Búscate un sueño, no andes por ahí confundiendo patrones de
adaptación social con voluntad, el mundo está lleno de normas y cánones
sociales, entre ellos uno tiene una vida, una vida que va dando vueltas y
recoge lo que a su paso encuentra, al final uno es una bola de mucho que no
significa nada, no vale nada pero pesa... dentro de ello estamos nosotros, lo
íntimo, si usted y yo, como cualquier
otro y ese es el puto problema, ¡como cualquier otro!, en la masa lo primero
que se pierde es la conciencia de uno mismo.
Búscate un sueño que tenga la función del aire, uno en el
que trabajes de cabeza, uno que esté en el centro de esa enorme bola en la que
te has convertido, no importa si no lo alcanzas, no importa si es el más
ambicioso o el más humilde, no importa si este sueño te toma la vida, búscate
un sueño por el que la vida tenga que ser.
No, no te equivoques pensando que tu sueño está afuera, en
lo externo, en otra persona, en otro tiempo, en otra circunstancia, tu sueño no
puede ser tan frágil, a pesar del exterior, de las personas, de las
circunstancias, tu sueño debe ser un retorcijón de tripas, un llanto partido o
una risa desbocada, búscate un sueño cuya causa seas tú, si tú ahí en la
soledad del sofá, bajo el agua tibia de la ducha, tú escuchando una canción,
así de común y corriente como a veces te piensas, tú la que apenas y existe,
búscate un sueño que salga desde lo que eres.
Búscate un sueño porque el guión de todos no alcanza para
la felicidad, y la felicidad no tiene la cualidad de ser una constante, búscate
un sueño que la bola de vida que llevas tiene muy poquito de sueños y demasiado
de reglas... y las reglas tienen la constancia que les da toda ese entramado
social donde das vueltas y las vueltas no tienen fin.
Búscate un sueño que te mantenga despierto, un sueño que te
mantenga consciente de quien eres y por qué sueñas, de otra manera habrás
perdido.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri