Poesía de
largos atardeceres,
De sueños y
silencios,
Poeta de
embelesos y categóricas palabras,
Palabras que
le arrebatas al alma
En medio de la
espesa palabra,
Que camina en
pos de la mañana,
Poeta de
lírica … de oda …
De versos que
vuelan más allá del firmamento
Hasta
remontarse en elevadas cimas
Donde los
dioses moran.
Poeta que
entregas tu inspiración a la madre,
Al hermano, al
amor, a la vida, …
Poeta que
ahogas tu tristeza
En la musa
palpada, en las palabras breves,
Entre
profundas reflexiones
Y así adornas
el cuadro del diáfano arte del idioma.
Poeta que
enalteces la luz radiante
Que ilumina tu
corazón deshecho,
Y que
serenamente, entre turbados sentimientos,
La cuchillas
ante este y tú lo miras largamente
Y tomas pedazo
a pedazo hasta hacerle fuerte,
Frágil, sabio,
dulce, tierno, dócil, …
Adornas el
dolor con la diáfana alborada del verso,
Destierras al
odio y lo conviertes en amor,
La desesperación
en amor, ilusión y canción,
Y junto las
cuitas de lo vivido, sonríes.
A ti, quiero
contarte en este día,
A ti, quiero
conmemorar en esta callada noche,
Noche en que
mis palabras se ahogan,
En mis calladas
lágrimas.
A ti quiero
pedirte que escribes,
Aunque sea con
gastados implementos,
Y aunque sentías
para qué tu alegría sea,
No una muera
en el vacío,
Sino más bien
la luz infinita que brilla.
En el anhelado
templo de la poesía,
Que danza
alegremente
Entre la
inspiración y la tristeza,
La ilusión de
la certeza
Y podamos
siempre algún día,
Remontar el
amor sobre el odio infrahumano de los hombres
Y poder
acariciar las mejillas de los niños
Convirtiéndolos
en hombres y no de armas.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri