Seré feliz al ser ancla haciéndome escarcha
Sobre el mar y besos sobre arena.
Deseo desmayarme entre venas
Que se deprimen al no poder saltar,
Torcer las piernas y morir en el todo.
Quiero estar y no.
Mis cicatrices son sabanas de gloria,
Me cubren y me asfixian
En jolgorio que de olvidarme me cuesta.
Seré pasado sin huellas,
Seré crepúsculo en soledad
Y navegaré en los barcos
Que los sentimientos han de naufragar.
Pienso en el frío de la calle,
En eso que no seré,
En el alma que lloraré
Por no poder abrazarte
Entre mis racimos.
El caminante hoy me mira
Con mis pies sobre la tierra,
Se han hecho raíz sobre mí,
Ancla que mojada hoy se libra.
(Eres lo que pienso
Y lejana en lo que veo).
Belleza de sándalo,
Inerme columpio oscuro
De claveles perfumados
Y aura convexa.
De suspiros, olas perdidas y sin razón,
El malecón que ayer
Se le ha teñido las nubes
De negra borrasca,
Hoy ha de ser el cerro
En donde hemos de gastar
Carcajadas hasta abrazarnos
Como un espiral borracho.
Hoy canto para mi voz
Que triste consume a la luz de la luna,
Y para mujeres que el viento me trae
La copla sin apoyarse en acordes.
¡Pobres bestias cegadoras!
Oigan mis plegarias
Que piden lluvia en este desierto.
Me has escrito una simple estrofa:
Te vuelves diferente por hora,
Por cada palabra
Con la que tu boca me nombra;
Pasas las hojas y sonríes,
Es el mismo pasar soberbio
Que tu lengua me provoca.
Leo y me hablo
Como si fuese mi propia musa.
Digo que ya pronto volveré a verte,
Siendo yo mismo en el espejo,
Reconociendo el aire
Y mi sonrisa que se triza
En la luz de los cielos.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri