De pronto me inunda esa sensación
De paz y sosiego,
Cual rayo atravesaste mi alma
Curando por arte de magia
Heridas viejas sangrantes
Y suavizando cicatrices queloides
Que me torturaban y diezmaban.
Me conquistaste,
Me miraste con esos ojos tan negros
Como la noche sin luna,
Como el carbón de las profundidades.
Entraste por mis ojos,
Luego por mis oídos
Penetrando como luz incandescente
Hasta alojarte en mi corazón,
Permaneciendo allí, quieto,
Llenándome de esperanzas e ilusiones,
Mostrándome ese hermoso horizonte
Que brillaba con la luz que alojaste en mi interior.
Soñaba, cantaba hermosas canciones de amor,
De esas que nos tocan el alma
Cuando se siente estar enamorado;
Era amor de alma,
Ese que penetra los huesos,
Que carcome el tuétano,
El que invade los pensamientos.
Todo era hermoso,
Las estrellas eran azul intenso,
La luna guardaba tu rostro
Dejándomelo ver con alborozo,
Aunque el cielo estuviera gris era hermoso,
Todo era risa,
Todo era un encanto,
Todo era de sueño por tus encantos,
Sentía la cercanía de tu alma a la mía,
Se tocaban,
Se acariciaban,
Danzantes en melodías de arpas y violines
Junto a la tibia brisa que nos cobijaba.
Entregué todo sin guardarme nada,
Convencido que me amabas,
Pero así como un rayo te alojó en mi corazón
Una pequeña brisa fría te alejó sin razón,
Dejándome envuelto en total desolación,
Sucumbí a tus engaños,
¡Qué tristeza!, ¡qué dolor!
La vida se ensañó
Hiriendo de muerte mi ilusión,
Atravesando como una daga hirviente mi corazón,
Arrancando de raíz este gran amor,
Duele, duele el corazón.
Ya sé lo que es amar,
Duele el alma cuando se va,
Y te llenas de soledad.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri