jueves, 21 de mayo de 2020

PARA TI.


Cautivo este mi corazón,
desde el día en que te vi,
y vivo preso del amor,
que al verte yo sentí.

Inexplicable sensación,
que a mí me hizo soñar,
es la que sentí
en mi interior,
cuando te vi pasar,

Fue un camino inescrutable,
y misterioso a la vez,
por el que yo tuve que andar,
hasta que te confesé.

Que yo sentía locura,
cuando a mi lado estabas tú,
y que ya no había cura,
yo necesitaba de tu luz.

Estoy tan enamorado,
desde el momento en que te vi,
y desde entonces vivo a tu lado,
y solo tú vives en mí.

Bonito es poder recordar,
lo historia de nuestro amor,
y de cómo nuestras almas,
se unieron en una, las dos.

Bonito es poder expresar,
en este poema mi amor,
para que tú, puedas comprobar,
que aun te quiero yo.

Porque yo vivo encadenado,
al perfume de tu amor,
y a tu fragancia cautiva,
que cautivo a mi corazón

Es precioso este sentimiento,
que yo siempre voy a sentir,
y qué perdurará en el tiempo,
incluso después de morir.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

MI DORMIR Y TÚ.



Ya es hora de dormir,
tu allá sola, yo acá en soledad
en una íntima y absoluta quietud,
pero no nos sentimos lejos
porque entre las almas que se aman
no hay distancia.

Yo acá sola en mi rincón
con la música que nos ha unido,
las poesías que ambos amamos,
los mismos dolores que atan
pero los mismos amores de los dos:
nuestras vidas, todo.

Ese todo que soy yo,
esa que eres tú,
todo lo que es nuestra realidad
pero también la que nos llevará
a ese lugar o plano que nos verá,
que nos unirá por fin en uno.

Mientras tanto ...
tú me acompañas en mis noches frías,
yo me recuesto a tu lado en los días
y ambos somos más que antes,
íbamos de uno en uno
y hoy … somos uno, no más dos.

¡Ven mi dulce amor, que te espero
en la soledad de mi almohada
en esta de mi amor por ti!




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

SI CULTIVARAS ...


Si en mi alma cultivaras rosas,
yo cultivaría en la tuya claveles
o magnolias de cromas oropeles,
bellas y fragantes como tus rosas.

Y nuestros jardines florecerían,
como floró en ti y en mí el amor,
y ni Ortiga ni Cardo atentarían,
asfixiar entre tú y yo ese amor.

Si en mi alma cielos plantaras,
cultivaría en ti luna y estrellas,
y ofrendaría lluvias copiosas,
para tus rosas lozanas y bellas.

Mas si fueras fértil tierra,
yo sería fresco manantial
y bajando de arbolada sierra,
anegaría tus entrañas total.

Y siempre en plena armonía,
Tú y yo de la mano por la vida,
plantaría en tu vientre la semilla
y ya seríamos tres en una vida.

Y de tu jardín y el mío,
un nuevo vástago nacería
y la ventura del novel crío,
perpetuamente nos uniría.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

LO QUE SIEMPRE FUE ...


Finjo que no te extraño,
simulo que ya no te quiero,
pero solamente cuando te veo
me doy cuenta cuánto me engaño …

Debo amarte desde otros tiempos,
no es normal esto que siento
y si en éste te he perdido
nunca terminarán mis lamentos …
                         
Cuántas veces pasaré por lo mismo,
cuántas más deberé perderte,
es que acaso el destino
goza con que sufra lo mismo …

No han sido suficiente las lágrimas
acumuladas en todas mis vidas,
tendré que convencer a La Muerte
para que nos lleve en la misma partida …

Nacer juntos y al mismo tiempo,
quizás hasta con los mismos padres,
nada de eso me importará
porque tú eres parte de mi carne …

Tú me llamarás hermano,
yo te trataré de mi amor
y cuando nadie esté mirando
caminaremos de la mano...  

Tal vez esa sea la forma
de no perderte otra vez,
de vivir mi amor contigo
reviviendo lo que siempre fue...




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

DEL CORAZÓN EL LATIDO.


De la vida sencillez,
bella flor sin maquillaje,
sinceridad en la piel
y ligero el equipaje.

Del cariño inmediatez,
que no sea tan largo el viaje
y buscar la sensatez,
en la ira que subyace.

De los errores la pausa,
para mirarse al espejo
y mirándose por dentro,
buscar del error la causa.

Transcurre el tiempo,
como un tozudo viajero,
en sus alforjas las vidas,
repletas de amor y sueños,
de codicias, de mentiras
y de erráticos anhelos.

Del corazón el latido,
en un compás duradero,
que lata al ritmo que exija,
el cariño y el respeto.

De la palabra la entrega,
en los matices la esencia
Y en el sonido la pauta,
para evitar la estridencia.

Verdades entre mentiras,
entre el grano la cizaña,
como gestos que delatan,
la sombra de la guadaña.
La luz en la sombra anida,
como amor en la mirada
como manos que acarician,
mientras otras arrebatan,
de los semblantes la vida.

De la melodía la nota,
como versos en la estrofa.
De los ojos la mirada,
que se mofa o reconforta.

Del placer en la visión,
que a la retina arrebata,
como apasiona la flor,
que en su belleza hace gala,
perfumando su interior.

Del verso la desnudez,
sin maquillajes ni afeites.
Del amor la sencillez,
con la verdad en la frente
y en la tierna calidez,
de la vida que está en ciernes,
la cualidad de ser libres,
con la dignidad en el vientre.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

LA TRISTEZA DEL DIABLO.



Nacimos pensando que el diablo es el malo
Que mata, que envenena con su dulce canto
Que sus ojos azules no pueden generar llanto,
Que sus latidos no importan tanto.
Que el “Míster D” es el santo
y que, por un suspiro, lo saco de lo alto
¡Prefiero tragar espinas
a creer tal mentira!
¡Prefiero que las pesadillas
formen parte de esta agobiante sinfonía!

¡A quién le importa la tristeza del diablo!
¡a quien le importa su cuadro manchado!
¡A quién le importa el ángel más amado!

El dolor del pobre ángel
no se compara ni con un cuchillo ardiente
o con piezas rotas de su corazón latiente.
Pero a quien le importa Lucifer
Sí todavía tiene que seguir pintando con el pincel
y de esos trazos seguir fluyendo cual carrusel.

¡A quién le importa la tristeza del diablo!
¡a quien le importa su rostro manchado!
¡A quién le importa las alas del ser despreciado!

Él nos mostró el amor
y lo único que escuchamos fue seducción
Él nos dibujó lo hermoso
y lo transformamos en obsesión.
Y por nuestra ambición
Él desobedeció
y como castigo
Descendió cual hoja en otoño
Cual gota de sangre en el olvido.

¡A quién le importa la tristeza del diablo!
¡A quién le importa su rostro manchado!
¡A quién le importa el odio del ser amado!

El tiempo fue testigo
de cómo sus alas...
poco a poco perdieron su brillo;
Los minutos vieron
como sus lágrimas derraman frio
Y los segundos...
notaron como su tic tac tomó un desvió.

¡A quién le importa la tristeza del diablo!
¡A quién le importa su semblante manchado!
¡A quién le importa las estacas del ser despreciado!




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

AURORA.


A mi primer amor.


Caminando voy sobre la calle,
llevando en manos los sueños como cristales rotos
que me hieren y desangran:
los males son que se escapan de mi alma rota.

Voy caminando –es el camino viejo –
como quien sigue de su quimera
el vaivén silencioso de su veste ligera,
atrapado sin remedio el antiguo espejo.

Oh amor y fantasía
de mi alma aún soñadora
que tejes con poesía
la pasión consoladora;
amor de noche oscura,
de ilusiones místicas
y ternuras cabalísticas,
llenas mi corazón de ventura;
te impregnaste de los campos el aroma sutil,
oh virgen noble y gentil,
y con fulgor de fuente sonora
recorres mi agonizante jardín, oh Aurora…  





Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

A ALGÚN AMOR.


En algún lugar, en alguna parte en cualquier pueblo, nación, 
Ha de estar ese amor al que le escribo de mi amor por ella.
Ese amor imaginario que me llevó a despertar el amor ya olvidado
Y a sentir pasión por ella, sólo pensarla y desearla en mi piel desnuda.
A ese amor que me despierta todos los días con ganas de amarla y soñarlo,
ilusionarme de la vida y de ver salir el sol y sentirla en mí.
Desde ese día que lo imaginé mía, de mí, para mí, mía y de nadie más.

A algún amor …
De por allí, de por acá, de donde sea,
de donde esté  y me vea con ojos de amor
y yo me refleje en sus ojos profundos de poesía.
Me sienta en su piel y en sus órganos vitales,
como su corazón sus pulmones, sus riñones, su hígado si es que tiene, si el vino no ha hecho,
Estragos en ella, quiero que me viva, que me sienta,
que me abrace, que me mime,
me desvista la piel y me arrullé en sus brazos desnudos
y desnudos los dos seamos orgasmo en su mirada de amor y poesía.

A algún amor …
A ese amor con el que sueño y vivo en un mundo nuestro,
Sólo de los dos, mas nadie, seremos luz y oscuridad, día y noche,
Sombra y sol, luna y cielo, mar y olas, playa y arena, dunas y desierto
En un mundo nuevo solo para los dos, abriremos los ojos de la inocencia 
Para vernos como Adán y Eva en un paraíso de amor, de los dos,
Con la piel desnuda y apreciaremos tocarnos, sentirnos,
conocernos como somos en la desnudez para alcanzar la felicidad de tenernos eternos.

A algún amor…
Que fue y se perdió en sus correrías tras otro paquete exuberante.
A ese amor vacío que buscó otros labios teniendo los míos muy suyos.
A ese amor qué me abandonó por unos ojos sinvergüenzas
y de poca moral o nada de moral, esperando encontrar un amor cómo el mío
Y solo encontró sexo, y eso no la hizo feliz
y busco mi recuerdo escondido
En el abrazo que una vez me dio y nos fundió en uno solo, amándonos.

A algún amor …
A ese amor que deseando olvidar, la amo más que cada día que la recuerdo
En mis entrañas dándole vida como de padre sustituto con deseos de crear
Ese niño falto de cariño y de amor, y de olvidos del pasado exacerbados.
A ese amor tan mío que nadie ha podido borrar de mi alma y corazón
Y lo sustento con el pensamiento en mis noches intensas de amor que lo sueño
En su sueño tan mío y yo tan suyo en sábanas de besos de amor de los dos.

A algún amor …
Algún amor habrá por allí esperando por mí como yo espero por ella para mí.
Los años me han caído encima y no quiero irme llevándome todo este amor
Que guardo para ella, mi piel tiene sed de sus besos y cuerpo muere por su abrazo
Y envueltos de pasiones ser infierno y cielo, pecado y penitencia, amor y perdón
Por no habernos amado antes, siento fuego dentro de mí por vivirlo y tenerlo
Y hacerla de mi como un suspiro y un respiro que da vida donde ya no había.

A algún amor …
Algún amor quiero encontrar por allí, antes de morir e irme sin saber de ti y de mí,
A ti que no te conozco, pero te admiro, te quiero y respeto como un todo en mí,
En mis vacíos ingratos donde he deseado amanecer en tu cama y verme en tus ojos
Y amarte con la mirada y saberte en mis brazos y apretar tu esqueleto y sentirte adentro
como un final anunciado desde tú nacimiento donde te conocí y te amé,
Sabiendo que un día te encontraría y te amaría como te lo prometí desde el principio.





Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

miércoles, 20 de mayo de 2020

EL ÁRBOL DE LOS AMIGOS.

Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices
por la simple casualidad de haberse cruzado en nuestro camino.
Algunas recorren el camino a nuestro lado, viendo muchas lunas pasar,
mas otras apenas vemos entre un paso y otro.
A todas las llamamos amigos y hay muchas clases de ellos.
                               
Tal vez cada hoja de un árbol caracteriza uno de nuestros amigos.
El primero que nace del brote es nuestro amigo papá y nuestra amiga mamá,
que nos muestra lo que es la vida.
Después vienen los amigos hermanos,
con quienes dividimos nuestro espacio para que puedan florecer como nosotros.
Pasamos a conocer a toda la familia de hojas a quienes respetamos y deseamos el bien.

Mas el destino nos presenta a otros amigos,
los cuales no sabíamos que irían a cruzarse en nuestro camino.
A muchos de ellos los denominamos amigos del alma, de corazón.
Son sinceros, son verdaderos.
Saben cuando no estamos bien, saben lo que nos hace feliz.

Y a veces uno de esos amigos del alma estalla en nuestro corazón
y entonces es llamado un amigo enamorado.
Ese da brillo a nuestros ojos, música a nuestros labios, saltos a nuestros pies.
Mas también hay de aquellos amigos por un tiempo,
tal vez unas vacaciones o unos días o unas horas.
Ellos acostumbran a colocar muchas sonrisas en nuestro rostro,
durante el tiempo que estamos cerca.

Hablando de cerca, no podemos olvidar a amigos distantes,
aquellos que están en la punta de las ramas
y que cuando el viento sopla siempre aparecen entre una hoja y otra.
El tiempo pasa, el verano se va, el otoño se aproxima y perdemos algunas de nuestras hojas,
algunas nacen en otro verano y otras permanecen por muchas estaciones.
Pero lo que nos deja más felices es que las que cayeron continúan cerca,
alimentando nuestra raíz con alegría.
Son recuerdos de momentos maravillosos de cuando se cruzaron en nuestro camino.

Te deseo, hoja de mi árbol, paz, amor, salud, suerte y prosperidad.
Simplemente porque cada persona que pasa en nuestra vida es única.
Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros.

Habrá los que se llevarán mucho,
pero no habrán de los que no nos dejarán nada.
Esta es la mayor responsabilidad de nuestra vida
y la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

QUÉ BELLOS LOS DÍAS.


¡Qué bellos los días
que pasan de largo,
las tardes de otoño
con luces y claros!
y así corre el tiempo
deprisa y despacio,
dejando en nosotros
ternura y encanto,
las olas susurran,
relatos de barcos
que en tiempos surcaban
los mares lejanos,
también de marinos
que andaban pescando,
por aguas profundas,
algunos cabrachos.

Y todo este tiempo
es breve y pausado,
cortinas de humo
envueltas de harapos,
así se nos muestran
los viejos castaños,
cortezas tatuadas
entradas en años,
altivas iglesias
de muros y andamios
con torres heridas
por vientos y rayos,
hay gentes sombrías
de rostros huraños,
hay niños que juegan
y pasan el rato.

¡Qué bello es el día
y el verso callado,
que rasga el silencio
y tiembla en los labios!



Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

AMOR DE UNO.

No sé si existen reglas programadas
a seguir cuando se ama con pasión,
es por ello que no entiendo casi nada
porque ciego de amor estoy por vos!

Pretendo que me quieras cual te quiero,
de tus caricias toda su inmensidad,
necesito tus miradas y tus besos
tu palabra, tu cuerpo y tanto más.
                          
Lo cierto es que estoy enamorado
y no puedo proyectar mi corazón,
para dar sin recibir lo tan deseado
tu cariño, tus mimos y tu amor!

Es así la realidad de éste destino
no se puede obligar al corazón,
sé feliz … yo me aparto del camino
que pensaba,  caminábamos los dos!





Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

LA FELICIDAD QUE NECESITAS.


Ves esa montaña de allá lejos,
Donde canta el sinsonte en su nido,
Allí donde las nubes te saludan
Y el frío y la lluvia te visitan.

Es allí donde está la felicidad que necesitas,
De la que me hablaste al llegar al mar,
Hace como tres o cuatro días.

La felicidad que desea tu alma,
La que añoras en épocas de invierno,
Cuando falta ella y su ausencia te recuerda,
Sus labios, sus cabellos, su risa
Y el color adorable de sus pupilas.

Si piensas en buscarla, solo debes darte prisa,
Pues con el pasar del tiempo, el camino se te pierde
Y no sabes que trillo te llevara, a la llanura de flores,
Donde vive la mujer que te enseñara una nueva vida.

La que llenará tu alma de amor,
Y de todas las caricias que pidas,
Haciendo que la soledad no te vea,
Y que en tu corazón siempre abunden
Rosas y mañanas bonitas.

Aprieta el paso, no te detengas por la brisa,
Que al amanecer llegaras a sus predios,
Y podrás ver al sinsonte alimentando a sus crías,
Y un poco más adelante a esa hermosa mujer,
Por la cual tu corazón ya palpita.





Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

ERES TÚ EL AMOR.


Llegaste de muy allá, no sé de qué lugar
Solo sé, que al verte me puse a temblar,
Sentimientos extraños que no puedo explicar,
No te toque, pero sentí mi cuerpo estallar.

Como tenue pensamiento, viniste hacia mí.
Estabas ahí, temblorosa en tus ojos me vi
Perdida quedé, al sentir de tus labios el frenesí
Sin control de mis actos, a todo te dije que sí.

Disfrute del amor en tus manos amorosas,
Solo testigos fueron, las estrellas silenciosas,
Nos amamos sin tapujos ni normas,
Solo poseídos por el olor de nuestros aromas.

Déjame ser siempre tu condena fatal,
A mi lado disfrutaras la ternura de besar,
Siempre veras en mis ojos aquel fuego voraz,
Y de la poesía seremos su etéreo soñar.





Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

OH LEJANA COMPAÑERA.


A mi amiga Shara. 



Evaporadas las horas danzan
en pos de la mañana;
taciturna mi esperanza
se cansa de esperarte.
Oh, Lejana compañera,
amada y delirante obsesión
enfrascada en mis días moribundos …
Sedienta de la nada,
enamorado del cosmos te busco
más allá de la soledad de las horas.
Más allá de la sedienta palabra
que al aire evoco, con delirante tristeza,
Yo te añoro largamente … ínfimamente …
Oh, lejana compañera
si tan sólo detener pudiese
el breve espacio de mi tiempo,
pues mi lejana soledad te amará;
a mis decires y a mi anhelo
de encontrarte en el viento …
El desvelo de alcanzarte es más fuerte
que la pasajera lluvia de ilusiones
que mana en mi puerto.
Oh, Amada compañera,
juntos andaremos en los mares de tu tiempo
en la fresca fragancia del viento,
la incansable nostalgia de este puerto
ha logrado empobrecer mi alma,
y en mi culto a tu anhelo vago:
entre la lírica escultura de tu muda presencia
serena … callada … escondida …
Sólo tú puedes comprenderme.
Sólo tú, embriagada en mis horas
y mi anhelante delirio de alcanzarte
¿Dónde estás? ¿Dónde te alcanzo?
¿Por qué camino he de hallarte?
-Regálame tu infraganti sonrisa,
yo inmóvil ante ti, he de posarme.
Oh lejana compañera,
juntos andaremos y navegaremos,
y la tristeza no será de mí presa.
Solamente la inmensidad,
únicamente la brevedad del tiempo,
nada más ha de interponerse
entre la tibia luz que nos unirá en el tiempo.





Autor
Antonio Carlos Izaguerri.