Hoy la mañana será mi cómplice.
Ha amanecido lluviosa y la bruma oculta la verdad
y me sumerge blandamente en el sueño de anoche.
No quiero que se disipe ni que irrumpa el sol en mi
espacio,
ni que revele el vacío de mis manos.
Me niego a meterme de lleno en la abrupta realidad.
Anhelo la devastadora, la consentida dulzura de tus besos
que me lleva en volandas a meced en el viento.
Me declaro insaciable de tus caricias,
me desespero, no alcanzo a rozar tu piel con mis labios.
Por no besar los tuyos tan ávidos,
crece y se expande sin medida de pura necesidad
la urgencia de abandonarme en tu regazo.
Sí, amor, le doy con exaltadas salvas la bienvenida
a mi otro aletargado instinto ancestral.
Le acojo cálida, apasionadamente en mis entrañas
y hostigandome y apremiándome, el ansia fluye incontrolada.
Mientras escribo arden las ganas,
queman en deseo de salir de mi boca pronunciadas
y en la tuya, trasvasarlas permitiendo
que imperioso, derrames en mí tu mágico aliento.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.