martes, 6 de octubre de 2020

REFLEJOS EN LAS PUPILAS.

Profunda herida en la tierra,

corteza que se desangra,

sabor a sudor y pan,

aromas de flores rancias.

La faz de surcos cubierta,

como roturada huerta,

palabra que así se estanca,

manos sin vista que tiemblan.

 

Quedó la sombra imperfecta,

flaca verdad que se muestra,

rencores que se quedaron,

inmersos entre las penas.

La tierra tornó a riquezas,

con el sudor de quien piensa.

Sangre de tempranos jugos,

que anega la vida nueva.

 

Impertérritos los rostros,

esculpidos en madera,

gestos recios congelados,

en unas pétreas caretas,

ojos de ébano perlados,

en frondosas grises cejas,

tersa piel que se desnuda,

en una recia cabeza.

 

Jirones del corazón,

que entre los latidos cuelgan,

como guirnaldas que son,

de fallidas existencias.

La voz al mando se excita,

con la ira entre las cuerdas

y no detiene la noche,

el dolor en las trincheras.

 

Detona el tiempo las notas,

de un sortilegio que vuela,

forjando las letanías,

de los engreídos profetas.

El viento no se detiene,

aunque la verdad sea recta.

Amores que se consuman,

entre cenizas y tierra.

 

El campo de amor se llena,

con la esperanza en las venas

y se suceden los ciclos,

como gira la veleta.

El amor se va ocupando,

escondido entre fronteras,

con el alma entre los dedos,

escurriendo la conciencia.

 

En el iris los reflejos,

de una vida que se acerca,

con los pasos que respiran,

de un amor sin duermevelas,

mientras se aleja la brisa,

que creció en la primavera.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri

sábado, 3 de octubre de 2020

CON TU AUSENCIA.

Las agujas del reloj se detuvieron,

los pájaros dejaron de volar,

el sol no se asoma ya...

creo que nunca más volverás.

 

Todo se ha ido muriendo,

ya no hay flores en el jardín,

tengo una profunda pena

que no me deja dormir.

 

Se han secado ya mis labios,

mis ojos no paran de llorar,

es tanto lo que te he necesitado,

nunca te dejaré de amar.

 

Pero tú tienes un nuevo camino,

ya no quisiste junto a mi caminar,

será que no fuí lo mujer suficiente

para lograr tu amor conservar?

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri

COMO UNA TORMENTA ...

Es cómplice quien silencia,

culpable quien ejecuta

y reo de los desmanes,

quien aplaude a quien calumnia.

Necias voces que susurran,

bajo los párpados, ojos

con el odio en las pupilas.

Verdugo quien ajusticia.

 

Espero, espero y espero,

soledad de la conciencia,

terremotos en los ojos,

rayos en la duermevela.

El Sol cuajando los órganos,

la voz rompiendo la tierra,

con el alma atribulada,

en una sonata efímera.

 

La lluvia lava los músculos,

de la sangre que la aferra

y no se detiene el mar,

que brama como una fiera.

La vida se ha hecho la dueña,

de la corriente maestra.

Luz que divide la vida,

como centro, la tormenta.

 

Fuerzas telúricas saltan,

mágicas mentes se unen

y en las sombras de la noche,

sueñan sueños quienes sufren.

Soñar, soñar que quisiera,

que no haya hermanos que sufren.

Líricas voces cantando,

corales voces que fluyen.

 

Hogar de los arrabales,

junto a castillos de nobles,

de noblezas de hojalata,

que con el tiempo se pudren.

Suenan trompetas de pánico,

entre la podrida herrumbre,

se refleja en los cristales,

el hambre que la delata.

 

La nieve cubre la piel,

como una manta que encubre,

sofocando las pasiones,

que en los placeres sucumben.

La flor marchita en los ojos,

como pétalos de hiel,

deshechos como jirones.

No hay en la boca aguamiel.

 

Silencia el trueno el dolor,

el amor succiona el miedo,

caricia, es una canción,

como el beso una reliquia.

El sol llenó de color,

la oscuridad de aquel día

y el amor vibró en la voz,

con una bella armonía.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri

VIVE LATENTE EN EL VIAJE.

Roja rosa, blanca Luna,

luz acerada y rotunda,

viejos sueños que caducan,

lamentos desde ultratumba,

viejos deseos, nuevas dudas.

Laberintos sin salida,

irresolubles enigmas,

esperanzas que se acuñan.

 

El crisol donde se funden,

anhelos y sacrificios,

el fogón donde se fraguan,

los derechos y principios.

Prende la mecha del tiempo,

en el vientre donde nacen,

corazones y latidos,

amor, sollozos y gritos.

 

Lenta camina la duda

o galopa en desmesura,

tiempos que nunca maduran,

sabor agridulce o rancio,

la boca seca y al pairo,

la vacilante hermosura.

Calor que vive en el pecho,

donde los latidos dudan.

 

Correr sin pausa adelante,

frente esbelta, vista al frente,

sentir que vive y que late,

la vida entre las costuras,

las del efímero traje,

que ajado vive latente,

soñando amor y aventuras,

en su peregrino viaje.

 

Pasión amando y coraje,

soslayando desventuras,

que abordan al caminante.

Cruzar sin miedo los puentes,

saltar las trampas ocultas,

que tachonan el paisaje.

Sentir que vuelan las dudas,

del ingrávido equipaje.

 

Recuerdos en el arcón,

preñado de viejos viajes,

semblanzas del corazón,

amores, vida y parajes,

reliquias sin parangón,

que viven en los herrajes,

hermosos tiempos de amor

y de recargados trajes.

 

Roja rosa, blanca Luna,

la esquiva diosa fortuna,

que pasando de puntillas,

hace más ameno el viaje.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri

CAMINOS SIN TRANSITAR.

Fuerte viento que te arrastra,

galerna que te voltea,

pasión como un vendaval,

que subyuga y arrebata.

En sus múltiples siluetas,

el amor vive vital.

Tormenta que se desata,

en un duro despertar.

 

Pronto se pierde la cuenta,

de lo bueno que se entrega,

pero en el tiempo perdura,

el error que vive y medra.

Amores que se perdieron,

entre ignorancias y dudas,

al lado de la ternura,

queda vivo el desencuentro.

 

Tallos cubiertos de espinas,

pero de pétalos bellos,

más dolor crea el olvido,

que el recuerdo que se aviva,

recuerdos que te acarician,

mellados sus finos filos.

Bella flor para la vista,

pero veneno en su seno.

 

Amores de corazón,

que van cruzando fronteras,

con zancadas de dragón.

Heridas en el amor,

de delicadas cuchillas

o de huidiza pasión,

la flor sin amor claudica,

como se apaga la hoguera.

 

Violenta fuerza que arrastra,

que mente y cuerpo mutila,

corriente que se desplaza,

sin amor de orilla a orilla,

locura que se desmanda,

para encontrar la cordura,

vida que vive descalza,

que se humilla y se desnuda.

 

Verso al borde del abismo,

que al fondo del mismo mira,

con los ojos de la fuerza,

que vive en sus pesadillas.

Amor que así se sublima,

para que el odio no viva.

Sin transitar los caminos,

donde la verdad anida.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri

miércoles, 30 de septiembre de 2020

CADA LATIDO ES VIDA.

No tiene tiempo el dolor,

donde quiere, viene y va,

etéreo y atemporal,

se desliza cual áspid.

No se rinde el temporal,

que emana del desamor,

la lluvia lava el desliz,

en la pena que se va.

 

Pace el estro entre embelesos,

cabalga sobre la brisa,

no rinde culto a la prisa,

ronda las notas del verso,

en el dolor que no brilla.

Versa la tenue sonrisa,

frunciendo los entrecejos,

impele fuerza y se aíra.

 

Dolores que van y vienen,

como jirones de brisa,

entre vapores infames,

que ahondan en la heridas,

la sangre cuajada grita,

alterando las pasiones.

La saña nunca da tregua,

a la supurante vida.

 

Temblores entre los miedos,

que albergan viejas costuras,

abiertas en el dolor,

como unas fauces hambrientas,

no hay final en los senderos,

bloqueados por el temor.

Amores como luceros,

que se apagan en la pira.

 

Blanco amor y negra prisa,

dolor que unido a la risa,

de la mano van los dos,

intrigante travesía,

forjada en el corazón,

que doblega lo que brilla.

Blanca mirada sencilla,

negra sombra bajo el Sol.

 

Amor y dolor se abrazan,

en fragorosa embestida,

no hay tiempo en el corazón,

cada latido es la vida,

que escapa o vuelve a los dos.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri

SONRISA SIN EDAD.

Voy a descubrir de que estas hecha

porque desde aquí pareces niebla

no me dejas ver más que belleza

belleza sin edad.

 

A veces mi guitarra cicatriza

y podemos cantarle a tu sonrisa

sonrisa sin edad.

 

Cuidad que te comiste el horizonte

silencio te callaron los motores

ideas que maneja una pantalla,

díganme si queda algo por salvar

que yo pongo mis poemas a luchar.

 

Voy a descubrir de que estas hecha

porque desde aquí pareces niebla

no me deja ver más que belleza

belleza sin edad,

 

entonces la poesía me libera,

entonces la poesía me lidera,

entonces la poesía es el lugar

 

lugar que es tan distinto a los de siempre,

lugar donde me encuentro con mi gente,

lugar para guardar el corazón.

 

La vida me enseña personajes

y voy entendiendo los disfraces

el tuyo es de gata salvaje

el mío un trovador

de reciclaje.

 

Cuidad que te comiste el horizonte

silencio te apagaron los motores

ideas que maneja una pantalla,

díganme si queda algo por salvar

que yo pongo mis poemas a luchar.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri

ENAMÓRATE DE UN HOMBRE DE VERDAD.

Enamórate de un hombre de verdad, enamórate de ese tipo de hombres que viven amando y aman viviendo, de esos que aunque tengan motivos suficientes para amarte, también saben amarte sin que existan motivos para hacerlo, enamórate de aquel que piensa lo que dice y dice lo que piensa.

 

Identifícate con ese tipo de hombres que no te viste de una noche de orgasmos, sino que te viste de orgasmos todas tus noches, un hombre que no se limita a hacerte el amor de madrugada, sino que se limita hacerte sentir su amor toda tu vida, será tan hombre como lo trates, tan niño como lo consientas y tan seductor como lo provoques.

 

Un hombre de verdad sabe que una mujer no es solamente sexo, es mucho más, no me malinterpretes, el sexo es jodidamente genial, pero cuando tienes una conexión con alguien, cuando sientes algo tan fuerte por alguien, solo un beso es suficiente para que tus rodillas se sientan débiles y simplemente eso no se puede superar.

 

Reconocerás ese tipo de hombres que sufren, cuando tienen que sufrir, que lloran cuando tienen de llorar y sabrás que su peor abstinencia serán los minutos de tu ausencia y su único mártir sería si un día pierden tu amor cuando todavía desean amarte, son hombres mas simples de lo que parecen, pero a pesar de sus errores escuchan y quieren ser escuchados y siempre buscan mejorar.

 

Los hombres así existen, saben que cuando son amados plenamente, intentan no perder un amor tan infinito como puede ser el tuyo, que cuando se trata de ti te verá como una persona única, irrepetible y diferente, son hombres que corren el riesgo de enamorarse, una, dos... y mil veces más, cuando les tocas profundamente el corazón.

 

Enamórate de un hombre que te haga sonreír en los momentos más difíciles, (en los fáciles cualquiera puede hacerlo), que te comprenda y valore, que sepa escucharte y saque la mejor versión de ti, que te respete y sea también digno de ti, que puedas contar con él, que te ame y aprecie por la mujer que eres, que siempre te sume y  jamás te reste.

 

Un hombre puede perder el amor cuando intenta ganarlo y ganarlo sabiendo que puede perderlo, pero bien sabe que pierde el que ni siquiera intenta.

 

Como decía Pedro Chagas Freitas en su libro prometo perder:

 

Prometo perder

Porque sólo quien ama corre el riesgo de perder, los demás corren apenas el riesgo de continuar perdidos.

 

Prometo perder.

Porque solo quien nunca ha amado nunca ha perdido.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri

LAS OLAS TRAJERON A MI AMOR.

Estaba sentado frente al mar

observando las bellas olas

cómo iban y venían

dejando en mis oídos

un mágico sonido.

 

Ese día para mí fue muy lento

y de pronto las olas

con el viento me llevaban

y me traían desde lo hondo

del mar, hasta la orilla.

 

No sabía si estaba hipnotizado

menos si tenía una nostalgia

lo único que sé, es que

cambiaba mi vida ese día

dejándome detenido.

 

Recuerdo que me sentía sólo

Buscaba alguna compañía

Hablé con las olas,

Les conté cómo me sentía,

pero ellas de mí se reían.

 

Sentí alguien que me observaba

Al voltear, allí ella estaba

Muy pensativa me miraba,

Es que lo mismo le pasaba.

 

Lanzaba enojado piedras al mar

Con nadie ella quería hablar

Al verla así, le quise ayudar

A él me traté de acercar.

 

Era tan bella, como nunca imaginé

La tenía cerca y lo comprobé

Al verla que lloraba la consolé

Me miró tiernamente y se fue.

 

De su belleza asombrada quedé

Lanzaba piedras como ella

Y regresó sin saber el porqué

Sólo me dio un beso y se fue.

 

Al ver que se marchó sin volver

Muy pronto a casa regresé

mas iba pensando quien era ella,

Que en segundos fui feliz sin saber.

 

Pero cada día allí por ella regresé

por si acaso decidía volver

De pronto un día a mi volvió

y decidimos por siempre volver.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri

martes, 29 de septiembre de 2020

NOCHES DE LUNA.

Sola se queda la noche,

inmersa en sus duermevelas,

denso silencio que embriaga,

negrura que te embelesa.

Vigilante de los sueños,

preludio de madrugadas,

mirada que sabe a amores,

rostro con alma de fiera.

 

De efímera paz semblante,

de quietas luces inquietas,

de conmovedoras voces,

entre sábanas que tiemblan.

Sudores de los deseos,

líquidos versos que vibran,

en los incontables sueños,

que beben de sus tinieblas.

 

Noche febril y traidora,

sombra que acecha en la sombra,

finas fibras que titilan,

en las carnes que se entregan.

Poder de negro infinito,

como una caverna inmensa,

arrebatos en los huecos,

oscuros como una sima.

 

Canta el búho a contraluz,

resalta la Luna el negro,

de su aparente quietud.

Ojos intensos de noche,

escrutadores sin luz.

Luz de Luna entre las plumas,

forma acerada y oscura,

que rinde culto a la bruma.

 

Noches de negras fortunas,

de agravios y sinsabores,

de infatigables amores,

de miedo, carne y espinas,

de sollozos en la cuna

y de húmedos placeres.

Noches de piel y de esquinas,

vidas que viven y mueren.

 

Sabias noches mensajeras,

pensamientos entre brumas,

ágil se mueve la pluma,

sobre el blanco que la abruma.

Amparadas por la Luna,

las ideas se concitan,

hablando consigo mismas,

la noche amaina las dudas.

 

En la oscura soledad,

se hace hueco la verdad,

que va tornando a la luz,

de su intensa integridad,

su voz queda es un alud,

en la eterna inmensidad.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri

MENTE VIAJERA.

Aunque no crea en el destino,

si creo en el atardecer,

el oscuro anochecer,

el final inevitable,

al término del camino.

No temo el fin de la carne,

de cada paso que de,

no haré dolor, sino brillo.

 

Praderas que recorrer,

en el despertar y el sueño,

en lo vivo y el recuerdo,

entre pasiones de ensueño,

realidades de papel.

Pernoctar en los secretos,

transitar entre los huecos,

que deja el amanecer.

 

No llega hasta el infinito,

el verbo que carne fue,

ni da más de si el reflejo,

de la sombra unida a mí.

No se extiende en el olvido,

lo que se graba al vivir,

ni es más sincero el espejo,

si no me da lo que fui.

 

Tenues notas como motas,

que como gotas rebotan,

melodiosas chispas átonas,

que al caminar se transforman,

como luciérnagas locas,

presas en una mazmorra,

que no pudiendo salir,

contra las paredes chocan.

 

Tibios pensamientos flotan,

como pavesas sin rumbo,

al vaivén que late el mundo,

en su errante respirar.

Como suspiros se van,

no se sabe a qué lugar,

ni si van a lo profundo,

donde habita la verdad.

 

Aunque en la magia no crea,

si hay magia en el corazón,

que late sin ton ni son,

al albur del sentimiento.

La imaginación al viento,

que en la magia se recrea,

como cambia la visión,

la magia de la belleza.

 

No se alarga lo que medra,

en ponzoñosas pasiones,

ni es mejor la servidumbre,

que levantar la cabeza.

Al mirar de frente llega,

a lo más hondo del bosque,

no va más lejos el Hombre,

que se queda en la rivera.

 

Amor que arde como hoguera,

no perdura si las ascuas,

mueren en cenizas secas.

La mente es una viajera,

que se pierde entre las sendas

o encuentra el camino a ciegas.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri