viernes, 22 de mayo de 2020

VEN A MÍ YA SIN DUDAR.


En un poema se ofrenda el corazón,
y cuando ese corazón ya no es nuestro,
se avizora que han quedado sólo cantos,
y queda atiborrarse -en un acto amoroso-,
con más cantos para no matar la alegría
de vivir … para seguir entonando diversas
canciones, pues al perder la razón,
la sonoridad vocal evitará nuestro fenecer,
que los sueños perdidos en las negruras
ya nunca retornarán, queda el consuelo
de poseer un ángel exilado del cielo
que otorgue vida al que muere en sus lances,
constituyéndole nuevamente en un hombre
si sólo puede oír del ángel su nombre.

En el lúgubre recinto donde te hayas,
vigilas las partículas de lluvia precipitadas
sobre las verdes coníferas que se enaltecen
y estas conocen los secretos que no dices;
la vida envuelta en el cendal del celaje,
emana la prolífera fragancia de vitalidad
y los fragores muestran su emoción
con estrépitos portadores de oscuridad,
los fatuos alcores escuchan trinos
de aves que epilogan tu grácil llegada,
y vas a manifestar tu vida, lo percibo,
sin moverte recorrerás rancios caminos,
desde el vetusto recinto do estás,
tapias cetrinas permanecen expectantes,
porque auscultarán en momentos
de la historia estrafalaria que rememorarás,
empero tus ojos moribundos se niegan
a verter tus memorias para no llorar,
al remembrar sucesos emergentes,
do habitaron los espectros que torturan,
-aún ahora- con la luminiscencia
de tu habitación lúgubre y taciturna;
te vigila la mercenaria de la noche,
para arribar en tu lecho con vehemencia;
las sonrisas se secaron en tu regazo
chamuscándose, mas no la flor del friso,
la luna emergió desde el techo,
y con el anhelo de abrazar con ternura,
se escondió hasta bajo de tu cama,
sentada estás y a ella le bebes el miedo,
esperando del céfiro un torpedo,
el viento en connivencia con la negra dama
-dueña del tiempo- de ti se bufonean,
calando hasta tu osamenta viviente;
el tiempo no es contigo comedido,
y quieres apresarlo donde no vean
los árboles que te juzgarán de excéntrica,
tienes sed del tiempo que aún no bebes,
sin pagarle el precio que le adeudas;
resuenan sentencias en cada vocecita
de las hojas que petrificadas te ven,
sin embargo te mofas de sus bullicios,
mientras sueños no dormidos son dolencias
que ofrendas para que te den
la anuencia de enmarcarte en el muro;
la flor en la orla vivirá aunque mueras
y resistirá expectante mil noches
para morir cuando ya -sin prisas-
decida yo finiquitar mi existencia
para unificarme con tu esencia.

En tus ojos no puedo evitar leer
los sentimientos que calla tu corazón
al incrustarme en tu fémina mirada,
tu boca deliciosa me musita con cariño
si tus manos se estremecen por el fuego,
emitiendo palabras exentas de mentiras;
activé mi pretensión de vivir
en todas tus mañanas, y de vigilar
tus sueños para registrar cuando suspiras,
una vida sin ti se torna en un martirio,
mas el fulgor de tu mirada es mi quimera,
un crepúsculo sin sol es un absurdo,
y yo sin tu perspicacia soy un inepto,
te imploro que me beses sin más demora,
que no te lo impida el tiempo ni el lugar,
por favor ven a mí ya sin dudar,
¿acaso no imaginas cuánto te amo?,
¿no sabes que mi alma por ti llora?,
por ti me muero, que casi prefiero
dejarme consumir por la muerte
si es que vivir sin ti será mi suerte.

Inexplicable es tu abandono
que parece incierto, inadmisible,
arremete contra mí a carcomidas la demencia,
excitada por incontrolable inquina,
y yo me digo: «esto no es posible»;
se vierten panoramas en una embocadura,
la sangre refulgente es increpada por otra voz,
¡ay! tu deserción resulta minimalista
y de geometrías abstractas,
que no puede arrogarla mi mente turbada,
solitario quedo y temo que no resista
mi alma que así recibe tus flechas,
sin la mínima conmiseración,
dejándome sumido en la cerrazón.

Si te dejo deambular en mi mirada,
déjame sumergirme lento en tu faz,
déjame desnudar a tu alma única,
y navegar en tu intimidad que reservas;
si te dejo acurrucarte en mi palpitante centro,
en tu cálida oquedad voy a deslizarme,
y en el plumaje de tu aspiración el éxtasis,
descubriendo tus secretos de lo interior;
quiero palpar con sutileza tus anhelos,
y esbozar las siluetas de tus preferencias,
abrigar a tu pecho con mis empeños,
y apaciguar internamente tus aflicciones,
alimentar a tu fe con mi dulzor,
y esculpir tus fruiciones con mi impulso;
si te dejo acurrucarte en mi pecho,
-resguarda por mí en cada brazo-,
déjame disfrutar la travesía en tu ser,
desvistiendo paulatinamente a tu alma,
uniendo mi terneza contigo, mujer,
y otorgarnos juntos el arrebato de la calma.

Bajo el temor de enfrentar mi realidad,
permanezco sin ti, en este presente
que invariable trascurre hacia lo eterno,
aniquilador y embriagador suceso
que me asesina en cada palpitación;
-una eternidad sin ti mi alma no tolera-,
alejado para siempre es una cruel condena
sin poder participar de tu resplandeciente
compañía… ¿acaso tras la muerte sin enmienda
habitaremos con el alma dócil
y sin reconocernos seguiremos en la misma senda?




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

EL ESPÍRITU DE TU CORAZÓN.


Mi mente divaga al escuchar tu voz,
Así que me dedico a leer tu cuerpo,
a bailar al ritmo de tus te quiero.
A verte fijamente a los ojos
y perderme en ese exótico laberinto,
Llegar a la salida,
Tirarme cuesta abajo para nadar entre tus labios,
Ya en la orilla dedicarme a recorrer tu cuerpo
para poner mi huella en cada rincón no explorado de tu alma,
Sentirme vivo al deslizarme por cada arruga de tu palma,
Ya entregados el uno al otro tomar tu mano,
llevarte a la luna y en cada una de las estrellas
comparar mis huellas con las tuyas,
Con la calidez de cada letra,
te dedicaré párrafos que relajarán tu alterado corazón.
Lameré la sal de tus ojos para eliminar tu triste pasado,
Sumergiré mis palmas en lava para acunar tu corazón,
desfilare mi lengua por tu piel para refrescar la de este intenso calor que provoca la fricción de nuestro cuerpo.
No te quiero a ti,
quiero casarme con tu vida mientras la muerte bajo su fría túnica trae nuestros anillos,
Y en nuestra luna de miel cada noche, cada mañana, cada madrugada, cada tarde...
Vivir contigo una y otra y otra y otra vez hasta perder los sentidos.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

ENSÉÑAME POESÍA.


Mientras caminaba
las cosas se hacían pequeñas a lo lejos,
y una fuerte brisa me acompañaba,
¿podría acaso también la nube
que me arropa,
ser mi compañera en este viaje?
De pronto un ave hecha
de sueños del caribe,
se acercó mientras recitaba
algunos versos,
y entonces me dijo:
¡Enséñame!
que también quiero hacer poesía.
Le respondí:
Dime tú,
¿cómo puedo yo enseñarte poesía
si la poesía me enseña a mí?
¿Cómo puedo decirte si un verso
está bien o está mal?
Si en cada verso,
hay un mundo infinito
de tu bondad.
Si te enseño, no será
más que mis versos,
estos tan llenos de mí.
Mientras vuelas, le dije,
estás versando la vida,
mientras cantas,
un poema se escribe en el viento.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

jueves, 21 de mayo de 2020

TAN SÓLO CON VERTE.


Mientras las estrellas brillan sin cesar,
yo sueño con tu amor, yo sueño con tu mar,
y siento una fogosidad, que me quema el corazón,
cuando contigo, yo me pongo a soñar.

Yo, que siento que la pasión puede más,
yo, que ardo en deseo cada día,
yo, que necesito tenerte para soñar,
yo, que necesito alejar esta melancolía.

tú, que no sales de mi mente,
y yo, que te deseo cada día más,
Tú, que eres fuego avivadamente,
y yo que quiero que me quieras,
y me desees un poco nada más.

Tan solo con verte,
se nubla toda mi mente,
y en mi reina la pasión.
Y siento locamente,
que el deseo es más fuerte,
y entonces pierdo la razón,
con soñarte ya no basta,
quiero ser lo que te arrastra,
a perder continuamente toda la razón.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

MENDIGANDO POR TUS BESOS.


No sé qué vi en ti mujer,
para volverme adicto,
a tu manera de ser,
y a todos tus conflictos.
Tú me engañabas,
me utilizabas,
y cuando ya no te servía me tirabas,
y pese a todo yo te perdonaba,
te di la mano cuando más me necesitabas,
y es que esperaba algo de ti,
tu corazón tal vez, tu corazón tal vez.

Pero yo ya no puedo seguir así,
como siempre mendigando por tus besos,
como siempre esperando algo de ti,
algo que solo ocurre en mi sueños.

No sé qué vi en ti mujer,
para volverme loco,
para perder la dignidad,
y morir poco a poco.
Y es que estaba hechizado,
yo no estaba cuerdo,
tú me borraste
del alma el recuerdo.
De lo que yo era,
y de lo que yo quería hacer,
que era luchar por tus besos,
sin llegar a perder,
la dignidad y el poco orgullo que tenía,
y todavía aun, dices que eres mía,
pero yo ya no te creo, yo ya no te creo.

Porque yo ya no puedo seguir así,
como siempre mendigando por tus besos,
como siempre esperando algo de ti,
algo que sÓlo ocurre en mi sueños.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

PARA TI.


Cautivo este mi corazón,
desde el día en que te vi,
y vivo preso del amor,
que al verte yo sentí.

Inexplicable sensación,
que a mí me hizo soñar,
es la que sentí
en mi interior,
cuando te vi pasar,

Fue un camino inescrutable,
y misterioso a la vez,
por el que yo tuve que andar,
hasta que te confesé.

Que yo sentía locura,
cuando a mi lado estabas tú,
y que ya no había cura,
yo necesitaba de tu luz.

Estoy tan enamorado,
desde el momento en que te vi,
y desde entonces vivo a tu lado,
y solo tú vives en mí.

Bonito es poder recordar,
lo historia de nuestro amor,
y de cómo nuestras almas,
se unieron en una, las dos.

Bonito es poder expresar,
en este poema mi amor,
para que tú, puedas comprobar,
que aun te quiero yo.

Porque yo vivo encadenado,
al perfume de tu amor,
y a tu fragancia cautiva,
que cautivo a mi corazón

Es precioso este sentimiento,
que yo siempre voy a sentir,
y qué perdurará en el tiempo,
incluso después de morir.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

MI DORMIR Y TÚ.



Ya es hora de dormir,
tu allá sola, yo acá en soledad
en una íntima y absoluta quietud,
pero no nos sentimos lejos
porque entre las almas que se aman
no hay distancia.

Yo acá sola en mi rincón
con la música que nos ha unido,
las poesías que ambos amamos,
los mismos dolores que atan
pero los mismos amores de los dos:
nuestras vidas, todo.

Ese todo que soy yo,
esa que eres tú,
todo lo que es nuestra realidad
pero también la que nos llevará
a ese lugar o plano que nos verá,
que nos unirá por fin en uno.

Mientras tanto ...
tú me acompañas en mis noches frías,
yo me recuesto a tu lado en los días
y ambos somos más que antes,
íbamos de uno en uno
y hoy … somos uno, no más dos.

¡Ven mi dulce amor, que te espero
en la soledad de mi almohada
en esta de mi amor por ti!




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

SI CULTIVARAS ...


Si en mi alma cultivaras rosas,
yo cultivaría en la tuya claveles
o magnolias de cromas oropeles,
bellas y fragantes como tus rosas.

Y nuestros jardines florecerían,
como floró en ti y en mí el amor,
y ni Ortiga ni Cardo atentarían,
asfixiar entre tú y yo ese amor.

Si en mi alma cielos plantaras,
cultivaría en ti luna y estrellas,
y ofrendaría lluvias copiosas,
para tus rosas lozanas y bellas.

Mas si fueras fértil tierra,
yo sería fresco manantial
y bajando de arbolada sierra,
anegaría tus entrañas total.

Y siempre en plena armonía,
Tú y yo de la mano por la vida,
plantaría en tu vientre la semilla
y ya seríamos tres en una vida.

Y de tu jardín y el mío,
un nuevo vástago nacería
y la ventura del novel crío,
perpetuamente nos uniría.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

LO QUE SIEMPRE FUE ...


Finjo que no te extraño,
simulo que ya no te quiero,
pero solamente cuando te veo
me doy cuenta cuánto me engaño …

Debo amarte desde otros tiempos,
no es normal esto que siento
y si en éste te he perdido
nunca terminarán mis lamentos …
                         
Cuántas veces pasaré por lo mismo,
cuántas más deberé perderte,
es que acaso el destino
goza con que sufra lo mismo …

No han sido suficiente las lágrimas
acumuladas en todas mis vidas,
tendré que convencer a La Muerte
para que nos lleve en la misma partida …

Nacer juntos y al mismo tiempo,
quizás hasta con los mismos padres,
nada de eso me importará
porque tú eres parte de mi carne …

Tú me llamarás hermano,
yo te trataré de mi amor
y cuando nadie esté mirando
caminaremos de la mano...  

Tal vez esa sea la forma
de no perderte otra vez,
de vivir mi amor contigo
reviviendo lo que siempre fue...




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

DEL CORAZÓN EL LATIDO.


De la vida sencillez,
bella flor sin maquillaje,
sinceridad en la piel
y ligero el equipaje.

Del cariño inmediatez,
que no sea tan largo el viaje
y buscar la sensatez,
en la ira que subyace.

De los errores la pausa,
para mirarse al espejo
y mirándose por dentro,
buscar del error la causa.

Transcurre el tiempo,
como un tozudo viajero,
en sus alforjas las vidas,
repletas de amor y sueños,
de codicias, de mentiras
y de erráticos anhelos.

Del corazón el latido,
en un compás duradero,
que lata al ritmo que exija,
el cariño y el respeto.

De la palabra la entrega,
en los matices la esencia
Y en el sonido la pauta,
para evitar la estridencia.

Verdades entre mentiras,
entre el grano la cizaña,
como gestos que delatan,
la sombra de la guadaña.
La luz en la sombra anida,
como amor en la mirada
como manos que acarician,
mientras otras arrebatan,
de los semblantes la vida.

De la melodía la nota,
como versos en la estrofa.
De los ojos la mirada,
que se mofa o reconforta.

Del placer en la visión,
que a la retina arrebata,
como apasiona la flor,
que en su belleza hace gala,
perfumando su interior.

Del verso la desnudez,
sin maquillajes ni afeites.
Del amor la sencillez,
con la verdad en la frente
y en la tierna calidez,
de la vida que está en ciernes,
la cualidad de ser libres,
con la dignidad en el vientre.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

LA TRISTEZA DEL DIABLO.



Nacimos pensando que el diablo es el malo
Que mata, que envenena con su dulce canto
Que sus ojos azules no pueden generar llanto,
Que sus latidos no importan tanto.
Que el “Míster D” es el santo
y que, por un suspiro, lo saco de lo alto
¡Prefiero tragar espinas
a creer tal mentira!
¡Prefiero que las pesadillas
formen parte de esta agobiante sinfonía!

¡A quién le importa la tristeza del diablo!
¡a quien le importa su cuadro manchado!
¡A quién le importa el ángel más amado!

El dolor del pobre ángel
no se compara ni con un cuchillo ardiente
o con piezas rotas de su corazón latiente.
Pero a quien le importa Lucifer
Sí todavía tiene que seguir pintando con el pincel
y de esos trazos seguir fluyendo cual carrusel.

¡A quién le importa la tristeza del diablo!
¡a quien le importa su rostro manchado!
¡A quién le importa las alas del ser despreciado!

Él nos mostró el amor
y lo único que escuchamos fue seducción
Él nos dibujó lo hermoso
y lo transformamos en obsesión.
Y por nuestra ambición
Él desobedeció
y como castigo
Descendió cual hoja en otoño
Cual gota de sangre en el olvido.

¡A quién le importa la tristeza del diablo!
¡A quién le importa su rostro manchado!
¡A quién le importa el odio del ser amado!

El tiempo fue testigo
de cómo sus alas...
poco a poco perdieron su brillo;
Los minutos vieron
como sus lágrimas derraman frio
Y los segundos...
notaron como su tic tac tomó un desvió.

¡A quién le importa la tristeza del diablo!
¡A quién le importa su semblante manchado!
¡A quién le importa las estacas del ser despreciado!




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

AURORA.


A mi primer amor.


Caminando voy sobre la calle,
llevando en manos los sueños como cristales rotos
que me hieren y desangran:
los males son que se escapan de mi alma rota.

Voy caminando –es el camino viejo –
como quien sigue de su quimera
el vaivén silencioso de su veste ligera,
atrapado sin remedio el antiguo espejo.

Oh amor y fantasía
de mi alma aún soñadora
que tejes con poesía
la pasión consoladora;
amor de noche oscura,
de ilusiones místicas
y ternuras cabalísticas,
llenas mi corazón de ventura;
te impregnaste de los campos el aroma sutil,
oh virgen noble y gentil,
y con fulgor de fuente sonora
recorres mi agonizante jardín, oh Aurora…  





Autor
Antonio Carlos Izaguerri.  

A ALGÚN AMOR.


En algún lugar, en alguna parte en cualquier pueblo, nación, 
Ha de estar ese amor al que le escribo de mi amor por ella.
Ese amor imaginario que me llevó a despertar el amor ya olvidado
Y a sentir pasión por ella, sólo pensarla y desearla en mi piel desnuda.
A ese amor que me despierta todos los días con ganas de amarla y soñarlo,
ilusionarme de la vida y de ver salir el sol y sentirla en mí.
Desde ese día que lo imaginé mía, de mí, para mí, mía y de nadie más.

A algún amor …
De por allí, de por acá, de donde sea,
de donde esté  y me vea con ojos de amor
y yo me refleje en sus ojos profundos de poesía.
Me sienta en su piel y en sus órganos vitales,
como su corazón sus pulmones, sus riñones, su hígado si es que tiene, si el vino no ha hecho,
Estragos en ella, quiero que me viva, que me sienta,
que me abrace, que me mime,
me desvista la piel y me arrullé en sus brazos desnudos
y desnudos los dos seamos orgasmo en su mirada de amor y poesía.

A algún amor …
A ese amor con el que sueño y vivo en un mundo nuestro,
Sólo de los dos, mas nadie, seremos luz y oscuridad, día y noche,
Sombra y sol, luna y cielo, mar y olas, playa y arena, dunas y desierto
En un mundo nuevo solo para los dos, abriremos los ojos de la inocencia 
Para vernos como Adán y Eva en un paraíso de amor, de los dos,
Con la piel desnuda y apreciaremos tocarnos, sentirnos,
conocernos como somos en la desnudez para alcanzar la felicidad de tenernos eternos.

A algún amor…
Que fue y se perdió en sus correrías tras otro paquete exuberante.
A ese amor vacío que buscó otros labios teniendo los míos muy suyos.
A ese amor qué me abandonó por unos ojos sinvergüenzas
y de poca moral o nada de moral, esperando encontrar un amor cómo el mío
Y solo encontró sexo, y eso no la hizo feliz
y busco mi recuerdo escondido
En el abrazo que una vez me dio y nos fundió en uno solo, amándonos.

A algún amor …
A ese amor que deseando olvidar, la amo más que cada día que la recuerdo
En mis entrañas dándole vida como de padre sustituto con deseos de crear
Ese niño falto de cariño y de amor, y de olvidos del pasado exacerbados.
A ese amor tan mío que nadie ha podido borrar de mi alma y corazón
Y lo sustento con el pensamiento en mis noches intensas de amor que lo sueño
En su sueño tan mío y yo tan suyo en sábanas de besos de amor de los dos.

A algún amor …
Algún amor habrá por allí esperando por mí como yo espero por ella para mí.
Los años me han caído encima y no quiero irme llevándome todo este amor
Que guardo para ella, mi piel tiene sed de sus besos y cuerpo muere por su abrazo
Y envueltos de pasiones ser infierno y cielo, pecado y penitencia, amor y perdón
Por no habernos amado antes, siento fuego dentro de mí por vivirlo y tenerlo
Y hacerla de mi como un suspiro y un respiro que da vida donde ya no había.

A algún amor …
Algún amor quiero encontrar por allí, antes de morir e irme sin saber de ti y de mí,
A ti que no te conozco, pero te admiro, te quiero y respeto como un todo en mí,
En mis vacíos ingratos donde he deseado amanecer en tu cama y verme en tus ojos
Y amarte con la mirada y saberte en mis brazos y apretar tu esqueleto y sentirte adentro
como un final anunciado desde tú nacimiento donde te conocí y te amé,
Sabiendo que un día te encontraría y te amaría como te lo prometí desde el principio.





Autor
Antonio Carlos Izaguerri.