miércoles, 10 de febrero de 2021

EN BRAZOS DEL PENSAMIENTO.

En mi humilde condición,

de peregrino del tiempo,

voy descubriendo caminos,

que son casi siempre ajenos.

Entre el follaje deambulo,

apenas la luz encuentro,

y a medida que me adentro,

más dudas surgen de nuevo.

 

El corazón se hace añicos,

al comprender lo que pienso.

Seductores o atrevidos,

camuflados entre pliegues,

que va doblegando el tiempo,

pensamientos que claudican,

arrebatando recuerdos,

y en ciernes, nuevos proyectos.

 

Trasiego de vaguedades,

que como zombis deambulan,

soslayando realidades,

de fantasías y utopías,

tal vez sea o por si acaso,

de ideas inalcanzables,

y llegando hacia el ocaso,

se apilan días y días.

 

El tiempo lo borra todo,

dice el dicho popular,

pero solo se mitiga,

lo que va quedando atrás.

No por menos caminar,

se hace el camino más corto,

si el viajero llega lejos,

más sabio será el andar.

 

La mirada se diluye,

en los flecos del pensar,

va vidriando la mirada,

pupilas como el cristal,

que la lágrima cautiva,

en lo que mira, atrapada.

Seducen las melodías,

que acuden como aludidas,

que palpitan o arrebatan.

 

En mi humilde condición,

de viajero del pensar,

abro el pensamiento al verso,

que sin pausa se desliza,

entre la duda y lo cierto,

mientras la estrofa se anima,

dando fin, a su pesar,

pues la reclama Morfeo.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

EL SOL CON LA LUNA BAILA.

Estallido de las hojas,

aplauden vivas al viento.

Sonoras palabras mágicas,

de los atrevidos ecos.

Entre las ráfagas de aire,

castañetean las albarcas,

pisando el barro y el cieno.

El agua seduce al grano,

de la enamorada playa.

 

Abanican las pestañas,

dando a la pupila viento,

iris espejo que baila,

con la sigilosa lágrima.

Brilla atenta la mirada,

fundiéndose con la pátina,

y va escalando sin celos,

mira al abismo que llama.

 

Piensan los labios jugosos,

la esencia de los adentros,

manantial entre los ojos,

boca sedienta de besos.

Dice lo mismo la mueca,

hablando muda lo cierto,

y se rinden los matices,

al sentimiento y al gozo.

 

Baila la sombra en la tierra,

hollada por su gemelo,

acompasada la danza,

de la vida y su reflejo.

El amor destierra al odio,

con caricias y zarpazos,

y se enamora la vida,

de lo auténtico que alcanza.

 

Van llamándose los años,

como peregrinos locos,

buscando el siguiente paso,

camina el tiempo azaroso,

marcando el ritmo a su antojo,

y van quedándose atrás,

sin mirar huellas y enojos,

conquistas y desengaños.

 

Se balancea la esperanza,

péndulo eterno del tiempo,

sentidos alborotados,

sentimientos que se abrazan,

temores en el subsuelo,

mudos, atentos, sin ojos.

Amores en la semblanza,

de sus caprichosos modos.

 

Calma chicha en la mirada,

serena tarde de otoño,

placidez de la templanza,

en el lago de los ojos,

infinito en la entrañas,

mente que llena vacíos,

promesas que cuelgan fatuas,

vacuas voces de alabanza.

 

El Sol con la Luna baila,

en la danza de la vida,

mientras el amor se encarga,

de edulcorar sus andanzas.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

VIDA, FUENTE, HUELLA, BOCA.

 2943 VIDA, FUENTE, HUELLA, BOCA.

 

De la fuente,

que mana sin pausa,

hasta el río,

que en el mar se baña,

a la lluvia,

de nubes preñada,

cuyas gotas,

semejan ser lágrimas.

 

De la boca,

que al aliento se abre,

a los vientos,

que impulsan con saña,

la palabra,

que en el vientre nace,

crece en la garganta,

de voz sustentada.

 

De la vida,

que amanecer quiere,

de voz aflautada,

a la herida,

que cerrarse quiere,

que a sanarse aguarda,

a la sangre,

que al latido ama.

 

De la huella,

que deja la ausencia,

al fugaz impacto,

que el presente deja,

la volátil bruma,

que llega y se aleja,

a la fiel presencia,

que siempre se queda.

 

De la fuente mana,

la voz de la boca,

de la vida el ser,

huella es la pisada,

la fuente es la vida,

que a la vida salva,

la boca el aliento,

que el latido arranca.

 

Vida, boca y fuente,

huella que se plasma,

de la fuente vive,

que la sed aplaca,

de la boca sabia,

la sabia palabra,

si las cuatro se aman,

el alma se agranda.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

SI SE DETIENE EL TIEMPO.

Si se detiene el beso,

se queda sin aliento,

la entristecida boca,

el aire ya no baila,

en el labio de aurora,

se quedarán llorando,

las rojas amapolas,

y el viento será oscuro,

dando voz a la sombra.

 

Se quedarán sin Luna,

las noches de los sueños,

cantarán las cigarras,

en áridos recuerdos,

y el corazón sin mácula,

olvidará el secreto,

de aquel amor de ensueño,

que escapó de su encierro.

 

Volverán las nostalgias,

abrumando entre velos,

ladinas y acrobáticas,

llenando los espacios,

que se quedaron hueros.

Las duermevelas mágicas,

recordarán el tiempo,

de la alegría plácida.

 

Si se detiene el noble,

se quedan la verdades,

en el aire sin dueños,

las razones vagando,

cual vagabundos ciegos,

y sembrarán las almas,

cizaña en vez de anhelos,

la lluvia será ácida.

 

Al borde del abismo,

nacerán nuevos tallos,

brotes nuevos sinceros,

amores en racimos,

de valores de acero.

El día será lúcido,

de libertad sin miedo,

y cantarán sin pausa,

coloridos jilgueros.

 

Amor como el diamante,

de esponjoso cerebro,

de corazón de pálpitos,

que late sin recelos,

y en las noches calladas,

donde se acuna el tiempo,

susurrarán las sábanas,

palabras de consuelo.

 

Si se detiene el tiempo,

un amor ha nacido,

como un brote de enebro,

y una luz estentórea,

reclamará su acento,

serán versos los gritos,

el amor será eterno.  

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

NO SE DOBLEGUE EL POETA.

Un corazón que no late,

una sonrisa de hielo,

un pensamiento que yace,

una mirada de acero,

los ojos entrecerrados,

como rendijas, sin brillo,

y un cerebro como ido,

labios, como un fino hilo.

 

Cuando el corazón se ensancha,

nace el sentimiento auténtico,

aunque sea la realidad,

poco menos que un infierno.

El necio a sus anchas campa,

ausente de lo que pasa,

y ante nada se detiene,

si tiene llena la panza.

 

Mira a su ombligo el cobarde,

el estulto mira al suelo,

mientras miran de soslayo,

el necio y el embustero,

se creen sobrados de ciencia,

de poder van presumiendo,

pero su rostro rebela,

el vacío que va por dentro.

 

Amantes quiere el poeta,

amores que lleguen lejos,

que no se enrarezca el aire,

que no se pudra el aliento,

que la mirada sea grande,

que mire al fondo de todo,

que sea libre el pensamiento,

no amarrado a otros deseos.

 

Bruñir de esencias las notas,

de su atrevido talento,

que el corazón lata fuerte,

que la sonrisa sea un gesto,

que alivie el dolor ajeno,

con los ojos bien abiertos,

y que no miren tan solo,

que vean más allá del tiempo.

 

Cascabeles en los labios,

bellos sonidos sinceros,

que emitan palabras sabias,

que suenen como sonetos,

que surja la carcajada,

si va la risa a su encuentro,

y nazca en el corazón,

el amor que abarque todo.

 

El fin no se justifica,

con el sacrificio de otros,

y tan solo la nobleza,

mejora al sabio y al tonto.

Que el vértigo no se aferre,

ni a la vida ni a los órganos,

y no se rindan los buenos,

ante el verdugo y el bobo.

 

Amor quieren las entrañas,

el corazón y los ojos,

y que se infiltre en las venas,

como en su caverna el topo,

no se doblegue el poeta,

ni al poder ni al poderoso.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

UN ÁTOMO, UN MUNDO ENTERO.

Un maremoto,

en un dedal de agua,

estruendosa catarata,

de lágrimas en los ojos,

de un microbio una gran plaga,

ventisca de un solo soplo,

un huracán de agua y viento,

en un aguacero solo.

 

La voz,

como un luengo trueno,

que brama de horror y gozo,

de ideas un terremoto,

en la corriente de un pozo.

Una cascada de besos,

en un beso intenso y corto,

y en un suspiro tan solo,

un aliento del dios Eolo.

 

Si el destino adivinara,

ajustaría los antojos,

correría mil peligros,

más laxo sería el andar,

más gozaría del reposo,

y en las artes del amar,

sería más meticuloso.

Iría más lento o más rápido,

dependiendo del amar.

 

Tromba de agua,

en un reducido vaso,

torrente en un parpadeo,

un berrinche en un solo ojo,

de una lágrima un manantial,

de una mirada, un sollozo.

De una tos un terremoto,

de una risa un carnaval.

 

De un pálpito un mar de fondo,

y de tan solo un enojo,

el bramido de un volcán.

De una letra una pasión,

un verso como un ciclón,

y en el vórtice de todo,

un amor que abarque todo,

un ciclópeo corazón.

 

Un mundo en solo un jarrón,

y un universo en un bote,

toda una orquesta en un solo,

y en solo un dedo el amor,

en todo el inmenso espacio.

Y así, en tan solo una mirada,

amar la vida , que no es poco.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

LATE EL VERSO.

El verso nace y se hace,

vive la rima cautiva,

que para ser liberada,

apela a la melodía.

La estrofa camina erecta,

desgranando sus teorías,

así, transforma el poema,

así, canta la poesía.

 

El duende sueña y trasciende,

mientras el mago cautiva,

sus pases mágicos sienten,

el soñar de quien le mira.

La magia así se transforma,

por mor de la fantasía,

en un delirio constante,

que atraviesa sueño y vida.

 

Verso que sabe a canción,

rima que al tiempo cautiva,

palabras que profundizan,

bordadas de alma y reliquias.

Verso que habla y enajena,

que reaviva el corazón,

rima cual acordeón,

que se acorta o que se estira.

 

El verso, es como un halcón,

que ve el mundo desde arriba,

oteando cada partícula,

cada hoja, cada esquina,

cada escondido rincón,

ojos de sabiduría.

Despliega su majestad,

más allá de las colinas.

 

Verso que crece naciendo,

del corazón que respira,

mente y órganos unidos,

para sangrar por la herida,

de las vivencias pasadas,

del caminar día a día.

Como hoja en la brisa vibra,

como un brote va creciendo.

 

El tiempo espera a la rima,

que va brillando a su encuentro,

rima y tiempo se acompasan,

para dar al verso acento.

Se queda en trance la voz,

entre los labios latiendo,

unos labios con sordina,

late el pulso, nace el día.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

DESPERTARES ...

Ese país que suspira,

entrecortados respiros,

en vilo los sentimientos,

realidades contrapuestas,

en arrítmicos latidos.           

Faz de muecas contrahechas,

vacilantes rictus tímidos,

en inciertos pensamientos.

 

Despierta el sueño dormido,

entre plumas de almohadones,

desoyendo los rumores,

desatendiendo los ritmos,

entre espejos constreñidas,

las inquietantes versiones,

de reflejos siempre vivos.

Despiertos quedan los niños.

 

Nacen corazones íntimos,

en los vientres generosos,

de la vida en su materia,

carne viva de los gozos.

Pasión que despierta viva,

de los profundos rescoldos,

del fuego que dentro anida,

de amores que amamos todos.

 

La senda abierta respira,

sombra y luz entre los ojos,

una recurrente herida,

que la verdad cicatriza.

Senda de frutos jugosos,

de nostalgias que palpitan,

fuerte aliento que suspira,

sendas limpias de rastrojos.

 

Despierta el nervio atrevido,

despierta el dormido gozo,

y en la sangre y en las tripas,

la emoción baila a su antojo.

La fuerza en las venas vibra,

buscando el centro de todo,

mientras el amor cautiva,

de los feo, lo más hermoso.

 

Despierta dijo al oído,

el tiempo al amor dormido,

y se abrieron las fronteras,

para los cerrados ojos.

Brotó en el sueño la hoguera,

de los reprimidos gozos,

y fue despertando el día,

desperezando los rostros.

 

Despierta susurró el viento,

al oído generoso,

y penetraron las brisas,

abriendo huecos sin prisa,

en el corazón de todos.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

RESISTE GRITÓ LA VIDA.

Resiste, gritó la vida,

con inequívoca urgencia,

y semejante exigencia,

quedó en el viento perdida.

Forjó en el yunque la idea,

con esmerada paciencia,

y semejante insistencia,             

logró la precisa idea.

 

Herrero de recias manos,

que con tal fuerza moldeas,

el duro hierro que forjas,

en otras formas recreas.

En el crisol vive ardiente,

la materia que se crea,

y de nobles manos recias,

surge el arte de la idea.

 

Resiste, gritó la ausencia,

que en arcanas noches medra,

y quiere hacerse visible,

quiere plasmar su presencia.

Verdad escondida en el núcleo,

donde las fuerzas culminan,

y su atronadora voz,

no solo brama, suspira.

 

Labriego que amas la tierra,

con inusitada ciencia,

bebiendo de arcanas voces,

que trascienden las fronteras,

de boca a boca pasando,

eco, que nunca escasea,

que jamás para o se esconde

que eterno en vida se entrega.

 

Resiste, grito el amor,

que vio al mundo con muletas,

descosiendo sus costuras,

cuajado de hambruna y grietas,

lloran sus gélido ojos,

de mirar, sin ver siquiera,

mientras el amor se abraza,

a la vida que le queda.

 

Poeta, que al tiempo gritas,

para que el amor se extienda,

y con sus humildes letras,

vuelque el sentir que le aprieta.

El marchamo de sus versos,

va señalando la senda,

amor en cada latido,

sangre ardiente de sus venas.

 

Resiste, gritó la vida,

para que nos demos cuenta.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

LIBERTAD Y AMOR.

La libertad se diluye,

si se frena el pensamiento,

se va enquistando la esencia,

del valor de los derechos,

y la vida se adormece,

queda la mente en barbecho,

la luz, torna mortecina,

y el raciocinio se pierde.

 

Al borde de la locura,

vaga el soñador sin rumbo,

entre vapores y efluvios,

de febril asintonía,

demudado rostro vahído,

sensaciones que se agolpan,

como rimeros de vidas,

como repetidos versos.

 

Se pierde la libertad,

si se pierde el compromiso,

va cayendo el sentimiento,

se retuerce el idealismo,

se hace a un lado la verdad.

Las ideas se sacrifican,

si vive el ser sin principios,

si ensalza la vacuidad.

 

Se fue perdiendo lo ingenuo,

el cinismo se hace el dueño,

y van cayendo las hojas,

del libro de los secretos.

Las voces ya no son cálidas,

no hay ternura en el encuentro,

creciente la soledad,

del sentir que vive dentro.

 

La libertad se oscurece,

niebla espesa que subyuga,

con el temor de los cánticos,

va creciendo la locura.

Amar deja de ser mágico,

y oculta el sol lo que dura,

la pasión su empuje pierde,

si el egoísmo perdura.

 

Candiles en el zaguán,

donde la libertad se desnuda,

y de enriquecer su afán,

quiere traspasar la duda,

la puerta entreabierta está,

para abrirla sin mesura,

luces que al vivir titilan,

buscando un punto y final.

 

Sin dudar el amor cura,

en su extenso caminar.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri 

CARA Y CRUZ.

Se ha vuelto del revés,

se ha enseñado el reverso,

la cara oculta se muestra,

los pliegues que lleva dentro,

se le dio la vuelta al mundo,

se despellejó el deseo,

y en carne viva se ve,

a la vida sin pellejo.

 

Cara y cruz de las palabras,

cruz y cara en la mirada,

el doblez del poderoso,

que la cara oscura tapa.

Se refleja en el espejo,

la mueca fingida que habla,

y la miseria, por dentro,

en la mirada plasmada.

 

Cara oscura de la Luna,

como detrás de la almohada,

lo inimaginable duerme,

o en silencio grita y habla.

Pliegues del tiempo pasado,

en el lado oscuro callan,

pero en imágenes gritan,

ecos de sustancias rancias.

 

Se dio la vuelta la piel,

del amor que se achicaba,

descubriendo las heridas,

las cicatrices pasadas.

Se dio la vuelta el corcel,

su instinto siente y le salva,

presiente el anochecer,

y la oscuridad que aguarda.

 

Cara y cruz de la ilusión,

que se desinfla y se agranda,

impulsa y luego se arruga,

brilla y al instante se aja.

Amor cuyas cicatrices,

en lugar de herir ensanchan,

cuando la mirada es amplia,

cuando está limpia y diáfana.

 

Cara oscura de la vida,

que en las sombras se amilana,

que acechando entre el follaje,

observa, sentencia y calla.

De los amores aristas,

múltiples y cortantes caras,

silencios o algarabías,

tiernas caricias o chanzas.

 

Volteó la cara el Sol,

para que la Luna entrara,

blanco y negro entre los dos,

fundiendo el mundo sin pausa.

Caminan luces y sombras,

al mismo ritmo silentes,

liban de la misma fuente,

en el mismo ser se plasman.

 

 

 

 

Autor

Antonio Carlos Izaguerri