miércoles, 29 de abril de 2020

UNA RIMA QUE LLORA.

La palabra se pierde,
cuando el sonido grita.
Y se quedan flotando,
como ínfimas partículas.
Sin destino ni forma,
sin carne y sin esquinas.

Redención pide el aire,
en su estructura obscena,
pervertida en su esencia,
por la humana torpeza.
Lisonjeras palabras,
pero vacuas y necias.

Se ha retorcido el mundo,
sobre su núclea esencia.
Sometido al antojo,
de pérfidas prebendas,
se retuerce incansable,
en su sima materna.

Una ráfaga azota,
otra besa la piel,
con sus etéreas olas.
Unas limpian la roña.
otras buscan el centro,
donde se cría la aurora

Alocados matices,
que en las bocas de otrora,
superaban los tiempos,
y adornaban la Historia.
Con el aliento puro,
sin taras ni derrotas.

Unos ojos que ríen,
otros miran con sorna.
En la oronda pupila,
la codicia se asoma.
Y los ojos de Luna,
en la cálida alcoba.

Primavera de versos,
exuberantes rosas.
En el trino sin mácula,
la realidad corona,
las fronteras más altas,
verbalizando el verso.

Un sonido perverso,
entre los labios reta,
al dueño de los tiempos.
Prisionero en el alba,
cuando la luz asoma.
Prisionero perpetuo.

Matices en las manos,
como alas de paloma.
Aleteando en las sombras,
como signos sin forma.
Manos que reconocen,
o simplemente tocan.

Se quedó entre dos versos,
como una risa floja.
Sintiendo la caricia,
de la boca sonora.
Un amor quebradizo,
y una rima que llora.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri. 

ENTRE DOS AMORES.

Un hilo de vida,
Un leve suspiro.
Un vago latido,
que en el aire vibra.
La imagen borrosa,
de una sorda risa.
La canción más tierna,
la voz más hermosa.
Y la primavera,
que a la luz aflora.

Cantinela mágica.
de matiz fantástico.
Ordenada música,
de rítmica lógica.
Mímica simbólica,
que parece trágica.
Voces en el ático,
de tonos enfáticos.
La verdad errática,
para gente apática.

Se marchó sin luz,
en un aura oscura.
Se quedaron solas,
la sombra y la vida.
Aflautada esencia,
carente de rima.
Pavesa que flota,
en la leve brisa.
Con las dos mitades,
de una y otra vida,
se compone el alma,
patente y sencilla.

Amor de verano,
con la luz de ébano.
Jilgueros cantando,
sobre los cerezos.
La frescura nítida,
de la joven magia,
bordando el vestido,
que vence y atrapa.
La suave tersura,
de la piel que habla.

Serena la noche,
despertando al alba.
En los dos momentos,
que viven y callan.
Se despierta el verbo,
silenciosa calma.
Sueños en la almohada,
fluyendo sin lacras.
Con la mente inmersa,
en la mar fantástica,
de fuego y de brasa.

Dos son los amores,
que abrazan los huesos.
Uno vive fuera,
el otro hacia adentro.
Juntos se sumergen,
en el universo,
para darlo todo,
si llega el momento.
Amores que bailan,
piruetas y saltos,
ladinos y frescos.

La luz y la sombra,
caminan unidas,
como fuego y viento.
Entre dos mitades,
desde afuera al centro.





Autor
Antonio Carlos Izaguerri. 

VOLVER A EMPEZAR.

Sobre ascuas encendidas he recorrido el sendero, dando pasitos muy lentos para escalar la montaña;
Fueron muchas las espinas y una que otra pesadumbre las que frenaron mi paso sin detener mi camino;
Tuve unos días muy grises y algunas noches muy claras, que formaron los cimientos para cumplir mi propósito;
Entre amigos y enemigos me tocó abrirme paso, mientras llegaba a la cima recibí más de un codazo.

Cuando miré para atrás me estaba esperando el diablo, al mirar hacia adelante me llamó un Ángel Divino …
Arriba de la montaña me encontré con unos cuantos, algunos me conocieron y todos a mí se abrazaron;
En medio de aquella euforia que ocasiona algunos logros, ignoré aquellas punzadas que adornaron mi faena …
Agradecer los demonios que me hicieron ver a Dios, agradecer por el golpe que me empujó hacia adelante.
                                                           
Cuando me encontré en la cima, sonriendo miré hacia abajo; nada me era conocido, ni personas ni lugares …
Fue entonces cuando vi al Ángel que su mano me extendía, me ofrecía su voluntad para atender mi destino …
Esta vez no lo seguí y me quedé en las alturas, gozándome de placeres y también desconociendo que existen los otros seres …
Terminados ya los goces me miré y estaba sola… y aquí estoy al pie de la loma para reiniciar la cuesta de la mano de mi Ángel.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri. 

MUJER PRIMAVERA.

No es precisamente
un modelo
la que renueva cada año
sus atuendos y diseños.
Usando estupendos colores,
en sus maquillajes y accesorios
los que van acorde con la primavera.

La Mujer Primavera es sencillamente
una niña, la que trae consigo,
su tierna sonrisa.
Con una frescura angelical
 de una verde pradera.
Es la que al entrar en su bello jardín
se confunde con la más bella flor.
La que juega con las mariposas
y el viento, sintiéndose
su única dueña.
La que corre con sus piececitos
descalzos, para sentirse libre
y al mismo tiempo acariciar
 la humedad de la tierra … Y si acaso
la arena de alguna playa pérdida
en las afueras.
La que tiene sentimientos
tan puros y cristalinos
como el manantial de agua
que baja de las montañas.

Es la que al transformarse
en toda una mujer, no necesita
su tamaño, escultura ni su edad
para ser ella … La Mujer Primavera.
Es aquella que suele tener una dulce
sonrisa y la mirada inocente
de aquella niña.
La que conquista con solo una sonrisa
el mundo entero.

Es toda una mujer, grande y
niña a la vez.
La que con manos suaves y delicadas
recoge mariposas de colores
para cuidarlas y acariciarlas.
Las mismas mariposas, que no harán
el menor esfuerzo para alejarse de ella.
Es la que baila la música del viento y el
canto del aleteo de las mariposas,
las que tejerán una corona
con todas ellas y así …
Coronarla
como la reina y
Mujer Primavera.

La mujer primavera
es aquella flor
cuyos colores brillan con el sol
y a la vez se transforma
en una deslumbrante mariposa.
Pues si no lo sabías …
La Mujer Primavera
no es más …
Que la Reina de tu corazón


Autor
Antonio Carlos Izaguerri. 

TAN LEJOS Y TAN CERCA.

Aún aquí te encuentras, tan dentro de mi vida;
bordada en mis memorias, igual que luz prendida.

Estás lejanamente tan cerca de mis manos,
en medio de mis sueños febriles y profanos;
te encuentras en las notas, que vibran en los pianos
que tañen mis recuerdos, profundos y mundanos.

Aún aquí te encuentras en medio del mutismo,
que suena a llanto triste, que surge de un abismo.

Te miro en mis dinteles, de blanco tul vestida,
llevando en tu mirada, misterios soberanos,
que vuelan dulcemente preñados de lirismo.

Y miro tu figura, lo mismo que espejismo,
que flota tenuemente por místicos arcanos;
debajo de la lluvia, de perlas bien tejida.

Y siento que tus labios me ofrecen el bautismo
del beso más sagrado que ofrece el hedonismo.

Y nacen nuevamente deseos tan paganos,
que tienen esa fuerza, de vientos diluvianos;
que traen ese ritmo de valses victorianos
envueltos en las notas, de acordes wagnerianos.

¡Y vuelves con la luna, radiante y florecida,
a darme con tu cuerpo la gloria ya perdida!




Autor
Antonio Carlos Izaguerri. 

DESNUDA Y CON EL ALMA LIBRE.

Si continúa mi vida
por este andar,
lleno de aciertos y anzuelos,
puedo decir sin temor a los hechos
que he vivido como merezco.
                               
Porque no siempre sonrío, es cierto,
pero en cada lágrima surgen ríos
caudalosos con nuevos vientos,
porque se parecen mis pasos
a los de un niño inquieto,
también a los de un abuelo,
que va contando los días
o los días contando sus versos.

Y al final del puente
se balancean mis mayores miedos,
convertidos ahora en fuego;
que quema, que arde y que vence,
la duda de seguir en tierra firme
aunque la realidad me concibe
desnuda y con el alma libre.






Autor
Antonio Carlos Izaguerri. 

POR EL SENDERO ...

Pensé caminando,
en senderos virtuales,
que es corto el camino
y larga la nostalgia.
Un pensar constante,
en el efímero sino
y un presente furtivo,
que se esfuma en su aura.

Un nublado sendero,
que se encoje y extiende,
la virtuosa marea,
de un devenir creciente.
La sombra de un viajero,
que se desplaza y huye,
unos pasos de niebla,
en la nada se pierden.

Corazón en la hoguera,
en las brasas que hierven,
arrasando el camino,
como una lava ardiente.
Una explosión certera,
que en la vida se cierne,
sobre el ser que se siente.

En paralelo caminan,
la alegría y el dolor,
a veces unidos crecen,
luz y sombra se combinan,
para alcanzar el amor.
Senderos que de esperanza,
florecen o se marchitan.
Junto a la cizaña anidan,
las hojas más coloridas.

Atajos entre los sueños,
para alcanzar nuevas cimas,
pisando con pies descalzos,
las sendas y las orillas.
Rastrojos en los senderos,
por donde el amor camina
y unos pasos sigilosos,
para lograr la autoestima.

La caminata que obliga,
a hollar la tierra prohibida,
con la mente y con los ojos,
con la verdad y la mentira.
Volver de nuevo a la senda,
que atrás quedó dolorida
y restañar las heridas,
que hendieron la carne viva.
Andar sin pausa y sin prisa,
con el amor por bandera.

Senderos, sendas, caminos,
atajos que barre el viento
y que va gastando el tiempo,
deambulando en lo infinito.
Dando bocados al tiempo,
las vidas abren caminos,
para allanar su destino,
para darle tiempo al tiempo.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri. 

APARECISTE TÚ.

La noche era una total oscuridad,
Ninguna estrella que rompiera la negrura,
Y la luna? Enclaustrada y temerosa.
Y no tuve menos que pensar con empatía,
Es que no hay nada que celebrar,
Se han cerrado las puertas, las luces se apagaron.
Así estaba mi vida, oscura, inanimada, muerta.
Ja. Mi vida estaba muerta, que paradoja!
Naufragó, entre incomprensión, mentiras y traiciones,
Y cuando todo parecía perdido,
APARECISTE TÚ,
Y se asomó la luna, y cuál séquito
Aparecieron las estrellas, titilando de felicidad,
Respiré profundo, exhalé, me vino una sonrisa,
Y me dije: No cabe duda que Dios existe!
Pues te contemplé, epifanía total,
Y me envolvió tu luz, me iluminó tu sonrisa,
Y vi en tus ojos las estrellas, anunciando la
Natía de un tiempo más feliz.
Llegaste con la esperanza a cuestas,
Reviviendo la fe casi perdida.
Tomé tus manos, y te miré a los ojos,
Y descubrí en el mar de tu mirada
Que había naufragios en tu vida,
Y sin decirnos nada, saciamos
La necesidad de un abrazo, suave,
Prolongado, que se hizo más
Intenso y desesperado.
Hoy navegamos en el mismo barco,
Habrá tormentas, lo sabemos,
Vientos contrarios, marea alta,
Resacas tratando de engullirnos.
Pero ya hicimos votos y nada
Habrá de separarnos.
Porqué el amor se hizo real
Cuando APARECISTE TÚ.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri. 

BONITOS RECUERDOS.

Escuché en una canción
que al contacto del amor,
todos seremos poetas
o marionetas de la pasión.
Basado en tal filosofía
cursis poemas le escribía
para luego esconderlos
bajó su almohada.
Sabía que al encontrarlos y leerlos
la haría sentir amada.
Recuerdo escribirle caricias
mientras dormía,
y leer el prólogo de su amor
en su mirada al despertar.
Su forma de narrar caricias
al mirar era increíble;
lo que me hacía sensible
a adorar, más y más ...
Su gran capacidad de amar.

Recuerdo, que su risa sincera
a la lluvia ahuyentaba.
Si mi esperanza caía,
en ella vertía primaveras,
haciendo florecer mi sonrisa.
Era ella la narrativa conceptual
de mis anhelos.
Sembraba ternura en mi corazón
y cosechaba alegría.
Guardo lindos recuerdos
de antes de su partida,
la verdad su ausencia
me parece mentira;
a veces su presencia
con mi mente conspira,
y tengo la impresión
que en silencio me mira.
Con esa mirada adorable
cuando un error cometía,
luego de besar mi frente
graciosamente decía
tranquilo mi amor;
sé que puedes hacerlo mejor.

Dicen que nadie sabe
lo que tiene hasta perderlo;
cuando se fue, no podía creerlo.
Pues ella era lo primero a poner
en mi mente al despertar,
era mi fragmento del paraíso
mi orgullo, ostentaba su belleza
con ella me era imperceptible
el dolor o la tristeza
pues su amor. Me era tangible
y eso, eso me hacía sentir invencible.
Era mi lucero en el infinito
hasta ser mi estrella fugaz.
Pido a Dios que en mi mente
su rostro perdure
y procure no perder detalle
de nuestra historia,
para que esa bella sonrisa
que me cautivó
siga cautiva en memoria.

Y el día que tanto temía llego.
Me dijo solo necesito
que seas consciente
que te amé hasta la muerte
y en mis brazos murió.
Era una tarde de verano
me tomo la mano
mirando al infinito,
en su rostro una lagrima
y una sonrisa se hicieron una.
Entonces viví en la muerte
unos segundos
yerto en incredulidad
al tenerla de frente,
en pausa sin respiración
en dicha transición
hacia la eternidad
del otro mundo.
Poco a poco se iba,
y poco a poco se fue
formando un ambiente
en mi mente de incertidumbre,
era nuestra costumbre
viajar al futuro y visualizar
este escenario, el miedo
ya era secundario.
Ella se echaba a reír
y solía decir, nacimos para morir
para cuando me toque partir
tienes que seguir adelante
y celebrar que es vida el amor.
Sutilizaba el dolor y el pavor
que dicha realidad producía,
me daba valor su fortaleza.
Desde que aquel doctor
le diera fecha de partida
nos cubrimos de amor.

Aunado en mis pensamientos.
Por un momento al cielo mire
y en voz alta pensé,
tal fortuna fue tenerte
que espero volver a verte.
Entonces de repente,
vi a un ángel descender
y al tomarme de la mano
me dijo te amo;
seca esas lágrimas
no quiero verte llorar
estoy en un mejor lugar.
Puedo ver al sol cantar,
mientras danza la luna
aquí no hace falta fortuna,
ni existe el dolor.
Aquí se profesa el amor
es un lugar bello y agradable
sin enfermedad ni muerte.
Se razonable y disfruta la vida.
Tendremos otra oportunidad
de encontrarnos,
y si ahí podemos amarnos
será hasta la eternidad.

Quizás solo era mi imaginación
tener dicha conversación,
cuestione mi sensatez, pero ...
Con palabras sin fluidez le dije
no has muerto para mí,
sólo tu tiempo vi perecer.
Más que tu partida
me dolía verte padecer,
pero ya murió en mí tu dolor
mi nostalgia es alegre
y hace endeble a la pena
tras tu partida pues ...
Sí, me privo la muerte
de verte sonreír,
pero fue una fortuna tenerte
a mi lado.
Estoy deseando elevarme
más alto que el viento
para ir a buscarte;
y la gravedad, se exige en mi contra.
Pero sé, qué llegado el momento
seré parte del tiempo;
y pintaré un portal hacia el futuro,
pues al pasado ya no es necesario
conozco su porvenir.
Y tú ya no estarás en ese día a día.
Fue una historia de dos
ahora de tres, pues Dios
miro a través de tus ojos;
en tal movimiento de amor
te llevó a un estado mejor.
Te amo.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri. 

LA ESPERA.

A la orilla de la añoranza
soporta la flama de la angustia,
ésa que la sofoca y asfixia
con las ansias de volver a verlo.

Percibe la danza alborotada
de las flamas de los nervios
bailando de un lado a otro
agitando sus pensamientos.

Una llamarada de dudas
la asalta por las noches ...
¿Será que ya no regrese?
Aleja todo mal pensamiento.

Atiza con fuerza la fe
y vuelve de nuevo la confianza,
en su corazón la esperanza arde
llenando su corazón de calor.






Autor
Antonio Carlos Izaguerri. 

¿TÚ SABES POR QUÉ SUSPIRO?

¿Tú sabes por qué suspiro?
suspiro por desnudarte
por abrazarme a tu cuerpo
y después poder besarte.

Por recorrer con mis labios
la aventura de tu cuerpo
por escuchar tus suspiros
respirando amor eterno.

Por acariciar tus senos
y sentir esos latidos
por avivar esa llama
por despertar los sentidos.

Por beber esa pasión
que se siente al abrazarte
para quitarte la ropa
y después poder saciarte.






Autor
Antonio Carlos Izaguerri. 

TE DEJÉ IR EN PEDACITOS.

Mi desastre no tiene inicio,
lo sabemos.

Tu sabías,
que soy un tornado,
que puedo destruir y aparecer donde sea,
que estoy loca y que todo me da vueltas .

Recorrí tu casa,
tu cuerpo,
tus lunares,
tu mente
y en cada sitio quería meter la lengua para saberte mejor.

Yo sabía,
que estabas corriendo,
que esperabas la tormenta
y nunca llegó o no lo supe.

El verdadero desastre se dio a notar con tu mirada perdida, con tus manos ligeras y yo sin saber si aún me amabas.

Al terminar la devastación,
dejé de sentirme tan congelada.

Ahora sé que puedo arder si así lo deseo.

Cada pedazo tuyo antes de las ruinas lo guardo en un baúl.

Cada pedacito que logro destruirme lo voy dejando en el camino, así cuando me pierda sabré que ahí ya no es mi lugar.





Autor
Antonio Carlos Izaguerri. 

EL MAR.

Hoy el mar, viene con su canción sonora
y las olas cantan su melancolía
besando la arena con su armonía
mientras el fondo marino de amor llora.

Trae el agua de los ríos su fragancia
y el aire de la brisa que respiro
me hace sentir su amor con un suspiro
mientras me enseña sin bravura su elegancia.

El sol le besa su azulado encaje
y el cielo en su espejo le cita
dejando su sentir en su oleaje

y la luna a besarla le invita
el alba llega vistiendo el paisaje
dando color a su belleza infinita.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.