miércoles, 19 de diciembre de 2018

DIOTIMIA A SU MUY APICADO DISCÍPULO.


"El placer es el mejor de los cumplidos."

El más encantador instante de la tarde,
tras el anaranjado visillo primorosa.
Y en la mesita el té
y un ramillete, desmayadas rosas,
y en la otomana de rayada seda,
extendida la falda, asomando mi pie
provocativo, aguardo a que tú avecines
a mi cuello, descendiendo la mirada
por el oscuro embudo de mi escote,
ahuecado a propósito. Sonrójome
y tus dedos inician meditadas cautelas
por mi falda; demoran en los profundos túneles
del plisado y recorren las rizadas estrellas
del guipur. Apresúrate, ven, recibe estos pétalos
de rosas, pétalos como muslos                        
de impolutas vestales, velados. Que mi boca
rebose en sus sedosos trozos, tersos y densos
cual labios asomados a mis dientes
exigiendo el mordisco. Amordázate,
el jadeo de tu alto puñal, y sea tu beso
heraldo de las flores. Apresúrate,
desanuda las cintas, comprueba la pendiente
durísima del prieto seno, míralo, tócalo
y en sus tiesos pináculos derrama tu saliva
mientras siento, en mis piernas, tu amenaza.




Autor   
Antonio Carlos Izaguerri

GEOGRAFÍA HUMANA.


Lúbrica polinesia de lunares
en la pulida mar de tu cadera.
Trópico del tabaco y la madera
mecido por las olas de tus mares.

En los helados círculos polares
toda tu superficie reverbera...
Bajo las luces de tu primavera,
a punto de deshielo, los glaciares.

Los salmones avanzan por tus venas
meridianos rompiendo en su locura.
Las aves vuelan desde tus colinas.

Terreno fértil, huerto de azucenas:
tan variada riqueza de hermosura
pesa sobre tus hombros, que te inclinas.




Autor   
Antonio Carlos Izaguerri

AMOR SALVAJE.


¡Qué nidada de caricias salvajes descubrí!
Guardadas en tu bosque desde el alba del mundo,
esperaban la mano que llegara a arrancarlas,
la mirada que las volcara sobre tus venas todas,
el temblor que iniciara tu espasmo y tu locura.

Vaivén en tus pupilas despertadas,
ojos que danzan al ritmo de los hombros,
larga piel en su raíz estremecida,
la ansiosa estalactita del deseo,
caracol que se incrusta en las orejas;
tus ojos súbitos, terribles. ¡Ah tus ojos!
Y locura, embeleso y más locura.

¡Pantera que se escapa, cervatilla rendida,
la sierpe envolvente de tus brazos,
abrazo de mil lianas zarpadoras,
largo césped donde los senos nacen,
ensenada candente de los muslos,
playa con la blanca tersura de tu vientre.
Y locura, ternura y más locura.

Cadencia resonante de músicas selváticas,
tambor noctambulario suena sobre tu espalda,
la flauta imperceptible del suspiro,
largos gemidos de destrozados labios,
y el grito sempiterno tan guardado,
al fin la noche rompe en agudos pedazos.
Y locura, cadencia y más locura.

Cavernas, grutas, lagos, musgos leves;
hongos colgantes, zarzas en tu boca;
frutos ignotos, zumos descubiertos;
mieses en la alborada, sed que ya se apaga;
venas que se rebelan, sangre libertada;
yegua ululante, jinete que espolea.
Y locura, locura y más locura.

¡Qué nidada de caricias salvajes descubrí!
¡Y qué voces intactas en tus prístinos fondos!
¡Y qué flores que se abren al tacto de mis manos!
Salvaje mía; ¡ámame así, envuélveme en tu bruma!
¡Y bebamos del manantial de esta locura primitiva!





Autor 
Antonio Carlos Izaguerri 

DESEO.


Sobre la tibia arena de la playa
tu amante cita con placer espero;
el sol retuesta mis desnudos hombros
y entre mi falda juguetea el viento.
                                                 
Ya con salobres aguas cristalinas
el mar de añil acarició mi cuerpo;
llevo en los labios un coral partido
y una concha prendida en los cabellos.

Las esmeraldas de mis ojos tristes
aguardan tus pupilas de bohemio,
y mis manos germinan las caricias
que brotan al contacto de tus dedos.

Ven, ya se abren cual rojos amarantos
los capullos en flor de mis deseos,
y entre mis labios trémulos se enciende
la loca llamarada de mis besos.




Autor 
Antonio Carlos Izaguerri 

miércoles, 12 de diciembre de 2018

LA CANCIÓN SOBRE UNA LÁGRIMA.

Poco a poco entre despierto y dormido,,
intento no pensar en mi deseo y mi desdicha,
sin embargo el roce de tu mano sobre mi piel cae,
cae en un duelo del que no quiero pensar,
pero mi alma te busca , mi pensamiento me consume,
¿cómo volverte a tocar?
Mi piel excitada y mi garganta nerviosa,
recuerda aquel inicio en que te sentí para mí por un segundo
Maldigo aquel momento porque lo quiero eterno.
Maldigo aquel momento porque quiero que sea una historia y no tan solo un fragmento,
Maldigo aquel momento porque desde que paso no estoy tranquilo,
Y pienso en ti tan rápido y constante como se respira,
casi recuerdo tu olor, y ni decir que puedo oler en la brisa tu cabello,
así que decido imaginarte, decido sentir tus ojos en mis ojos,
tu boca sin poder escapar de la mía,
Tu aliento trémulo porque al igual que yo maldices ese día.
Tal vez todo sea imaginación mía,
tal vez solo está en mi cabeza, mi yo y el deseo ardiente, virulento,
tal vez esta historia solo se pueda contar en mi sueños,
pero aquí estas, en mi subconsciente puedo desnudarme despacio,
aquí puedo tomar tus manos y llevarlas a mis caderas,
puedo darle rienda a esta fantasía, puedo ponerle maldad y suavidad de mi parte,
aquí no está mal que pueda tocarte,
que sienta tu respiración con un deseo agobiante,
que pueda dominarte y llevarte hasta el fondo,
que pueda seducirte y morderte hasta que te olvides tu nombre,
que seas mi público y yo tu espectáculo,
que te deje sin palabras porque solo desearas tenerme,
quiero estallar tu más sucio deseo,
quiero besarte hasta que me duelan los labios,
poder jugar despacio y con violencia contigo,
que en tus ojos de lujuria sólo yo me vea reflejado,
pero el problema es que solo en mi mente y solo aquí,
podría combinar mi pasión contigo
con un sentimiento que en la realidad no puedo decir,
sólo en esta realidad no duele tenerlo todo, el deseo, el amor y a ti.





Autor 
Antonio Carlos Izaguerri 

TÚ ME GUSTAS TOTAL, ENTERA Y TODA.

Tú me gustas total, entera y toda,
no por el fuego de tu pelo húmedo,
ni por tus senos de canela tibia,
ni el pecado del ritmo de tu cadera.
                           
Tú me gustas total, entera y toda,
no por tu boca tan intacta al beso,
ni por las llamaradas de tu carne
que se te está calcinando entre las venas.

Tú me gustas total, entera y toda,
no porque eres mía y no me perteneces,
ni porque la envidia de los demás la siento
como si se tratase de propia envidia.

Tú me gustas total, entera y toda,
no porque me la pase junto a ti
bebiéndome tu aliento, ni rumiando
los pedazos de amor que tú me tiras.

Tú me gustas total, entera y toda,
por ese olor a carne que tú tienes;
olor de carne de mujer que es tuyo,
porque nadie más huele así en la tierra.

Tú me gustas total entera y toda,
porque ese olor es tuyo y lo encontré para mí.




Autor   
Antonio Carlos Izaguerri

MI MUJER.


Tus caderas son mi camino
Me guía a mi más grande placer
Tu sonrisa me divierte, me da la pausa
A continuar con el recorrido de la alucinación...
Tus palabras me alientan, me excitan
Son órdenes que debo acatar
Tu sabor me inyecta las fuerzas para continuar...
Tus suaves movimientos me intranquilizan
Me envuelven en un gran abanico de ideas prohibidas
Y tu sensibilidad me incita a transgredir lo establecido...
Eres toda mía, eres toda mi vida, eres el aire que necesito para vivir...




Autor   
Antonio Carlos Izaguerri

VERSOS PARA UNA MUJER DE ROPA INTERIOR NEGRA CON ENCAJES.

Una figura de tez clara como de mármol,
imponente y segura se viene hacia mí.
Su contoneo se abre paso en la habitación
y yo quiero paso franco en su ser de avena.
Hacerme cargo de su satisfacción,
retirar con hidalguía su ropa interior negra
hecha de encajes que tratan de contener
la abundancia de su voluptuosidad.

Se me hace agua la boca y la cabeza
obsesionada me exige poseerla.
La deseo porque es voluptuosa.
Entre sus tetas, el valle de Pandora
contiene todos sus misterios de mujer
hábil, tierna, despiadada y formidable.

Ella anhela que la navegue peca por peca,
aferrado a su pelo corto
en una travesía de embates repetidos
como de música para bailar horizontal.
Mi cincel impúdico esculpe
los arpegios de un orgasmo efervescente
que nos impregna a los dos de una estela
olorosa, brillante, lúbrica, caliente.

Mi amiga sabe manejar el manjar corporal,
se incorpora en sus tacones puntiagudos,
altos, negros, peligrosos.
Le pedí que no se los quitara mientras hacíamos el amor.
Sus manos tejedoras, su traviesa boca
interpretan delicias en mi flauta
dispuesta por su melodía
y mezclan con avidez la estela y las notas...

Me dejo conducir por la mujer, mi amiga,
que yo llamo obra de avena y vainilla.
La forma delirante cómo se maneja
en los placeres y su forma de ser,
es lo que me hace dedicarle éstos versos.



Autor
Antonio Carlos Izaguerri

LA OPORTUNIDAD DE TENERTE.


Quiero cabalgar tu cuerpo
y fundirme en tu silueta.
Recorrerlo a paso lento
que solo tu alma me sienta.

Aspirar el rico aroma de tu piel estremecida
por una tierna caricia de mi mano bendecida.

Navegar hasta tu vientre por los fluidos carnales,
que como aguas termales
esperan con ansias locas
a que sean atrapados... por un beso de mi boca.

Arrancándote un quejido, un suspiro, un aliento
y suavemente al oído...
decirte cuanto te quiero.




Autor   
Antonio Carlos Izaguerri

LA PRIMERA VEZ.


En una orilla de juncos
le dije que la quería
desde la flor de la fe

y tiritaron los mundos
de todas esas esquinas
del alma de una mujer.

Su cuerpo era de cristales
y el mes de agosto surgía
alrededor del ciprés.

Por las laderas de pinos
con hojas verdes y finas
la sombra vino a crecer.

Salió la luna a alumbrarnos
la oímos tras las colinas
escalando para caer

como un aliento de plata
sobre la paz de la ardilla
mostrando su desnudez.

Ella guardaba en su boca
silencios de celo, chispas
y el fuego de Lucifer.

Ella enjaulaba en su boca
gemidos de alma adictiva
y un beso para morder

con su saliva caliente
los labios rojos de arriba
y los de abajo también

mientras olía el entorno
húmedo con esas briznas
azules del anochecer.

Ella escondía en su falda
dos muslos en celosía
vehementes de placer

y en mi cabeza fraguaban
brasas de la adrenalina
del cálido acontecer.

En sus dos ojos los galgos
hambrientos de amor mordían
a las presas de mi piel.

Mis manos creaban lentas
corrientes de seda fina
por sus mejillas de miel.

Ella en mi helénico torso
suspiros de Gea perdía
desde sus ojos sin ley

sobre la cumbre de Venus
llena de noche adictiva
sin gobernanta ni juez.

Yo desvestía pecados
frutales de su camisa
y ella robó mi adultez

con manos de vergonzosa
tan suaves como abrasivas
y maduras de niñez.

Yo buscaba en su mirada
el sexo entre las costillas
coloradas de su tez

mientras besaba su cuello
en esa preciosa orilla
de nuestra primera vez.


Autor   
Antonio Carlos Izaguerri

ERÓTICA Y SILENCIADA.


Olor de Venecia y pubis
humificando la estancia
viste al girasol gigante
que asoma por la ventana
mientras los cristales siembran
rumores de la calzada,
que el mundo se ofrece vivo
como el bosque a las mañanas,
lo mismo que yo me ofrezco
enloquecido de magia
a contemplarla sinuosa
como sirena varada
en el corazón de todas
y cada una de las playas
mientras duerme silenciosa,
tendida sobre la cama,
como una duna de arena
bajo quietas olas blancas.
                                
Yo a ella la miro despierto
de afrodisíacos y arpas,
mil avisperos describen
pasiones abiertas y altas,
mi vientre se excita raudo
de erótica y silenciada
yedra del escalofrío
por su piel desparramada
y en mi entrepierna, la fiebre,
bebe un éxtasis de salvias
por la canela en dos muslos
de sus piernas destrenzadas.
Minerva en sus labios cierra
gemidos de madrugada
que resuenan en mi mente
en redobles de campanas
y en triple sangre de mayo
sus uñas apasionadas
abrieron melocotones
bajo la piel de mis cachas.

Yo a ella la miro despierto
conclusa de una algazara,
espesura en los corales
del cabello en su piel blanca,
lazos tibios en el hombro
susurrándole a la almohada,
color de aceite y Egipto
sobrevolando su espalda,
cuatro silencios calientes
en las rutas de sus nalgas,
y una aureola en su torso
de hoguera recién quemada.

Duerme mi chica en el lecho,
como un pétalo en el agua,
con medio cuerpo desnudo
y una noche, en sus pestañas
de enfurecidos volcanes
y luces de luna en llamas.
Sangre de pantera gruñe
bajo las tumbas heladas.
Duerme mi chica en el lecho
con trenzas enmarañadas
recogiendo en su regazo,
de sombras y de terrazas,
dos pechos entre los brazos
o densísimas manzanas,
dos manantiales sin pozo
o desiertos llenos de agua.

Hay dos copas en la mesa
su ropa en toda la casa,
la sombra de ojos reviste
sus mejillas reposadas,
tiene océanos sin olas
dibujándole la cara,
corrientes de la marisma
en sus tetas excitadas
y alrededor del tobillo
un pequeñísimo tanga
con una gota de semen
y dos burbujas de cava.




Autor   
Antonio Carlos Izaguerri

martes, 11 de diciembre de 2018

AMANTE, SIEMPRE AMANTE.


Era tarde en la noche, descansaba en su cama, en su piel desnuda sólo se veía una luz tenue de la luna, que entrometida se asomaba por entre la cortina, un suave viento pasó por fuera dejando el vuelo de ésta marcado en la pared.

Sus ojos cerrados en un descanso total, sus manos abiertas contra la cama como si acariciara algo ... o a alguien.
           
Sus piernas se entreabrían como si su ser solitario se estuviera amando a sí misma, como si estuviera con ese ser que ella anhelaba ver llegar desde la noche anterior pero que no llegaba ni en la noche ... menos en la mañana.

Sin notarlo siquiera una mano paso por sus pantorrillas, subió suave y tiernamente conquistando cada poro de su piel, sintió como sus sentidos despertaban poco a poco, abrió sus ojos y vio allí cerca, muy cerca, suyo a ese hombre que esperaba, rió con un amor entrañable y su deseo salió a borbotones de sus ojos ...

Desnudó sus sentidos, dejó que su amado la tocara como esa guitarra que sonaba suave en algunas noches de nostalgia, se dejó de él, conquistaba y tomaba cada centímetro de su cuerpo como el mar cuando entra en la playa y se sumió en un éxtasis total cuando él la poseyó toda, la locura los dominó y emanó de ambos tanto placer como podían, se entregaban cada minuto que la noche se consumía y los besos eran marcas de deseo que culminaban en un te amo suave y enamorado.

Las estrellas volaron al saber que en ese cuarto se perdían las voluntades, las culpas, el pudor y dejaron su calor en la piel, en los labios, los deseos y su noche , única y absoluta al ser una espléndida unión de amantes en deseo.

La luz de la mañana los descubrió desnudos, unidos los cuerpos y las mentes volando por sus mundos propios, las manos unidas como los sentidos y su cama como testigo silencioso de la complacencia de sus ansias mutuas.

"Seré tuyo mi amor, siempre y por siempre ante la luz o la oscuridad, ante la realidad o la poesía, ante la realidad o los sueños , amante, siempre amante"



Autor   
Antonio Carlos Izaguerri

VIENTO.

Si sientes en tu oído un suspirar,
si tu tersa piel siente suave acariciar,
si tu frente ardiente sientes refrescar,
si tu dulce aliento sientes entrecortar.

No pienses que quizá sea el viento, no,
no quieras a tu mente atribuirlo,
tampoco es la lluvia pasajera, no,
y no puedes siquiera dejar de sentirlo.

Es mi voz que tu nombre fuerte enuncia,
es mi piel que de acariciarte no se sacia,
son mis lágrimas brotando por tu gracia,
son mis besos que viajan en la distancia,

Es mi barco que en tu arena encalla,
es mi espíritu que sin ti, no se halla,
es todo mi ser que al tuyo se entalla,
es mi alma que mi amor por ti, calla.



Autor   
Antonio Carlos Izaguerri

FUISTE TÚ.


¿Es posible enamorarse de una estrella fugaz?
¿de una ráfaga de luz?                                        
¿enamorarse de un oasis?

Eres mi mundo entero
Mas yo no existo en tu mundo.

¿Cómo puede ser esto realidad?
Con tan solo segundos en el reloj del tiempo
En un parpadeo me enamoré.

Ahora me mata las ansias por volver a verte.
Por las noches, en mis sueños, eres mía.

Quiero gritar tu nombre
Quiero cantar de este amor.
Sólo me queda escribir estos versos.
En esta prisión que es tu recuerdo.

Ahora sé la verdad
Más de mil noches
Y tú no contestas.
No existes más que en mis sueños
El silencio me contesta
La verdad que me fabriqué todo.
Mi corazón se fue entre tus manos
Sobrevivo en este infierno.
Me consume esta ansiedad
Por escuchar tu voz.

Ahora me pregunto:
¿es una condena o suerte enamorarme de un ángel?
¿de haber conocido un ser celestial?
¿haber besado tus labios?
¿Qué tu cuerpo estuviera entre mis sabanas?
¿De qué me enamoré, de tu beso?
¿de tu cuerpo?
¿De tu voz?

Entre el amor y el odio.



Autor   
Antonio Carlos Izaguerri

OJAL.A.

Ojalá que cuando decidas irte te vayas
y que no te tiemblen los pies
ni mires hacia atrás
para que no descubras el sendero que atravesaste
y que ahora ya no está.

Ojalá recuerdes que
del amor no hay libro ni
regla escrita; ni mal fiero
que el destino retribuya.
Tu espina tiene dos filos,
mi senda ningún retorno.
Ya ni mires hacia atrás
pues no hay nada
tuyo aquí.
Ojalá... sí, ojalá.

Ojalá no olvides lo que mi amor te dio,
ojalá no recuerdes que te fuiste lejos,
ojalá que te vayas sin heridas,
porque aquí no dejaste ni un adiós,
sólo un beso en mis labios,
que apuntó a ser marcado por el camino,
tan oculto como la oscura noche,
ojalá te vayas como llegaste,
porque aquí no te quiero más...

Ojalá recuerdes lo que tu amor me dejó,
ojalá memorizes la cicatriz perpetrada en mi alma,
por todos tus deseos y ojalás,
porque para mí no fueron deseos sino solicitudes de cariño,
que siempre respondía con dedicación y apego,
y me hacían escribir fogosos versos lagrimeantes,
pero de qué me sirvió pedir con manos juntas al cielo tu presencia,
si tu ojalá cincelaba en mi corazón como piedra que me marchara y tu libertad otorgara,
y ojalá no pase otro, por lo que tú me hiciste pasar, ojalá.




Autor   
Antonio Carlos Izaguerri

viernes, 7 de diciembre de 2018

AQUELARRE.

En las sombras del infierno
Las brujas salen a danzar
Crueles ritos, con potencia gritarán
Alabando al señor oscuro;
Apodado Satanás.

Mientras adoramos a una imagen vil
Cuan piedra enamora a una virgen
Desnudando cada noche hostil
Derramando sangre que da origen.

Al pentáculo marcado en la tierra
Fuego, muerte, y grandes blasfemias
Un olor tan putrefacto y ondelas
La que inicia el aquelarre; inicia la fiesta.



Autor   
Antonio Carlos Izaguerri

MIRAR HACIA ADELANTE.

Hay que mirar hacia adelante en algunos momentos,
no mirar ni de refilón hacia los lados,
sobre todo cuando estas en caminos escarpados,
sinuosos y en caso de caída estemos solos.

Hay que mirar en adelante,
no cometer fallos por miedos,
no hacer ni caso a los presagios,
y estar concentrado en salir de los fondos tenebrosos.

Hay que salir para adelante,
buscar tranquilamente la diminuta luminosidad,
si por desgracia te caes, hacer un sobreesfuerzo contra la adversidad,
Que no tengan nada que reprocharte,
los que observan y no te ayudan en la tenebrosidad.

Hay que salir para adelante,
más que nada, por si en algún otro momento,
vuelves a estar en otro túnel aunque sea de soslayo,
estar tranquilo, despierto y aunque sea morir como un guerrero.


Autor   
Antonio Carlos Izaguerri

LUZ, SOL Y AIRE.

El aire anda
ligerito, compasivo, bailarín.
Y escabullido pasa por las esquinas
de mi ventana cerrada.

El sol, majestuoso ex dios.
Le da, le quita, le fluye
sus fogosos rayos a la flor del ulmo.

El agua,
dadora de vida,
ahogadora en mar con furiosa marea,
que a los peces librará por siempre del polvo de estrellas.

Y yo, con esos tres,
por mero instinto a uno lo ignoró y mientras mantengo la calma lo exhalo.
Al otro lo toco, de lejos lo toco.
Lo busco, me encuentra.
Y broncea mi piel en el campo cortando la leña.
Mi piel cuando corro jugando a esquivar la marea en la arena.
Y la última
la bebo, me lava,
y suavemente me acaricia.
Sea potable o naturalmente del río azulada.

Y cual trato con los tres,
de esa forma trataría el aroma,
el tacto, el amor que me llevó con tus arranques y con tu sano juicio.
Con tu locura de muchas tonalidades.

Tu amor trataría
suavecito, suavecito.
Silenciosamente,
disimulando para que no hubiese humano que pudiese descifrarlo y derrumbarlo.
Porque en la humanidad hay malura de lo que se quiere con locura.

De incognito, en clandestino,
los latidos que hasta el corazón sabe,
daría susurrando.

Bisbiziando te daría los te quiero.
Y casi a hurtadillas recibiría tus anhelos.
Tu callando y yo con tus besos guardando silencio.

De incógnita, una vez más, pero en silencio
haciendo - ssshhh - Con cada exceso.

Con tal sentimiento apreciaría tu luz,
velaría por el bien del espíritu que mueve tu cuerpo.

Y en la sazón de las noches
en la oscuridad de mi cuarto
de rodillas a la duda que guardo de Dios le pediría,
con duda pero tranquila.
Sabiendo que si existe me escucha
y si me escucha entiende mi duda,
la necesidad que tienes
de aire, luz y agua.


Autor   
Antonio Carlos Izaguerri