A la luz de un candíl, nos miramos los dos
brillan las pupilas, radiantes de amor
sin palabras, cogidos de la mano
se cercan nuestros labios, nos besamos...
La noche suspira, la luna nos mira
asomada a la ventana, cantan las ranas
en la ribera cercana, pasa un grillo
vestido de negro, por la cañada
ríe el agua, suenan los cencerros
todo brilla, como un espejo
cuanto transeúnte en la noche
de un cielo cuajado de estrellas...
¿Por donde íbamos ? ¡Ha si!
Y nos besamos, tiemblan
nuestra manos, un suspiro
rompe el aire, humilde mensajero
de una carta de amor sin escribir
sonríes, que maravilla, sensibles
pensamientos, de un amor sin fin
el sentimiento se sienta en su silla
a la luz de un candíl, tus ojos brillan
dos alma gemelas, gracias a Dios
se funden en una sola
hermosa historia de amor
en una humilde habitación
cuando llega la aurora
se abre la ventana, de la ilusión
que madruga, en camisón
alborada, blanca y sencilla
del amor que aunque pobre brilla...
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.