sábado, 27 de junio de 2020

LA BELLEZA DEL AMOR.


Se desprende en racimos dorados
con fulgor de preciosa sonata
y parece trinar de jilgueros
el amor que nos viene del alma.
Con el suave ondular de palmeras
el columpia en el aire sus alas
y nos mece con suaves vaivenes
en estambres de blancas gencianas:
¡Se desprende en racimos dorados
el amor que nos viene del alma!
                                       
En sus notas melódicas lleva
de la aurora sus lindos reflejos
convirtiendo en un céfiro suave,
del amante, sus tiernos anhelos.
Los arrulla con fresca caricia
transformado en ingente lucero
que le ofrece la luz más brillante
que prodiga el magnífico cielo:
En sus notas melódicas lleva
del amante sus tiernos anhelos.

Aprisionan sus suaves cadenas
con la gracia de hermosa atalaya
que despiertan promesas de amores
con repiques de regia alborada,
que la espina la vuelve dulzura
con aromas de rosas tempranas;
y llenando la vida de sueños
con estelas de mágicas flamas
aprisionan sus suaves cadenas
con repiques de regia alborada.

Nada puede igualar sus celajes
con sus rayos de luces tan áulicas
que despliegan ensueño divino
que ilumina con fe la esperanza.
Es Cantar de Cantares que tiene
la llovizna de música sacra,
y por eso les digo inspirado:
¡Nada puede igualar sus celajes
que iluminan con fe la esperanza.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.

AMOR QUE SUFRE Y PALPITA.


Entró en el laberinto,
hacia el origen del tiempo.
Ojos cerrados sin luces,
sin rumbo en los recovecos.
En alerta los instintos,
tensos como muelles tensos,
cuando el miedo se hace sabio,
sobrepasando el encierro.

Rencores en el suspiro
y desprecio en el aliento,
carne que tiembla en la cúspide,
del viento de los deseos.
La voz pautada y sin roces,
habla en el valor sin miedo
y los ojos se deslizan,
como gotas de respeto.

En la vorágine nada,
sopla el aire sin talento
y se desbrozan las ganas,
en la prisa de los tiempos.
La voz temprana no llora,
solicita el alimento
y van forjando la historia,
tropezones y reencuentros.

Amor que subyuga y riñe,
con el calor de la brasa,
abriendo sus longas alas,
como embellecidos cisnes.
Amor que sabio se adentra,
en la pasión y en la mente,
abarcando las miserias,
reciclándolas si puede.

Laberinto que se adentra,
cual sinuosa serpiente,
rodeando los espacios,
vacíos que ya no sienten.
Ocupar los intersticios
y llenarlos de simientes.
Bordados sobre la cuna,
de cariño a los nacientes.

Amor que arrebata y mima,
que seduce y arremete
y que anida en cada gesto,
en cada matiz ausente.
Amor de infinitos rasgos,
como infinitas las mentes.
Amor que sufre y palpita,
en el corazón que siente.



Autor
Antonio Carlos Izaguerri.

miércoles, 24 de junio de 2020

CANCIONES DEL AYER.


En un resquicio se quedan,
rescoldos de aquel amor,
cenizas que van flotando,
como al viento las pavesas,
de una hoguera de pasión.
Algunas motas regresan,
otras sin ruido se alejan,
en busca de otro rincón.

Sumergido en los secretos,
vive el deseo escondido,
nervioso, ágil y perdido,
entre temores y miedos,
fronteras que van cercando,
los más humildes anhelos.
La voz se esconde en el alma,
como un furtivo viajero.

Vive ensimismado el Hombre,
a su ombligo reducido
y no mirando más lejos,
queda en sí mismo recluido.
La oscuridad se hace dueña,
del talento y los instintos
y mirando de soslayo,
se va acercando el desprecio.

Canciones en el ayer,
frescas de nuevo seducen,
como de recuerdos lucen,
reliquias que hacen crecer.
Retratos malhumorados,
otros vuelven del pasado,
para hacer reverdecer.
Guardados en el arcón,
quedan otros olvidados.

Mientras de rocío se cubren,
las hojas de la ilusión,
brotan del sueño los flecos,
del amor que se alejó.
Aromas que se repiten,
quedan en el aire presos,
como pompas de jabón
reflotando entre los sueños.

Se va diluyendo el hueco,
que en el tiempo se quedó,
en la nostalgia el recuerdo,
convertida en un ciclón,
que desarbola el batel,
que navega entre dos luces,
entre el hoy y el ayer.
Sendas para ir recorriendo.

Trinos que adornan los días,
henchidos de nuevas voces,
musicando la alegría,
retrocediendo en el tiempo.
Estrofas de melodías,
entre la tierra y el cielo.
Son las vidas los acordes,
de un instrumento que grita.

Y así, en completo silencio,
se queda quien solo mira.



Autor
Antonio Carlos Izaguerri.

TODOS TUS PERFUMES.


Todas las fragancias del jardín te has puesto.
Todos los aromas del campo absorbiste.
Pétalos sencillos del salvaje espliego
decoran tu pelo que de gala viste.

Del alegre arroyo, sus cantoras aguas,
con lirios vistieron tu cuerpo divino.
Y un Céfiro dulce dejó en tus mejillas
pétalos de almendro con suaves suspiros.

Rosas, rosas, rosas tu encarnada boca
con sabor de fresas. Matices rojizos
compiten de lleno con las amapolas
entre los trigales de un rubio pajizo.

¡Qué dulces perfumes. Qué bellos colores!
¿Qué manto celeste tu sustancia arropa
cubriendo tu cuerpo sin tapar tus flores?
¡Oh, diosa preñada de naturaleza!



Autor
Antonio Carlos Izaguerri.

martes, 23 de junio de 2020

BLANCA PÁGINA QUE MIRA.


Una hoja en blanco te mira,
desde el fondo de la sima,
ojos níveos retadores,
de acero son las pupilas.
La blanca página sabe,
de temores y vigilias.
Vibran los nerviosos dedos,
ansiosos por escribirla.

Letanías se repiten,
como mantras que respiran
y van calando en el alma,
como un virus que se enquista.
Como saltimbanquis ruedan,
como bailarinas giran,
sobre páginas de nácar,
que seducen como ninfas.

Letras que parecen gnomos,
caracteres que se eclipsan,
danzando como posesos,
sobre la página viva.
Canta armoniosa la rima,
con sus voces cristalinas
y va aumentando el deseo,
de plasmar sueños de tinta.

Una palabra que fluye,
como un manantial sin prisa
o avasallando la idea,
en la hoja se desliza.
Vive el poeta sintiendo,
pisando sobre la tierra
y los versos se decantan,
como armoniosas premisas.

La vida salta o se encierra,
sobrecogida o airosa,
vivaz, libre y caprichosa,
con la belleza asombrando,
pertinaz o perezosa.
Jugando alegre el felino,
nunca a sus crías olvida,
como un muelle que reposa.

Blanca la hoja te mira,
con su lechosa sonrisa,
esperando los requiebros,
de la mente que cautiva,
para preñarla de voces,
de sentimiento y poesía.
De plata miran sus ojos,
siempre cuajados de vida.

Poeta de tiernas letras
o de palabras que gritan.



Autor
Antonio Carlos Izaguerri.

ERES MI NOCHE DE AMOR.


Hoy pienso a la luz delas estrellas a la sombra de la luna, donde pienso en ella que está más allá de la frontera

En medio del frío que abraza el de cierto sobre las arias dunas de arenas y el rugido de las olas del mar solo tú nombre quiero gritar.

Con prosas de versos como poemas que salen del alma, para la mujer que está en mi mente y la llevo en mi alma, quisiera tener tu cara en mis manos para con mis palmas acariciarla, llenar sus labios de besos hasta que llenen tu alma

Las estrellas han cubierto el puerto el mar también la ciudad y las arenas del de cierto y en mí el deseo de amarte,

Sin pensar en el pasado ni en el presente solo en el mañana que solo sabré amarte, con mi ternura cubriré tu alma con mis besos cubriré tus labios y mis brazos te apegaran a mi pecho sintiendo como tu corazón late mientras las pupilas de mis ojos te de muestran cuanto te amo,

Mi cuerpo se está enfriando como anheló tenerte a mi lado para que me des tu calor que siempre he han helado, como sentirme tu esclavo apasionado.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.

EL VIAJE QUE TODOS HAREMOS.



Al fin y al cabo no importa
qué barca habré de tomar
lo que importa es navegar
por esta vida tan corta,
quiero mirar las auroras
mientras soy yo el capitán
de un gran barco de cristal
que lleve amor en la proa.

Y tendré como timón
algún halo de la Luna
mientras me canta una Tuna
la más hermosa canción,
y al mirar el resplandor
que le salpique a la espuma
la inspiración de mi musa
se detendrá mi reloj.

Quién del tiempo necesita
cuando se está navegando
y por tal me estoy tardando
para llegar a la cita,
porque ya la muerte mía
me espera junto del faro
el que se encuentra apagado
y alejado de la brisa.

Pues la vida se me acaba
y el mar se me hace pequeño
me espera el eterno sueño
en donde el ancla se clava,
de la aurora a la alborada
existe solo un momento
por tal seré un marinero
que no sabe si naufraga.

Partiré al anochecer
para mirar las estrellas
y empezaré mi epopeya
bendiciendo a la mujer,
a dónde iré no lo sé
mas la vida que me queda
para mi será un poema
y en un verso moriré.

Mi barca está en alta mar
no sé lo que ha sucedido
ya todo quedó en olvido
nada puedo recordar,
aquí no existe maldad
aquí no existe el destino
la muerte no tiene ruido
hay tan solo una Eternidad.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.

AROMA DE ABEDUL.


Esta tarde, que me trae un aroma de abedul,
Nace en la inspiración, un verso para darte
Con la tinta etérea de este cielo azul
Para escribirlo en tu piel, donde amar es arte.

La caricia tan natural por tu cuerpo se desliza
Para que celosas manos hallen lugar exacto
Donde ellas, quisieran navegar sin prisa
Pues más placer no existe en el tacto.

Si he de alejarme, llevare en el labio tu gusto
Si he de marcharme, llevare conmigo tu aroma
Aunque Dios no dictaría destino tan injusto
Como no negarle a la vida, aquel sol que asoma.

En cada minuto y cada hora de tu vida
Seguiré escribiendo los versos en cursiva
Muchos me dirán que es causa perdida
Mas al final, la resolución será,
Que este amor jamás prescriba.



Autor
Antonio Carlos Izaguerri.

VEN, MI AMOR.


Ven, mi amor, no tenemos tiempo que perder,
el reloj de nuestras vidas no deja de avanzar;
solo tenemos tiempo suficiente para probar
la esencia de Eros: el Elixir del Cielo.

Amor, nuestro otoño no es menos sublime
que el amor de nuestra primavera.
Mira el reloj de arena invertido; es hora
de escapar de esos granos que caen rápidamente.

El amor está llamando desde la distancia.
Ahora despójate de tus gloriosos velos para que
no piense que ofrecemos resistencia.
Aprovechemos toda la alegría que conlleva su voz.

Los últimos brotes del otoño pronto partirán,
mientras las brisas heladas muerden la vid;
no dejes que nada detenga nuestros corazones ansiosos:
¡Ven amor! ¡Ven canción! ¡Ven vino divino!

El tiempo pasa fugazmente señalando con el dedo
que el  sol se está poniendo, no podemos esperar.
Ya no podemos descansar,
ven, mi amor, abraza nuestro destino.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.

LO QUE DESCRIBEN MIS OJOS.


Veo como llega la mañana, despidiéndose la luna de la noche y de sus estrellas; tan a la perfección que en ocasiones siento que no quisiera separarse de ellas, también siento la delicadeza del sol cuando llega; con tan profunda tristeza, sintiéndose completamente solo porque quien se acerque lo quema.

Son polos opuestos, la noche del día; el calor y el frio y mi mente, mi mente intranquila te piensa, te describe maravillosamente, te pinta tan descriptiva, como haciendo música con poesías, como de un lienzo en pintura, tu figura y tu cara dibujara en acuarelas.
                        
Te describo y te pinto bajo un cálido sol frente al mar o en un atardecer los dos tomados de la mano, ambos viendo el anochecer y también el momento en el que el amanecer nos atrapa imprevistos, robando de nosotros la atención.

Describir la maravilla con la que mis ojos observan la noche y el día, tu cara, tu cuerpo, tus besos, tu aliento y tu hermosa sonrisa; es memorable, es el sentimiento más exquisito, como si detallara la perfección en un cuadro; como si en ti, observará todo lo bello del mundo, como si tan solo al tocarte conociera todo y más.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.

VERDADES OCULTAS.


Cuantas veces ocultamos
esos deseos que están,
y que llevamos guardados
por no poderlos contar.

Sentimientos  escondidos
que por siempre han de quedar,
aletargados, dormidos,
para jamás despertar!

Amores muy bien ocultos
de los que nadie sabrá.
Tan privados, tan de uno.
¿Para qué aparecerán?

Sólo sueños, fantasías
con ansias de realidad.
Pero cuanta cobardía,
cuanto temor que nos da!

Conflictos que en psiquiatría
se los podría llamar.
No jugarse en esta vida
para hallar felicidad!

Cuantas verdades ocultas
que solemos ocultar.
Éste nació porque hay una
que desde hace tiempo ya.

Me transporta al infinito,
por lo bello y especial.
Tan distante y exquisito.
Tan sublime y magistral!

Muchas veces me pregunto,
cómo sería vivir
sin que exista nada oculto
y no encuentro qué decir!



Autor
Antonio Carlos Izaguerri.

SOBREVOLANDO EL TIEMPO.


Pétalos de la ilusión,
brillantes como el anhelo,
de porcelana los dedos,
que acarician el amor.
Satinados los recuerdos,
que permanecen en flor,
eternos como el misterio.

Reflejos en el jardín,
donde viven los deseos,
crecen forjando modelos,
para imitarlos al fin.
Savia nueva en el sendero,
para aprender a vivir.
En los latidos los besos
y en el aliento, sentir.

Cerró los ojos de Luna,
para mirarse por dentro
y en la oscuridad brilló,
la razón de su tormento.
Fingió la luz que era sombra
y engañar a la razón,
más descubrió en su interior,
como una saeta prístina,
luz de Luna como el Sol.

Amó devorando el mundo,
cual suculento manjar
y halló en su glotonería,
la esencia de los demás.
La luz en la lejanía,
la sombra en el caminar.
Sombras y luces caminan,
abrazándose al andar.

Vibran errantes latidos,
asonantes como el ritmo,
de un perenne deambular.
El insondable destino,
entre latidos se va,
cual perdido peregrino.
En las procelosas aguas,
donde las vidas se agitan,
vive el verbo, a su pesar.

Como briznas de esperanza,
el amor se abre camino,
agrandando sus sentidos,
desafiando a sus ansias.
La ternura se hace un hueco,
entre pasión y falacias,
un mar de rizados vientos,
vapuleando los cuerpos.

El halcón inició el vuelo,
abrazándose a los vientos.
Su majestuoso movimiento,
venció la atracción del suelo.
Así levita el amor,
sobrevolando en el tiempo.



Autor
Antonio Carlos Izaguerri.

domingo, 21 de junio de 2020

LLEGASTE HASTA MÍ.


Llegaste hasta mí,
Deseosa, con tus manos calientes,
con tus besos encendías
mis entrañas y mi ser.

No quise preguntar nada,
tan solo me dejé querer,
te sentía tan apasionada
que de placer me contagié.

Llegaste hasta mí,
con tu piel suave,
difícil de rechazar,
con tu embrujo de mujer
que todo hombre quiere gozar.

Y mis labios te recorrían,
ningún lugar dejaba de probar,
tu cuello, tu espalda, tus senos...
sólo me decías entre susurros
que era tu manera de amar.

¡Qué momento tan placentero!
¡qué difícil olvidar!
la humedad de tus labios
a mi cuerpo hacía vibrar.

Con mis manos te apretaba,
tu espalda a mí me invito
a dibujar en él
un laberinto de pasión.

Y recorrías mi cuerpo
de norte a sur, y de regreso,
dejaste para más tarde
aquello que tanto ansiaba.

Cerraba mis ojos sólo por momentos,
tus ojos me miraban gozosos,
¡qué maravilla de mujer!
me hiciste volar en la cama.

Tus labios lentamente
se acercaron a lo más íntimo de mi cuerpo,
¿qué podía hacer,
si miel de mí brotaba?
no dejabas de hacerlo ni un momento,
sentía como te excitabas.
Entre jadeos te dije
que necesitaba que te penetrara.

¡Qué sublime momento!
explotar juntos en la madrugada,
sólo te digo mi cielo,
es algo que no acababa.

Las fuerzas de los cuerpos
terminaron, te abrazabas a mi pecho,
yo, amoroso te dije...

¡qué grato lo que me has hecho!
Todo terminó con un beso,
abrazados en la desatendida cama,
la tranquilidad nos llegó
iluminándonos el alma.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.

NUNCA RENUNCIARÉ A TI.


No renunciaré a este amor
que me ha hecho tanta falta,
ni al calor de tus palabras
incendiando muy dentro mi corazón.

No renunciaré a todo aquello
que me llega al alma,
a ti, a tus ojos y tus labios
que han saboreado mis secreto.

Y quiero que me pienses,
quiero bailar en tu corazón
como la más bella fantasía
que te haga sonreír tanto.

No quiero renunciar a tu mirada,
nunca renunciaré a ti
que me haces falta, me alimentas
y embriagas como una dulce melodía.

Y quiero que me ames,
sin importar el tiempo,
quizá en otro momento
y otro espacio nos amamos tanto,
porque reconozco tu voz
hasta en mi más profundo sueño.

Y ahí te tengo,
soñando que te como a besos,
que impaciente espera
ese nuestro momento de la entrega.

No, nunca, nunca
renunciaré a ti.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.

ENAMORADO DE LA VIDA.


Tengo que reconocerlo, soy un enamorado de la vida,
el  amor que tú me das,  es un amor distinto a los demás,
es un amor sincero y claro, nada triste, es la lenta letanía del mar con las olas,
es los amaneceres claros , es ver a mi gato como me despierta.

Es el amor que sienten los enfermos que se agarran a la vida,
es el amor del que sabe que todo es perecedero y único,
es el amor del que ve siempre bella a su pareja,
es la complicidad eterna entre el individuo y el universo.

El amor que tú me diste, vida,
es apreciar lo diferente, lo irregular, valorar el éxito, el fracaso,
lo profano, lo religioso, la nada, la profundidad, la inteligencia,
lo infinito, lo pequeño todo es digno de admirar y cotejar.

El amor a la vida es, ser fiel a su propia existencia,
apreciar todo lo bueno que hay en ella, que hay mucha maravilla,
y respetar y no dar importancia a los vaivenes, a la fútil venganza,
y sobre todo ser feliz por observarla, sentirla y amarla.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.