En una noche estrellada,
sentado me encontraba en una terraza,
había una brisa fresca y calmada.
yo, con enorme decepción
me sentía triste y amargado
Empecé conmigo hablar,
vi el esquema de una flor y me acerqué,
era el amor, y le hablé de mi pesar
desde que de mí se fue
sin decirme que deseaba terminar.
Le hice mil reclamos
culpándolo de todas mis desdichas,
el por qué destrozó todos mis sueños
y me arruinó la vida,
dejándome solo y con mis miedos.
Si uno está dichoso,
¿Por qué de un zarpazo lo destruyes?
le haces caer en un profundo pozo
de angustias y dolores,
después de haber vivido algo hermoso.
El amor, mesurado,
nada me decía, ningún reproche,
solamente se quedó escuchando
mis penas y reproches,
y decidió no continuar callado.
Me preguntó calmado:
¿Alguna vez, tú has visto los rosales?
sus flores son de colores variados,
de aromas muy fragantes,
pero hay que tocarlos con cuidado.
Puede que te hagan llorar
clavando sus espinas en tus dedos,
que sin querer pueden hacerte sangrar,
debes tener cuidado,
si quieres de esas flores disfrutar.
Le contesté diciendo:
sé muy bien que poseen sus espinas
pero son bellos verlos florecidos
y aun duelan sus heridas,
el dolor que causas tú es más profundo.
Lo vi sentirse triste
al ver que por él yo estaba sufriendo,
sintió de mi dolor era el causante.
Lo vi arrepentido
y decidió hacerme su confidente.
Me dijo: yo soy frágil
y a veces sin querer pueden herirme,
aunque puede ser una herida sutil,
sí pueden lastimarme
aún me crean invulnerable y muy hábil.
A veces hay fracturas
que pueden ser causante en mi sufrir
de heridas invisibles y profundas
sin poderse percibir,
que nadie puede verlas ni tocarlas.
Busca en tu corazón
y verás donde fue que me fallaste,
si al buscar encuentras la razón.
verás, tú me alejaste,
tal vez sin tener esa intención.
Les pido me perdonen
a los que con mi actitud hago llorar,
pero es que muchas veces no entienden,
¡Que me tienen que cuidar!
Porque yo soy ese amor que todos quieren.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.