domingo, 16 de agosto de 2020

DONDE NACEN LOS POEMAS.

¿Dónde nacen los poemas?

Detrás de una cascada de palabras,

bajo una lluvia de rimas

o en una playa hecha con papeles de carta.

 

¿Dónde nacen?

En el valle de las estrofas,

de la Luna de los enamorados

o en el bosque de las almas rotas.

 

¿Dónde nacen los poemas?

Entre nubes de sueños de escritores,

en el fondo de un mar de versos

o de historias contadas sólo por dos corazones.

 

¿Dónde nacen?

De cada herida que no cicatriza,

de amores reales y eternos

o de una mezcla de lágrimas y sonrisas.

 

¿Dónde nacen los poemas?

De momentos que marcan la vida,

de la primera cita o un desencuentro,

de miedos y valentía.

 

¿Dónde nacen?

Quizás de todas las noches

y cada uno es una estrella,

o quizás del sol

y cada rayo anuncia un poema.

 

 

Sólo sé dónde nacen los míos…

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

sábado, 15 de agosto de 2020

SHIBARI.

Invítame a jugar

sin palabra de seguridad,

mujer envuelta en sumisión

hazme tuya sin compasión.

 

Contra la pared arráncame las prendas

coloca la mordaza, déjame sentir tu estaca,

ataduras elegantes pasando por mis tetas

amarres esposa en tobillos y muñecas.

 

Tómame del cuello, soy tu presa,

dolor placentero sobre mi areola

que eriza la piel y eleva las hormonas

deja caer sobre mi piel la cera de la vela.

 

Tras cachetada, mordisco y pellizco

se me escapa un gemido placentero

y corre entre mis piernas mi fluido blanquizco

que pone duro tu miembro entero.

 

El látigo mojado en mis pechos quiero,

tus manos dándome nalgadas,

deja tus marcas sobre mi cuero

quiero ser sodomizada.

 

Entre estas cuatro paredes a luz roja

flagela mis partes más erógenas,

soy tu perra coloca la correa

oblígame a lamer aquello que te chorrea.

 

Coloca la barra, sírvete a placer

penétrame, usa saliva o lubricante

esta noche vistió de sumisa tu mujer,

cógeme duro hasta hacernos correr.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

AMOR SALVAJE.

Como las uñas del fiero león,

como el bramido del céfiro,

como los dientes del arroyo,

así fue tu amor, que recibió mi corazón.

 

Como las lancetas de la soledad,

como los cortaplumas de la infidelidad,

como el golpe de una descalza cascada,

así fueron tus caricias, mi sensitiva amada.

 

Como los párpados rojizos del cielo,

como la muerte caminante,

como la soledad hiriente,

Así fueron tus sonrisas, y vivía muy contento.

 

¡Tan fuerte fue nuestro amor!

Como las piedras del coliseo romano,

como los feroces gladiadores,

y como los misteriosos túneles.

 

En nuestros ojos, residían fieras salvajes;

en nuestras manos, enigmáticas electricidades;

en nuestros corazones, miles de escorpiones.

¡Nuestro amor era igual al de los caníbales!

 

Nos seducíamos a cada momento.

Tu talle era como un pergamino,

en él escribí mi verso profano

con mi indomable tintero.

 

¡Ay mujer, cuánto te necesito!

Tu amor cruel, añoro.

Pecamos en cada crepúsculo.

¡Extraño tu inhumano ósculo!

 

Ya nada queda sobre la cama,

ni una solitaria almohada.

Tu olor viajó junto al viento,

acariciando mi robusto cuerpo.

 

Todo de nuestro cuarto se ha ido;

el beso piadoso, ya no está conmigo.

Sirena, tornaste a tu perpetua mar.

Oteo nuestro lecho y emprendo a llorar.

 

Tu tulipán preferido se ha secado.

Necesitaba el agua de tus caricias,

murió suplicando escuchar tus sonrisas,

erguido como un asiduo soldado.

 

Nuestro amor fue tan hermoso,

salvaje, pero muy piadoso.

Avisto nuestra adepta cama …

llora como crío la almohada.

 

El colchón es como la capa de ozono

en todas partes hay voluptuosos huecos,

son huellas que un día dejamos,

lidiando desde el alba hasta el ocaso.

 

El sabor salino, trajina por nuestras sábanas,

cual salvaje de las últimas tribus.

Te idolatré, así como a venus

en este lecho pecador donde me amabas.

 

Como el tórrido sol que calcina mis venas,

como el fuego que inflama mi piel,

como el vino que calma las penas,

así nos amamos, mirada de ángel.

 

Como el clavo que hiere a la madera,

como el estío que crucifica a la pradera,

así de cruel fue nuestro amor.

Conoció el júbilo y el dolor.

 

De ese modo nuestros cuerpos

sufrían miles de holocaustos.

Éramos felices como dos salvajes

delineando nuestro amor, sin trajes.

 

Como viento te marchaste,

de mis besos te apartaste.

Por qué, amor, me dejaste

con este sentimiento junto al celaje.

 

No existe vida en este cuarto vacío,

solo acuarelas lujuriosas en el cielorraso.

Una mesa, una silla, un sofá,

trazan las proezas escoltadas por la almohada.

 

En este puntito del universo,

aquí nos amamos tanto.

Nuestro amor fue salvaje.

¡Aún te extraño … necesito un sedante!

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

CUÁL ES EL FIN DE TODO.

Ir, venir y seguir andando,

cuál será el fin, de la risa, el llanto,

de la honda tristeza, de la alegría,

del amor y la pena, del cada día.

 

De la vida y la muerte, la enfermedad,

y de todas las suertes; de la maldad,

de la fiera codicia, la vanidad,

de la gran injusticia, la humanidad.

 

De los ricos y pobres, la inmensa hambruna,

del que puedas o estorbes, del sol, la luna.

Del estar las estrellas, del firmamento,

de las mil cosas bellas o del tormento.

 

Del poder de los hombres, de la avaricia,

de milagros enormes, de la justicia.

De los niños brillantes, del buen pasar,

de los tantos mutantes, del figurar.

 

De las voces que emiten la hipocresía,

del que manda, el que acata, de la ironía.

De millones de cosas que no enumero,

y de todas las otras que en sí, no quiero.

 

Del creador de este mundo, de Dios o el diablo,

de los campos fecundos, del escenario

que plantea la vida a cada instante,

de la noche y el día, de los farsantes.

 

Del temor de la gente, de la ignorancia

que a muchos les conviene pues son palabras

que van a la deriva buscando el rumbo,

con el miedo y la asfixia, viéndose nulos.

 

Cuál es el fin de todo, hoy me pregunto.

Las respuestas no logro... sigo en mi mundo!

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

ESOS TUS OJOS HERMOSOS.

Esos tus hermosos ojos,

Esos ojos que tienes tú,

son los ojos perfectos de una cara hermosa,

que parecen de una diosa.

Los que tienen una mirada

que tiernamente enamoran

que ilusionan sin avisar

se quedan sin pedir permiso.

Es una noche divina

donde tus ojos son los luceros

que se originan en los misterios

que acompañan a la Luna.

Ojos de pupilas inquietas

de miradas intensas,

 que tocan las más profundas

fibras internas y secretas.

Ojos de mirada placentera

que solo saben de amor hablar

y no entienden de rencores

porque están llenos de virtudes.

Esos ojos tuyos mi cielo que al mirarme

me desnudan Hasta el alma

y que saben a gloria

Esos ojos tuyos mi vida

que un día han de verme

que me vean sin temor

y si han de quererme,

quiéreme con pasión.   

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

LOS CAMINOS TORCIDOS DEL AMOR.

Sigue hablando, no te escucho

tus palabras suenan huecas

ya ninguna me sorprende,

se acabó por ti mi gusto

tienes abierta la puerta

si quieres sal para siempre.

 

Nos une solo un papel

y un convenio quebradizo

que se está pulverizando,

me cansó tu pequeñez

tengo un amor escondido

y en sus besos te he olvidado.

 

Si prefieres yo me voy

nada de aquí necesito

puedo volver a empezar,

es por el bien de los dos

ya no seremos ni amigos

todo ya ha quedado atrás.

 

¿Qué parte no has comprendido?

¡Nada ganas con llorar!

Ya te dije, ¡No te escucho!,

para mí ya eres olvido

y aunque duela la verdad

tu nombre me suena a insulto.

 

Y hoy que pasaron los años

todavía me pregunto

al recordar tu desdén:

¿Por qué al sentir tu rechazo

se me vino encima el mundo

y perdí la lucidez.

 

Me parece que fue ayer

que sin piedad me humillaste

y me azotaste la puerta,

ya no nos une un papel

y si ayer no me escuchaste

no me escuches hoy de vieja.

 

¿Dónde quedó tu hermosura,

dónde tu gran vanidad?

¿Se te acabó ya el orgullo?

Tal vez será mi locura

pero hoy que te oigo rogar,

tus ruegos no los escucho.

 

No creas que es por venganza

simplemente a quién no existe

no se le puede querer,

suenan huecas tus palabras,

como sé que me entendiste...

¡Vete ya con tu vejez!

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

EN LO PROFUNDO HABITA.

En lo más profundo,

en lo más hondo,

donde se acaba el mundo,

donde empieza el secreto,

una lágrima rueda,

mensajera sin rumbo,

para hastiar el vacío,

del grisáceo inframundo.

 

Solitario se fue,

atravesando el eco,

entre voces sin vida,

en una audaz partida,

entre nieblas y humo.

Una señal difusa,

un arrebato mudo,

una vida que fue,

otra emprende su rumbo.

 

Retoñó la esperanza,

al sentir la caricia,

de una brisa temprana.

Evocando la risa,

de una alegría pasada,

el trinar de las aves,

en la atmósfera cálida,

de la apacible calma.

 

Profundas las miradas

y hondas las palabras,

enfundadas en versos,

rimando con el alma,

de una voz que se calla,

de ese certero dardo,

de Cupido en el alba,

del temblor que arrebata.

 

En el profundo abismo,

donde habita el mañana,

se debaten las cuitas,

las siluetas se trazan,

se aglutinan los años

y se perfila el karma.

En el fondo profundo,

donde el amor se plasma.

 

Amaneceres claros,

de luz inmaculada,

sobre la superficie,

de la tierra agrietada.

Donde crece la vida

y el amor se amamanta.

Una fruta prohibida,

ha crecido en la nada.

 

Profundas las pupilas,

que de mirar taladran,

escrutando el origen,

donde el amor se agacha.

Una honda mirada,

al mundo que anda y pasa.

Unos ciclópeos ojos,

que el amor desentrañan.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

viernes, 14 de agosto de 2020

UNA LUZ ATREVIDA.

Se suceden imágenes,

alocadas o tiernas,

misteriosas viajeras,

de una infancia que evoca,

que difumina el tiempo,

que la memoria borra.

Imágenes maduras,

de jugosos recuerdos,

de sensaciones mágicas,

que añoran, como ecos.

 

Una mirada aguda,

que se quedó grabada,

una tierna sonrisa,

de niñez adornada.

Aquel vivo reflejo,

que iluminó la cara

y de seda unos ojos,

de serena mirada.

Ese vago recuerdo,

de jardines y juegos.

 

Imágenes que acuden,

en tropel o cual gotas,

de nítida pureza,

que empapan, que remojan.

Imágenes que abocan,

a un nostálgico sueño,

que humedece la boca.

Un latido que flota,

en la perdida imagen,

de una triste derrota.

 

Siluetas en la mente,

como fábulas locas,

pinceladas de luces,

en lienzos que se asombran.

Un chispa que brota,

un fugaz fogonazo,

en nebulosas sombras.

Y la imagen se cuela,

como un loco retazo,

en las húmedas sábanas.

 

Intruso que se aloja,

como un okupa mágico,

que quebranta la lógica.

Una voz como un rayo,

un destello fantástico,

un sonoro disparo,

que enloquece y agota.

La imagen de unos labios,

de una jugosa boca.

Una silente mofa.

 

Una esquirla de tiempo,

como un efluvio efímero,

se ha clavado en el alma,

un incorpóreo gesto,

que en materia se torna,

un fugitivo beso,

que la vida transforma.

A borbotones llegan,

como notas en tromba,

cuajadas de nostalgias.

 

Amores que se fueron,

como pasadas horas,

que la vida arrebata,

con sus pérfidas garras.

Cascadas de recuerdos,

como imágenes locas,

irrumpen como extraños,

invadiendo la horas,

donde se duerme el sueño,

donde aflora la aurora.

 

De valores se llena,

la solitaria alcoba,

en la mente acolchada,

que el ruido no se oiga,

que el sueño no amenacen,

locuras fantasiosas.

Que la imagen no aflore,

como espinas de rosas.

Una apacible sombra,

convertida en alfombra,

donde dormir la vida.

 

Una luz atrevida,

se ha asomado curiosa,

lúcida y sonriente,

por la afilada esquina.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

miércoles, 12 de agosto de 2020

SEMBRAR, SEMBRAR.

Sembrar la mente,

con sutiles ideas,

de cristalinas fuentes,

de pensamientos fieles,

de verdades auténticas.

Del manantial transparente,

beber hasta saciar,

de amor, apasionadamente.

 

Sembrar las manos,

de noble fortaleza,

que apriete con firmeza,

de caricias perfectas,

su estructura.

Sembrar sin dudas,

la enorme Madre Tierra.

De sangre la cordura.

 

Sembrar los labios,

de besos no de ofensas,

que el freno de la boca,

de acero marfileño,

no guarde el odio,

ni de suelta al agravio.

Sembrar de esencias,

de salivales mágicos.

 

Sembrar el corazón,

de cálida ternura,

latido tras latido,

prestar ayuda,

con cada aliento un viento,

que alivie la locura.

de fantasías la cordura,

de nobleza la duda.

 

Sembrar de voces,

que arropen, que descubran,

del núcleo la razón,

entre las nieblas,

cuajadas de espesuras,

verter la voz,

sobre una mente pura.

Una aventura,

de noble corazón.

 

Sembrar los ojos,

de sinceras miradas,

rayos de luz en las tinieblas.

Sobre las pupilas,

la mágica esperanza,

de un futuro mejor,

perdido entre rastrojos.

Sembrar templanza.

 

Sembrar justicia,

para los sin voz,

no se siembre la hambruna,

ni toquen los clarines

y hacer legal la guerra.

Sembrar respeto, no ofensa

y que el odio no cunda,

ni sembrar avaricia.

 

Sembrar, en fin,

de amor y vidas frescas,

de tibias brisas tiernas,

de emociones auténticas,

de verdad y razón,

barrer notas siniestras,

del doble diapasón,

sembrar abrazos

y pan, en las miserias.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.

GALÁN DE CAPA Y ESPADA.

Quisiera haber sido

galán de capa y de espada

y no de letras y tinta;

héroe de las damas,

con bigotes y buena pinta.

 

Haber tenido un corcel,

brioso, veloz, obediente,

noble y firme como mis dientes,

en vez de pluma y papel,

que muy poco entretiene.

 

Haber sido un don Juan,

un Tenorio y algo más;

mezcla de Cirano y Casanova,

un as con la espada en la mano

y un gran amante en la alcoba.

 

Haberme batido a duelo

con sable o con mosquete,

sin padrinos de por medio;

sirviendo después de consuelo

a las viudas en el sainete.

 

Haber gozado de la fama,

de guerrero y muy valiente;

haberlo demostrado en la cama

y en todo el continente,

con cuanta dama se puso al frente.

 

Haber peleado simultáneo,

con dos o tres bandidos,

famosos contemporáneos,

vencerlos y quedar extenuado,

cayendo a tus pies rendidos.

 

Haberme tejido una gran leyenda,

famoso y querido en todo el planeta,

inspirado canciones y bellos poemas,

pero nací en la década de los 60

y apenas me alcanzó para poeta.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri.