No me urjas el pensamiento
que mi cerebro ya está viejo,
alguno de mis hemisferios
ya está buscando cementerio…
No apresures a mi cuerpo
puede romperse algún hueso,
él tiene su propia velocidad
ya sea en agua o en cemento…
No me apures el orgasmo
que tu centro no es mi mano,
ni me apures con la muerte
cuando aún puedes conocerme…
No me exijas más talento
que se atrofia mi cerebro,
las ideas se me extravían
entre tantos recovecos…
No me digas que soy Quijote
ni me digas que soy brillante,
la verdad que ambos sabemos
que estoy caro pa! Rocinantes…
No me digas que aún soy joven
sí por las arrugas me desconocen,
ni que la juventud va en el corazón
cuando todos miran el caparazón…
No me digas que soy sensual
cuando mi apariencia es clara,
sé que mi cabeza desde atrás
parece una calva franciscana…
No me pidas más que al cura
sí de pastor no tengo vocación,
ni me culpes si las ovejas
esperan de mí la redención…
No me insistas en ser poeta
por el hecho de saber escribir,
cuando son mis sentimientos
los que siempre luchan por salir…
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.