Canta el viento susurrante,
en las ramas que acaricia
y son sus lágrimas risas,
en las apacibles tardes.
El sauce llorón germina,
descolgándose en su vuelo,
tan hermosa es su caída,
que hace llorar al viajero.
El ojo a la rosa admira,
por dar belleza a la vida
y se agranda la sonrisa,
con el brillo de sus pétalos.
Se yergue orgulloso el árbol,
buscando el cielo sin prisa
y son sus ramas los brazos,
que danzan junto a la brisa.
En la carne de su carne
y en la sangre de su sangre,
vive la vida latente,
que quiere brotar al aire.
Una célula que crece
y quiere hacerse presente.
una engendrada existencia,
quiere ser independiente.
Canta el humano sus penas,
para poderlas frenar
y la melodía suena,
para volver a empezar.
La muerte a la vida apela
y poderse transformar.
Corteja el sueño al amor,
en su eterna duermevela.
Vive el ojo enamorado,
eclipsado en su mirar
y quiere ver más allá,
donde desnudo el amor,
ofrezca su realidad.
La mente a la idea va,
como la tierra a la vida.
Más fácil es caminar,
sin desengaños y heridas.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.