a alguien que no llega.

Tal vez lo espera en vano.

O tal vez ese alguien está allí,

o estuve en ese bar hace tiempo,

y ella sí, se reúne con él,

todas las tardes.

 

La mujer del bar venía de rojo

Yo algo cojo pero con arrojo

Me arrojé frente a sus piernas

Parecía una escena de caverna

Le pedí una moneda que creí que pedir besos era mala ocurrencia

Sacó con mucha paciencia de su bolso, también rojo, y unas monedas las que dispuso en mi man

Luego me fui con alegría tierna

Al menos dos monedas más se perdió en la guerra.

 

Ella estaba en ese bar

ahogando negras penas,

sus lindas piernas morenas

invitaban a pecar.

Sólo le pedí bailar

como todo un caballero

más me vio cual callejero

juzgando por mi vestir;

y yo no quise insistir

por medirme con dinero.

 

Poderoso caballero es don dinero,

pero en cuestiones de amores

es mejor que lleves flores

y no lleno el monedero.

 

Seré Directo...

¿A quién no reconforta una puta?

A los desdichados, a los tarados, a los locos y desocupados...

Conforta al hambriento, al sediento de poesía paga, al esparpajo que se siente maltrecho, al desposeído, al incauto, al feo, al aborrecido.

¿A quién no reconforta la puta del bar?

¡Son la Felicidad...!

Para el desalmado un Vino,

para la Puta del bar, un desalmado.

 

Absorto como estaba, perdido en mis pensamientos, ella estaba ahí, con dulce voz me dijo que deseas tomar.

Vestida de blue Jeans, camiseta blanca algo ceñida, un par de tenis blancos, un cinturón de cuero, cabello recogido, un lápiz y una libreta-

Aquel hermoso ángel el cual miré, sus senos hermosos, sus caderas de fantasía, sus cabellos de azafrán, tomo mi pedido y no la volví a ver jamás.

 

Sera que a la mujer del bar

la pusieron de muestra como tal

y hoy ustedes la van a juzgar

si la pobre a nadie hizo mal

de lo dicho yo me deshago

llegué hasta aquí por un trago

para juzgar tenemos juzgado

quien tire la primera piedra

después que se suba al estrado

pues mis versos ya he terminado.

 

No fueron sus ojos, sino su esencia, el que al final de todo alteraba mi presencia.

Fugándome a mi casa con tu cara en mi cabeza

pensándote, extrañando, aquella dama fantasmal de la que no podía escapar.

La volví a buscar, no en el bar si no en mis sueños, si no era dormido , me acompañaba en mis desvelos.

¿Es una obsesión o es amor? Pensé. Pues la soledad me consumía y no había nadie quien me llenara de placer.

La mujer del bar nunca más apareció, fueron el fruto de mis fantasías por quien ella existió.

Ella nunca fue real comentaban las personas que habitaban en el bar.

Su recurrente espejismo fantasmal acompañaba mi soledad.

Nunca estuvo presente más que solo en mi mente, consciente que los días los pase como tan solo un demente.

Deambulando por aquí por allá , en diferentes bares la encontraba y jamás me le pude acercar.

La invente a mis necesidades, la necesite por mis malestares, más sé que no existió ni existirá, más que en mi mente y en mi cabeza que ahora deseo arrancar.

 

La vi entrar y supe que ningún alcohol tenía esa graduación, supe además que hasta los cubitos de hielo se derretían y era imposible hacer un coctel, porque ella era el coctel, hasta las burbujas efervescentes eran las miradas hacia ella.

Se marchó tal como vino y desde aquel día el bar quedo huérfano y difuntos los ojos de todo aquellos que la vieron una vez.

 

Evoco las noches de alquitrán

con tu figura allá a lo lejos,

en sobrio aire muy bermejo

y sin importar el qué dirán,

de bardo, bohemio y galán

te regalé mis mejores versos,

ajena al Cosmos y Universo

dedicada a tu mundo del bar,

sin reproches por trasnochar

me vi en la bebida inmerso.

 

Y así sin más su roja escultura daba sepultura

Pues a la indecisión perenne mía mato sus labios escarlata

Asesino socavando polvos; ella se sumió en el infinito

Y junto con los astros ahora ella ha de estar

Ya no usa aquel vestido más desnuda ella baila sin parar

Ahora es prostituta de sabiduría , pues a todo arrima

Prostituta de libros canela , de bibliotecas

Dejando a lo eterno el lamento de un quizás mientras ella disfruta el efímero presente

Mas yo aquí en tierra, de alguna manera encontré mi existir

Dejando a las cuerdas el dolor y con papel me ha de desvivir

Nunca saboree su alma sin embargo yo acepte que ambos no nos podíamos disfrutar.

 

Llegué hasta la cantina con ánimo de verla

Su rostro de amapola brillaba al resplandor…

De la amplia chimenea con luz de madreperla

Que mágica besaba su frente de rubor.

No me miró siquiera no obstante yo la quise

Cual quieren viejas playas las olas al rumor…

Del cántico marino, quizás su rostro hechice

Mi espíritu amarrado de su cabello en flor.

Llegué y entre cerveza libaba su alegría,

Y la melancolía de mi alma se adueñó…

No obstante, la miraba sentía que era mía,

Mi ser se enternecía con ímpetus del yo.

Llegué hasta la cantina mientras que el rojo vino

De su alma se adueñaba cual sangre del dolor…

La vi y aunque no quiso la traza del destino

Mirare yo la admiro con indecible amor.

 

 

En el bar lleno de gente

que toma y que baila,

que ahoga las penas

creyendo sin miedo

que todo se arregla

hablando a las chicas

cerca del estaño

tomado algún coctel

haciéndose amigas

que todo lo pueden

mientras que la farra

en la noche siga.

 

En aquel bar estaba mi destino

cuando entré estaba solo, triste, desorientado

había perdido para siempre un gran cariño

mi risa lloraba, con Dios estaba enfadado

allí llegó una mujer hermosa como una Diosa

como la que jamás podría haber imaginado

me enamoré de ella como un niño

que pureza y candor se ha ilusionado.

No pude evitar abordarla

pero la tristeza volvió a mi lado

¿Será acaso que aún el amor no estará a mi lado?

no pierdo la esperanza de volverla a ver

y su pasión llegar a conocer

 

Luego de mucho charlar

por fin el día llegó.

Nuestra cita… en ese bar

con historias a montón!

 

Como soy hombre puntual,

media hora antes llegué,

y buscando un buen lugar,

a lo lejos observé…

 

La mesa más ideal

y a poco allí me ubiqué,

mientras rosas de un rosal

trepaban una pared.

 

Se aproximó el camarero

que amable me saludó,

a lo cual, le dije, espero

a una dama, por favor…

 

Aguarde usted a que llegue

para hacer nuestro pedido,

seguro muy pronto viene,

ya lo verá amigo mío!

 

Se marchó sin objeciones

y yo con nervios, mirando,

para todos los rincones

pues quien estaba esperando…

 

Era al momento una voz,

dulce, sensual y preciosa

que si bien se describió

en pláticas armoniosas…

 

Eso sólo conocía

pero con ello bastó

para ir a verla aquel día

con una gran ilusión!

 

Además por otro lado,

ella en igual condición,

mas ambos obnubilados

por tantas charlas de amor!

 

Fue un domingo de mañana.

Un bello día de sol.

Mil pájaros que cantaban

melodías a montón.

 

La hora se avecinaba,

todo mi cuerpo, un temblor,

mi corazón palpitaba

tan fuerte como un tambor!

 

Gente que iba y venía,

adentro y fuera del bar,

de pronto, justo en la esquina,

en la entrada principal…

 

Mis ojos paralizados

y sin dejar de mirar,

quedaron como hechizados

ante tal preciosidad!

 

Con un vestido pastel

lleno de flores del campo,

sus ojitos color miel

y exuberantes encantos…

 

Se la notaba perdida

observando a todos lados,

mientras mi yo me decía…

Es ella, tu Ser amado!

 

Me levanté suavemente

y un gesto le propicié,

y al responderme sonriente,

la verdad… Me desinflé!

 

Era tanta la emoción

que no puedo describirlo…

La Mujer del Bar, sos vos…

Mi amor y mi eterno idilio!

 

¡Ah! silueta difuminada, desperté sintiendo ausencia del gran sueño que añoraba, en sombras diluidas del paraíso se evaporaban

al bostezo y limpieza de mi rostro, luego nada, nada, nada.

La tristeza y vacío se agolpó en quien no ha salido de su propia caverna.

Me cuesta pensar que no he vivido, que ni siquiera nos hemos atrevido…

¡Oh mujer de mis entrañas!, de añoranzas de amar en el servicio de un bar.

 

La mujer de aquel bar,

era con nosotros muy amable,

nos miraba sonriendo,

nos decía sois una pareja admirable,

era un bar-bodega donde íbamos,

era sencillo, acogedor como de familia.

La mujer del bar era humana,

trataba a su cliente con el alma.

 

Ahora en su lugar pusieron una máquina,

nos sirve el café en un vaso de plástico

y automáticamente nos da las gracias,

el vaso es pequeño y el café es un asco

pero aún seguimos yendo todas las mañanas,

solo porque nos recuerda a la mujer de rojo.

 

Ella es una mujer

Igual a todas

de la tribu mujer

Hija, hermana, madre

abuela quizás,

Pero trabaja en un bar

como muchas

como pocas

Algo que la etiqueta

como a muchas

como a pocas

Ella es igual a todas

pero la llaman mal

la mujer del bar.

 

La mujer del bar no siempre es puta señor Joan

¿Así se vista de rojo, porque la vileza ataca?

Aquella que te sonríe con sus labios de grana

Es la mujer que describe el poeta Cogollo Ayala

El que es capaz de tratarla despectivamente

Ni porque fuera parido por la mismísima hiena

Fue una mujer quien nos cargó en su vientre

Para que la maltrate un machista de mierda

La mujer del bar puede ser la mujer ideal

En el corazón de un hombre de mirada tierna

Como la describe el verso de un poeta real

Justo Lualpri ternura en tus letras muestras

Fuera el machismo grosero e indignante

De los que con sus letras hieren la ternura

Vestida de rojo, minifalda y tacones altos

De mirada sensual y oídos para la amargura

De aquellos que llevan al bar sus fracasos

Muchos llegan al bar a tratarlas como basura

Que esperar si de inteligencia son escasos

Porque el que agrede una mujer se le augura

Devolverle su propio excremento a su paso.

 

Esa mujer del bar

por necesidad

allí esta, viste

de rojo para tapar

su esmero y así poder

pasar un noche más,

sin poder ocultar

lo que la lleva

a estar en ese lugar.

 

Muchas veces voy así ... de bar en bar,

de lugar en lugar, de copa en copa,

termino con mujeres que se quitan la ropa...

pero que en realidad no me hacen enamorar.

 

Lo extraño era que de la mujer del bar

Nadie sabía quién era,

Si era otoño, primavera,

Verano, invierno nadie lo sabía.

Ese era su gran misterio

Donde vivía donde dormía

Y quienes eran sus amantes pasajeros

Que con ella huían tras el bar donde

Había un agujero.

 

Ni santa, ni casta, ni pura,

ni puta, ni mujer barata,

talvez enamorada, o, quizás rozando la locura

yo soy la mujer de escarlata.

La que ofenden los que han recibido mis rechazos,

y la que aman los que han encontrado paz entre mis brazos.

No hay reproches en mi vida,

voy segura de mi andar,

no hay miedo en mi camino,

y hay historias de amor ocultas

que retumban en aquel bar.

Los motivos de mi presencia

aquella tarde de lluvia,

era solo un trago, talvez dos,

y revivir mi alma cansada y mustia.

Ante terribles ofensas

jamás desviare la mirada,

nunca bajaré mi frente,

jamás negare quien soy,

aun, si no me comprende la gente.

Lo único que admitiré

para mi propia defensa,

es que de ti me enamore,

cuando entré por esa puerta.

Y por este amor que siento,

que me sigue y me atormenta desde hace ya, algún tiempo,

y que  no me atrevo a confesar.

Me verás, todos los días,

con mi vestido rojo, mis tacos de aguja

y mis ojos llorosos,

sentada en aquel bar.

 

¡Alto! resonó mi corazón en eco..

Mirad como pasa la bella Dama

Hermosa, y alta y galante flama,

Esbelta y garba, como la flor soñada,

Alto! Mis ojos murmuraron en reflejo

Mirad la octava maravilla frente a la casa

Como aguarda mi despertar al alba.

Alto! Y voltearon miradas en manadas

Pasa la estrella, solitaria de mi universo

Llena de finas pinceladas del tintero

Alto! En tono alto cantó el tenor ligero

Y tono grave mi quedó mi corazón austero

Y así calienta mis días mi noche la bella da.

 

La noche caía, hacía frío, entré a un bar de paso, olor a cigarro, a licor, entré a media luz, quede paralizado al verte … ! ¡Ahí estabas! ¡Si ahí estabas!

Después de tantos años, te encontré sin querer, esta noche estabas aquí ... cuando te vi, estabas sola con tu copa, sumida en tus pensamientos, me quise acercar, te quise hablar, te quise saludar.

Por un momento tuve miedo, sentí un escalofrío recorrer de pies a cabeza, estabas ahí, tan cerca de mí, mi chica del bar.

Muchas noches soñé con este instante, se vinieron a mi mente todas nuestras travesuras, nuestras promesas, se me vino a mi mente nuestra primera entrega donde los dos estábamos nerviosos, donde dos almas inocentes, entregándose al placer del amor.

Estabas ahí solo te acompañaba tu copa de vino y tu cigarro, una vieja melodía sonaba desde la rocola.

No notaste mi presencia, yo seguía observándote, sin saber que hacer ....

Alguien se acercó a ti, como si lo estuvieras esperando, te dio un beso, tú te levantaste, lo abrazaste y te fuiste con él.

Mi chica del bar, te vi y ... otra vez te perdí , o nunca te he tenido ? ... regresaré mañana, ojalá te vuelva a encontrar.

 

No tiene lógica ni razón de ser

para un mundo civilizado,

que a la mujer haya empujado

a ese tan innoble quehacer,

a todas estas se debe reconocer

están en deuda con la moral,

para los que asisten a un bar

en lugar que, al templo o iglesia,

ejemplar la lección en Suecia

pero cuesta caminos rectos andar.

 

la mujer del bar está preciosa

he oído que le dicen lady bar

como mi leidi pero es otra cosa

suena más bonito leidi bar.

 

No escatime en mis palabras, cuando la llamé "puta", ya que ella estaba de puta madre. Sin embargo, su sola silueta se me asemejaba a una puta pena, ya que bajo ese atuendo escarlata, se encontraba una verdadera mujer apasionada, quien en las noches a un frío amor, que tal vez nunca llegaría, lloraba. Y así, de brazos en brazos, ella tampoco escatimaba en su amor, esperando que, algún día, alguno de aquellos brazos, la recibiera con las mismas ganas.

 

Entre el humo,

colores trashumantes y siluetas antojadizas;

eres lo único real que miro

tras el cristal

de mi copa;

y me pregunto si estás a mi lado

o únicamente te evoco

entre la confusión que me trae tu nombre

y tu recuerdo...

 

Tu recuerdo...

ella me dijo,

que somos polvo de estrellas

mientras las esquinas de sus labios

me trepaban por dentro.

Y afirmaba, que el silencio

no existe,

es ... una quimera

que los latidos ,siempre suenan

pero andamos despistados.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

EN LA CRUDA REALIDAD.

Perdidos en los rescoldos,

de profundas reflexiones,

van quedando entre los sones,

promesas que nunca fueron,

en su propia esencia diluidas,

perdidas en sus errores.

Se depositan los posos,

en mentes secas y frías,

donde viven de por vida,

en enredados despojos.

 

No siente quien no padece,

no comprende quien no cede,

y en la hojarasca se pierde,

quien sin saber, despotrica.

Quien no arriesga no conoce,

no recoge quien no siembra,

y es difícil que se salven,

quienes la verdad no entiendan,

el minúsculo detalle,

encierra toda la ciencia.

 

Se quedan en el olvido,

quienes tan solo medraron,

sin vivir su propia vida,

y se van quedando atrás,

quienes nunca se quejaron,

exigiendo libertad,

y en esa senda perdida,

viven sin haber vivido,

quienes sin pensar se olvidan,

de que pensar, no es olvido.

 

El tiempo juega a favor,

de quienes frenan la huida,

y es más leve la caída,

si es más liviano el temor,

la vida, sin ton ni son,

no vive, tan solo habita,

y se escapa con las prisas,

creyendo que es lo mejor,

es como una acordeón,

solo suena cuando achica.

 

Perdidas entre las brumas,

se van quedando las risas,

explosiones de sonrisas,

que sin poder esperar,

en el éter se prodigan,

de la brisa al vendaval.

El corazón se hace trizas,

y cada pequeña esquirla,

deja una muesca, una herida,

que no se puede borrar.

 

Amores cual diapasón,

que en distinto tono vibran,

afinando melodías,

que llegan al corazón,

sones de amor que cautivan,

en la cruda realidad.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

ESENCIAS COMO FRAGANCIAS.

El olor de la mirada,

en el corazón se siente,

aroma que altera o hiere,

perfume al latido ama,

cuando llega al sentimiento,

su fragancia así derrama.

Ojos de agua y de viento,

de energía que se plasma,

que va pintando en el lienzo,

miradas, bellas miradas.

 

Escancia el verso el aliento,

en las copas de las ánimas,

y los corazones bailan,

con el eco de los bálsamos,

de la esencia que los baña.

El olor ama o rechaza,

pestilencias o fragancias,

el aroma de los besos,

el sabor de las miradas,

a la vida dando acento.

 

Volver los ojos al centro,

donde la verdad aguarda,

y sentir la bocanada,

del suspiro de los besos.

Volver sembrando fragancias,

donde solo emanan nauseas,

y sentir como los cuerpos,

bordan de amores sus ansias.

Volver oliendo a verdades,

en los efluvios que aman.

 

Aromas en los destellos,

en las caricias que sangran,

de tanto mirar al tiempo,

las mismas voces se ajan,

y en la Luna de los versos,

se van quedando palabras,

como cinceladas notas,

en las melodías que hablan.

Fragancias que solo encubren,

olores que solo tapan.

 

Sentir el verso en la piel,

el aroma en las entrañas,

y ver la aurora venir,

bañada en pura fragancia.

Sentir que la vida vibra,

con una simple mirada,

y resplandecer el sol,

al reflejarse en la cara.

Esencias que alteran sueños,

perfumes que amor destapan.

 

Libertad que ama y derrama,

fragancias que al reo desatan,

perfumes como pitanzas,

olores que el viento lleva,

donde la vista no alcanza.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

LA VIDA ENTRE SUS MIEDOS.

Hecho a las carnes y los huesos,

de las brasas el ardiente fuego,

humo y pavesas al capricho,

del aliento del viento que suspira,

ora adormecido, ora despierto.

El traje se hace amante y le cautiva,

a la desnudez sin dudas revistiendo,

cuando la sombra, al cuerpo unida,

viaja contigo sin pagar ningún precio.

 

Se va quedando sola en la partida,

si el verbo es más verdad que mera mofa,

no viaja de polizón la vil mentira,

si el olor del amor es más intenso,

si queda la materia desprendida,

oculta en un cajón, sutil encierro.

El tiempo ya ha ganado la partida,

pues ya desnuda el cuerpo sin demora.

 

Sembrando va camino del destino,

si el destino está marcado, o no es cierto,

pues se hace en cada paso un nuevo verso,

y en cada caminar nuevos anhelos,

cada pisada, va jalonando el cerro,

donde al final reposan, los ateridos huesos.

La vida va dejando su reguero,

nuevas cosechas, en cada nuevo huerto.

 

Hecha a la esencia, la sangre se despeña,

con los amores danza con tal denuedo,

que abrasa las entrañas y aviva el fuego,

de su fluir ardiente, de su bailar sin miedo,

pero la frena el tiempo tenaz y justiciero.

Hecha de Luna, entre los sueños sueña,

con ser un riachuelo, travieso y fiero,

y versos no escatima, en su fugaz momento.

 

Se va quedando sola, como un velero,

en el inmenso mar, al albur de los vientos,

al tiempo sometida, presa de sus deseos,

la vida se desliza, como un áspid en celo,

amante de la brisa o de huracanes ciegos,

sigue el ritmo la sombra, unida al cuerpo,

impertérrita amante, sumisa al movimiento,

se va quedando sola, la vida con el tiempo.

 

Senderos sin trincheras, diáfanas praderas,

amores sin dobleces, sin rincones ni huecos,

amistades sin lucro, amor a ningún precio.

La sombra se desliza, sin ruidos ni bostezos,

y es más larga la sombra, si la luz viaja lejos,

cenitales las luces, que alumbran el cerebro,

entre las grises brumas, atento mira el tiempo,

se va quedando sola, la vida entre sus miedos.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

SILENCIO QUE RIMA.

El silencio sin miedo se desliza,

y arrebata el vacío en el que anida,

sin el aire que mece tiernas ramas,

sin la mueca que libra las sonrisas.

Finas fibras que construyen sueños,

castillos en la arena de las risas,

perfectas sintonías o malas hierbas,

regadas con la fe de lo perfecto.

 

El tiempo de las risas se constriñe,

se retuerce y sin forma ya se ciñe,

al vaivén de las olas y del verbo.

La pasión se desata entre costuras,

cosidas al albur de la aventura,

de vivir en cada instante con premura,

no sabe la canción que siempre vive,

en el fondo crucial de quienes riman.

 

Se va ocultando el sol en lontananza,

de secretos sabe más que de miradas,

da más luz en los ojos la esperanza,

que mil soles alumbrando la mañana.

El Sol se va escondiendo pero habla,

susurra entre los huecos de las almas,

con voces que recuerdan otros tiempos,

amanecidas nuevas y tempranas.

 

El verso se ha colado entre los huesos,

lubricando fantasías y secretos,

y las carnes profanas se desnudan,

ante el ritmo brutal que impele el tiempo,

el verso se libera y se inocula,

en la vida esencial que vive oculta.

El inmenso tragaluz se ha descubierto,

pero no se puede ver entre las brumas.

 

Las notas son pedazos de los cuerpos,

que deambulan al ritmo de las rimas,

aplacando la sed que arde por dentro,

se enredan melodías en las arrugas,

que el tiempo inapelable va tejiendo,

el cuenco de las manos se vacía,

y no sabe el amor si es sinfonía,

o ruidos malsonantes, o son versos.

 

Amor entre las risas que suspiran,

el rocío en las hojas blanquecinas,

de las vidas que escriben melodías,

con la fuerza vital de sus quejidos,

existen corazones que respiran,

haberlos, puede haberlos que susurran,

palabras que confortan las heridas,

sonidos con latidos como trinos.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

SE VAN QUEDANDO ...

No cabe en la razón ningún delirio,

palabras son de alivio si perdonan,

no sirve el corazón como utensilio,

ni vive sin razón en el exilio,

quien huye de la hambruna, de la pólvora,

no se alimentan solo de parábolas,

el hambre está también pidiendo auxilio,

la vida es un conjunto, no es unívoca.

 

El tiempo se llevó la despedida,

en brazos de los sueños viaja el tiempo,

y son los corazones más sinceros,

si no son lo que fueron, pesadillas,

errores entre brumas siempre envueltos,

en la seda de los más bellos recuerdos,

presentes como hermosas siempre vivas,

latentes en su olor y en su vigilia.

 

No cabe el corazón entre los dedos,

cuando cada latido es el aliento,

que impulsa a darlo todo, con denuedo,

la sangre no se pone de rodillas,

fluye ardiente, cuando el verbo es cierto,

ni danza de puntillas ante el miedo,

no crecen los deseos sin justicia,

ni nacen nuevos brotes sin esmero.

 

Se van quedando a solas en la orilla,

las cuentas que la mar deja sin vida,

la mar y sus mareas, sus olas y sus cuerpos,

vientre que gesta, tumba húmeda prohibida,

no cabe entre sus carnes más codicia,

no se mezcle su sangre de otras sangres,

no caben en su cuerpo más desdichas,

y ya no quiere muertes, sino vidas.

 

La vida va arrastrando las mentiras,

se quedan las verdades escondidas,

la voz huera se queda, entre las tripas,

y no sabe de amor quien no suspira.

Se quedaron amores entre orillas,

besando a las corrientes y a las brisas,

bailando sobre hogueras, que ya extintas,

rescoldos son, recuerdos de otros días.

 

No cabe la verdad en la desidia,

ni abarca el corazón si tiene prisa,

no llegan los abrazos y caricias,

si en piedra el corazón se petrifica,

no cabe sinrazón, ni letanía,

es libre, quien a lo lejos mira.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

SE DESNUDA Y SE VISTE.

Desnudo queda el cuerpo,

se visten las palabras,

ropajes de falacias,

de verdad las trampas,

que en los pliegues se hacinan,

de las pieles humanas,

la desnudez no libra,

de lo soez no salva.

 

No se arredra el vencido,

no se rinde quien falla,

no se doblan los tallos,

del junco siempre erguido,

ni la ira se calma.

La pasión no se agota,

ni los trinos se callan,

estrambóticos ritmos,

apagadas nostalgias.

 

Con la frente perlada,

de razones que aplastan,

demoníacas las sombras,

que amedrentan y acallan,

las titilantes luces,

no descubren el alma,

desnudas las fronteras,

que los cauces separan.

 

Ya desnudas se quedan,

ya vestidas se escapan,

las razones auténticas.

De viles añagazas,

se visten las mañanas,

de las desnudas noches,

vestidas en las sábanas,

desnudas en la almohada.

 

Se desnuda el poeta,

se visten sus palabras,

que cada cual adorna,

con la tela de su alma,

y en la hora precisa,

cuando la carne es blanda,

se vestirán de risas,

desnudas serán sabias.

 

Entre los pliegues medra,

en los poros se exalta,

y en la piel se condensan,

los amores que abrasan.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

NO HAY CORAZÓN MÁS GRANDE ...

La soledad se queda entre las luces,

a contraluz la vida se desplaza,

y las livianas sombras son matices,

de la vida profunda en que se halla.

Ya asoman las antiguas cicatrices,

a fuego en el recuerdo remarcadas,

reflejos de las sombras y las luces,

marchamos de la vida ya pasada.

 

Mirando al interior se ven las luces,

ideas, verdades y mentiras,

tantos aciertos y errores latentes,

en la amalgama inmensa de la vida.

Las penas se quedaron desprendidas,

de cada amanecer de cada noche,

e intensas emociones que gravitan,

bañando sentimientos y pasiones.

 

Del interior ya fluyen, ya se olvidan,

renacen, se recrean y se abducen,

se asientan, se refuerzan, se diluyen,

y van quedando alientos, los residuos,

de la vida que transcurre, como un río,

un río de realidad y fantasía,

difuminadas y agrandadas aventuras,

envueltas en verdades y mentiras.

 

La vida se ha quedado entre las rimas,

sospechosamente ufana y atrevida,

bailando sobre lienzos que destilan,

efluvios de pasión como reliquias.

Amores que se acuñan entre risas,

entre palabras quedas y caricias,

el tiempo se llevó las desventuras,

el tiempo trajo ausencias sin premura.

 

Amores de vaivén que desafinan,

amores de verdad, que siempre riman,

Amores de cartón y de cristal,

que más que amores, son latidos,

y no saben de amor, solo cohabitan.

Amor que queda impreso, que palpita,

que siente y que resiste las heridas,

ausentes corazones sin sentido.

 

La rosa unida al tallo se sostiene,

enorme la pasión que los coaliga,

real como la hiedra que se aferra,

a la piedra que cede su materia,

inanimado muro la sostiene,

materialmente hermano que la cuida.

No hay corazón más grande,

que aquel, que se entrega sin medida.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

LA NAVE YA PARTIÓ.

Arreció el oleaje de la mar iracunda,

largos brazos airados de premura,

luengos dedos de agua irritados,

masa acuosa, como profunda tumba,

la nave, sobrevive apenas al embate,

de las altivas y orgullosas olas,

recupera la arena la lengua poderosa,

la que le fue arrebatada de su carne,

de su líquida carne con deshonra.

 

En un amanecer se fue marchando,

yendo se fue de la quemada tierra,

sabor metálico en los sinceros labios,

ronca voz de los cansados órganos,

lágrimas perlando las mejillas flacas,

cansinos pasos, cargados de arrebato,

la rabia va por dentro, muy adentro,

donde solo la verdad se salva,

la curtida piel, de puro tensa sabia.

 

Caminos transitados sin demora,

la prisa empuja sin paciencia otrora,

y es tan intransigente ahora,

que a fuer de no mirar a lo que vive,

solo se ve lo que se prueba y toca.

Senderos escabrosos que aún persisten,

cargados de esqueléticas auroras,

en el tórrido Sol no sobreviven,

ni la sangre, las vísceras o el alma.

 

La mar, levanta acuíferas murallas,

farallones de la ira que la embargan,

clama a los cuatro vientos su derrama,

y cesa, el ser humano, o ella no para.

Cansada ya la Tierra de ser tierra,

de ser tumba ya está, la mar cansada.

Partió la nave, pero queda el ruido,

que ensordece palabras y miradas,

queda atrás el invierno de la ira.

 

Amor, que va al compás de la mañana,

y enredado en la venas que le ensalzan,

no quiere descender a negras simas,

quiere vivir en paz en asonadas,

con la fuerza vital en la que viva.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

UNA INTRÉPIDA LÁGRIMA.

Un sentido suspiro,

una mano se acerca,

unos brazos levantan,

un corazón se vuelca,

y al palpitar derrama,

como una fuente mana,

de las pupilas llenas,

de lágrimas que bañan.

Intuitivas palabras,

que presienten y aman.

 

Brota la hoja sin sueño,

a la rama aferrada,

de la savia libando,

del tronco que la ampara,

cuelga la verde nota,

de irisadas cascadas,

da fuerza la más débil,

da la fuerza a la rama.

Brinda su mano el aire,

el roció da la cara.

 

Amanecer de luces,

en somnolienta calma,

atrevidos bostezos,

que alivian la añoranza,

circunspectos y etéreos,

como blandas almohadas,

despertar de los párpados,

despejando la estancia,

libre ya el escenario,

en los labios la danza.

 

Ha llegado la aurora,

de la mano del alba,

se despereza el cántico,

hace la luz su entrada,

y juguetean los claros,

con las ágiles sombras,

y el perfume que emana,

del despertar que agranda,

que ensancha la garganta,

la prístina mirada,

irradia nuevas caras.

 

Ha sentido la brisa,

suavemente aniñada,

una leve sonrisa,

escondida entre sábanas,

se adueña la caricia,

de la piel ambarina,

vuelta a tornasolada,

coloreando los gestos,

de morenas semblanzas,

abduciendo su karma.

 

Amanecer de bocas,

sutil adivinanza,

en la profunda sima,

que el amor esperaba,

la belleza nacida,

de la versátil alma,

cada gota es un bálsamo,

que purifica y sana,

una intrépida lágrima,

se ha disuelto, ya baila.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri