jueves, 18 de junio de 2020

PÉTALOS DE AMOR.


Llenaste de color, mi vida tan sombría,
y diste salvación a mi alma atormentada;
sería mi farol, la luz de tu mirada,
que diera a mi existir el rayo de alegría.

Tu voz angelical era la melodía,
trayendo su canción, de rosas adornada,
que hacía estremecer mi fibra apasionada;
que llena de emoción, de gloria se vestía.

Mas todo me cambió después que tu partiste,
y el pobre corazón te sigue recordando
cubierto de dolor, perdido en la tiniebla.

El pétalo de amor que un día me ofreciese,
lo mismo que un clavel, se iría marchitando,
dejando mi ilusión, envuelta por la niebla.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.

BARQUITO DE PAPEL.


El céfiro nórdico reciamente soplaba,
tañendo las notas más lúgubres en su laúd puritano,
Orlando con un tintineo en un silente terciopelo
una grácil, límpida y sutil obra poética, en la popa.

Se divisa una ola intrépida que danza con el infausto vorágine.
El halo de las velas encendidas armoniza una melodía diurna,
para acompañar en su tierno idilio hasta que el vórtice,
surque a otro piélago umbrío en su nave nocturna.

Que estrambótico acaecimiento el que estoy contemplado.
Una mariposa lívida dormita en el dintel de mi puerta,
ha pernoctado sin atavío avizorando al ébano;
sintiendo la tétrica noche cual casulla discreta.

Todo ha permutado desde que tú te alejaste de mi corazón.
Estoy aposentado frente al océano, necesito una explicación.
El eco de las olas inhóspitas de la mar musita mis oídos inocentes
es inasequible descodificar sus tan pomposos mensajes.

Lo ajena lamparilla que te zozobras en medio del mar,
irradia las triviales olas que sienten tanto desamor;
crea junto al sonido del vendaval, una poesía, sé buen escritor
para que este pusilánime corazón deje de estar en altamar.

Mariposa remota, que ya no aleteas en mi lecho;
te añoro tanto, me duele mi huraño pecho.
Mi aposento está obscuro necesito tu iluminación
mas ya es tarde, debo aprender a vivir sin tu corazón.

He despertado desesperado, queriendo estar a tu lado,
este sentimiento loco acelera mi corazón fulminado.
Te cortejé tanto que no puedo estar ni un segundo más sin ti.
Qué tonto, te pienso sabiendo que jamás volverás a mí.

Sé que te voy a suprimir de mis pensamientos,
sé que te voy a exiliar de este cuerpo apasionado.
Qué más me puede pasar, si he sufrido y he llorado
por este capricho, que se aferra tantos años.

En este papel esculpiré toda mi ternura que te di ayer;
versificaré cada renglón con mucha inspiración,
compondré una poesía que germine del dolorido corazón,
luego dibujaré un barquito que la mar va a deshacer.

Vete aprisa oh barquito de papel, lleva este sentimiento,
déjalo en lo más gutural del piélago.
Nunca más sentiré a mi alma adolorida;
solo te pido, apresúrate, navega heraldo, es la única salida.

Ahora comprendo por qué ese profuso acaecimiento,
desperté confundido, sintiendo un amor distante;
Quizá aún mi cama evoca su apacible cuerpo
o tal vez solo fue un atípico sentimiento que está presente.

Oh afable mar, llevaste todo contigo a donde yace el amor,
solo te pido: limpia mi alma, exhume mi dolor;
deshace ese barquito de papel donde envié este afecto extraño
y transmuta el estío dantesco en un lozano otoño.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.

DONDE DUERMEN LAS PALABRAS.


No se cansa la razón,
de intentar vencer al miedo.
Es más fuerte el desamor,
que el amor que se quedó.
Hueco hace la sinrazón,
si el miedo torna a terror.
El amor vence a los dos,
con la fuerza de su genio.

El verso se va alargando,
sobre las páginas huecas,
bodoques hace en el blanco,
con sus atrevidas letras.
Pero atenaza el temor,
de no llegar a la esencia,
al fruto de la razón,
al núcleo de la conciencia.

No se detienen los necios,
ni se aíran los plebeyos,
la sombra se queda en ellos,
degradando su color.
No se cansa el corazón,
de intentar salvar su ego.
La sangre sigue fluyendo,
ajena a la rendición.

No se aburre el ruiseñor,
de deleitar con su canto,
ni el retoño con su llanto,
en reclamar su alimento.
No se frena el resquemor,
si permanece callado,
ni se tiene más razón,
si se levanta la voz.

De color se va vistiendo,
la razón como el cristal,
cuando la luz le salpica.
Un furioso vendaval,
puede despertar la vida,
inmersa en su eterno sueño.
La flor de colores viste,
porque la calienta el Sol.

Un reguero de nostalgias,
brotan si la vida es sueño,
si el amor no se hace el dueño,
de la vida que respira
y no sirven las plegarias,
para acallar los recuerdos.
Baila la pluma en el aire,
pues la zarandea el viento.

Razón de irisadas caras,
que abrazada al caminar,
va desvelando sus capas,
como las hojas del libro,
donde duermen las palabras.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.

miércoles, 17 de junio de 2020

PARTIRÉ.


Porque mi vida
ha perdido sentido,
porque el calor
ha dejado mi nido.

Porque mi voz
sale quebrada de mi garganta,
porque di más
de lo que en mi corazón quedaba.

Porque caminé de prisa,
esquivando piedras en el camino,
sin sentir que estas
a mis pies laceraban.

Porque mi huella sangrante
perdió su destino
y mis versos vacíos
llegaron a su final.

Porque todo cuanto tuve
eché a perder,
no tuve fuerzas en mis brazos
para poderlo contener.

Porque la nostalgia estuvo
siempre a mi lado,
porque calle antes
de poder opinar.

Porque mi paso invisible
a nadie pudo alumbrar,
porque fui quimera,
fantasía y nunca realidad.

Porque concluí
sin poder comenzar,
porque volé
sin todavía caminar.

Porque mis dedos
olvidaron escribir,
porque mi mano silente
ya no quiso despertar.

Porque me cansé
de tanto llorar,
me cansé de esperar,
porque mi cuerpo perdió suavidad.

Partiré
sin voltear atrás,
sin mirar si hice algún mal
y sin saber si necesito
pedir perdón.

Porque mis ojos
guardarán para sí
todo lo bello que pudieron tocar.

Y mis labios callarán,
aunque nunca dejarán de besarte,
porque fuiste todavía más allá
que lo que mi propio
corazón pudo soportar.

Porque mis manos
que alguna vez te alegraron,
se han quedado heladas,
se han quedado desoladas.

Partiré
como hoja muerta,
como mariposa hermosa
que supo madurar.

Partiré
como una flor deshojada
y sus pétalos pisoteados
sin poderlos levantar.

Porque di más
de lo que yo misma soy,
si fui poco o fui mucho
ya no importa ahora.

Fui reloj
que ya no quiso avanzar,
soy solo un alma
esperando su final.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.

OJOS QUE HABLAN.


Hay caras que dicen mucho,
las hay pétreas como estatuas
y otras que al verlas condenan,
tan solo con la mirada.

Fluía la voz como el agua,
nítida como la savia,
precoz sollozo en la cuna
y grito cuando hace falta.
Murmullos que se disuelven
o como aludes se agrandan.
Forzó el susurro la sangre,
que en el temor circulaba.

Rostros que imitan colores,
camaleones que aguardan,
pálidos como las velas
o rojos como la grana.
Níveos de tanto penar
o rosáceos de esperanza.
La tez sembrada de luces,
que va anunciando bonanza,
la faz que brillando ama.

Espinas que se clavaron,
en las carnes de venganzas,
ojos vidriosos de odio,
de pedregosa mirada.
La daga hundida en el ánimo,
con la acidez de la saña
y huracanadas diatribas,
sobre las bocas sin habla.

Pálida luz que se oculta,
de las retinas que matan,
a borbotones los miedos,
como torrentes sin agua.
Posada sobre la orilla,
hace arrumacos la magia,
confundiendo la mentira,
con la verdad que resalta.
La noche cayó de golpe,
para que no viera nada.

Se va acercando el amor,
avasallando la calma,
derribando las fronteras,
que a la prudencia cercaban.
Se quedó entre los efluvios,
en la verdad y en el alma.
Brotes verdes que maduran,
en silencio o por las bravas.

Ojos que miran de frente
y otros de soslayo matan.
Cristalina la mirada,
que desde el fondo se alza.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.

DOS AMANTES, UNA LUZ.


Dos caras tiene la Luna, solo dos
una se esconde perdida entre las sombras,
y los amantes copiando ese extravío
apagarán las farolas.

Porque su amor es prohibido, prohibido es
y se aman en tanto al tiempo roban horas,
dos, solo dos prometiéndose al partir,
que encenderán las farolas.

Y volverán los amantes, volverán
ellos dos, juntos los dos y en una alcoba
se amarán y nuevamente se amarán
ya sin luz de las farolas.

Se despiden los amantes con un beso
su tiempo dejó de ser color de rosa,
y a dos caminos que oscuros se bifurcan.
¡Los unirán las farolas!




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.

A PUÑO Y LETRA.


A puño y letra te lo escribo,
como en los viejos tiempos te lo solía escribir,
Yo a veces duermo para soñar contigo,
despierto a veces, para pensar en ti.

A puño y letra como entonces,
cuando los versos eran en el papel mi voz,
cuando se incendiaban mis palabras en tus ojos,
cuando el silencio hablaba,
y cuando el viento gritaba tu nombre.

ni "la noche estrellada" de Neruda,
ni "los versos sublimes" del Capitán,
trozos de diamante lírico inmortales,
sabrían conquistar la cima de tu montaña,
ni la majestuosa inmensidad de tu mirada,
como la pequeña hoja humilde de papel en mi mano,
tan simple y elocuente, como para llegar a ti.

Para aliviar siquiera, mi Corazón desesperado,
en la noche de mi desvelo.
En el nocturno vuelo de mi imaginación.
No hay más sobriedad para el cuerpo que el sosiego,
ni más saciedad para el alma,
que las breves líneas que en esta hora te escribo,
como en los viejos tiempos, te lo solía escribir.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.

ENTRE DEDOS Y PALABRAS.


Nunca puedo ser más yo que cuando escribo. Oculto entre mis dedos se encuentra el afán por escribir, por escapar, por volar, por llenar el aire de ilusiones, en un lugar donde un nuevo mundo cobije toda la pasión que alberga mi sentir.

Cuando cierro los ojos, el mundo me llena de historias, duermo caminando, despierto en locos sueños, giro en el aire y desaparezco como la luz.

Escribir es oxígeno para mi ánimo, es ver salir a la luciérnaga desde un sueño para descansar en mis manos, rompiendo las leyes de lo onírico. Escribir es el motivo para que mi corazón no se detenga cuando se queda gris, es un sentimiento sutil, agraciado, luminoso, un bello bailar eterno, entre las hojas y un hermoso día de otoño.

Dibujar con palabras, es como hacer garabatos en un espacio vacío, y pedirle a la brisa que lo deje flotando un breve instante ante la levedad de mis ojos. Es como hacerle una mueca al destino, para adentrarme en los insondables misterios que la vida tiene reservado a los ojos que se animen a escudriñar en el tiempo que vendrá.

Pintar con palabras, es como ayudar a la primavera a poder elegir sus colores, logrando crear cielos inéditos, con praderas tan verdes como el jade, donde la vida sea un placer vivirla.

Nunca seré más yo que una palabra salida de mis propios estadios de lucubración donde nace la esencia que define mi ser. Mi mundo está definitivamente oculto entre mis dedos y mis palabras … siempre lo estuvo.

Nada puede excitar más mi espíritu, que buscar palabras en lugares sublimes donde seres inmensos y majestuosos dejaron su escribir. Idolatro con toda la fuerza de mi alma y mis ser estas bellas expresiones de arte que recorren todos los tiempos, todas las almas, y todos los corazones puros de la existencia humana.

De esta manera me nutro, renuevo mi sangre, mis venas arden de pasión, se emociona mi alma toda, luego, mi espíritu cabalga por cada hoja que recorren mis dedos, buscando simplemente maravillarme, con algún garabato atrapado entre la imaginación y algún sueño que todavía late en alguna hoja en blanco.

Un mundo en el que puedo ingresar solo moviendo mis manos, un mundo donde la magia comienza … entre mis dedos y mis palabras.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.

MUJER DE OJOS BELLOS.


Tus ojos, bellas joyas de obsidiana
perfectos sus contornos achinados
dejando a mis sentidos encantados,
son obra de muy fina filigrana.

Tu cara con luceros se engalana,
brillantes de curiosos acabados
que dejan mis sentidos cautivados,
y son dignos de rima becqueriana.

Contigo se cumplieron mis ensueños,
primero fueron solo una obsesión,
después de la fogata, rojos leños.

Beldad que dominó mi corazón,
cambiando la quimera de mis sueños
por las verdades llenas de pasión.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.

AMOR BAJO LA LLUVIA.


Te encontrabas mirando la lluvia
a la sombra de un árbol de cedro;
y empapado tu rojo vestido,
ceñía tu cuerpo.

Sonreías sintiendo las gotas
que besaban tus húmedos senos;
y exhalaba perfume de nardo,
tu cálido aliento.

Titilaban tus ojos castaños
con el brillo de hermosos luceros;
y llegando a las fibras del alma,
me hicieron su reo.

El fulgor de tu faz inspiraba
a cubrir tu figura de besos;
y libando el dulzor de tu boca,
viajé por el cielo.

Recordar tu sonrisa radiante
es ahora el más dulce recuerdo,
que dejaron las gotas de lluvia,
del tórrido invierno.

Tus miradas, tu voz, tus caricias,
se quedaron grabadas por dentro;
y en la noche tranquila y serena,
tu aroma lo siento.

Y me dice el sereno rocío
que tú fuiste de amor un velero;
que llegó de lugares ignotos,
en alas del viento.

Es por eso que ahora que llueve
y la lluvia golpea mi techo,
me imagino tu cuerpo mojado,
debajo del cedro.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.

martes, 16 de junio de 2020

EL CONSUELO DE LA TARDE.


Como si el sol poniente me privara hábilmente
del yugo de las tribulaciones del día,
entro en un santuario de serenidad,
me entrego al consuelo de la tarde

Una tranquilidad difunde su benevolencia
sobre un mar en calma,
acariciando suavemente una orilla ardiente,
agradecida por los abrazos refrescantes

Una bandada de gaviotas, con rumbo mar adentro,
rompe el silencio con sus saludos de despida,
la hora azul paulatinamente se desvanece,
el heraldo de las tinieblas usurpadoras

En la lejanía de la anunciada noche, una luz,
los amantes crean ver el  lucero de la tarde, Héspero,
pero es el trasbordador que regresa a puerto,
llevando sus pasajeros de nuevo a casa




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.

COMO SE VIVE LO AUTÉNTICA.


La fuente mojó los labios,
del cansado caminante,
sació la sed de sus fauces,
con las gotas de su esencia
y reanimó su semblante,
dando a sus pasos viveza.
                   
Con la mochila repleta,
de las lágrimas vertidas,
se dirige quien camina,
con los pasos vacilantes,
a su impreciso destino.
Cada aliento es un momento,
de su latir incesante.
Cada pensar un suspiro.

Trazó la ruta sin meta,
viendo la senda a lo lejos
y caminó con prudencia,
para pausar la impaciencia,
que reflejaba su pecho.
Plasmó su huella en la tierra,
jalonando cada trecho,
con la impronta de la mente,
que dejaba en cada verso.

El viento frenó las lágrimas,
que ruedan como un rimero,
sobre el rostro demudado,
frígido por el esfuerzo.
Devorado el pensamiento,
busca la palabra sabia,
que acompañe al sentimiento.
La fuerza de la pisada,
olvida que es solo un sueño.

Con la voz entrecortada,
murmura sobre el sendero,
con cada paso recuerda,
de las ideas los hechos
y la caída de la tarde,
va reclamando su encierro.
Se quedaron los enojos,
perdidos como recuerdos,
en los rincones del tiempo.

Lleno el zurrón de sapiencia
y de la carne los huesos,
temblando como los pábilos,
que vibran entre los dedos,
se acercó la madrugada,
sigilosa y en silencio.
Pasó de largo la noche,
oscura como el secreto.

El amor quedó soñando,
entre caricias impreso
y fue tan sutil su acento,
que se acomodó por dentro.
Amó sin pausa, en silencio,
como se vive lo auténtico.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.

CONDENADO A LA SOLEDAD.


Hace mucho que no sé nada de ella,
ahora es tan lejana, como una estrella,
todo es tan claro, que no hay explicación,
lamento que ella me deje en esta condición.

Desde su adiós, no he mirado otras mujeres,
no encuentro en ellas, la dicha y los placeres,
todo me recuerda lo que era a su lado,
pero debo entender que es asunto olvidado.

La esencia de ser feliz, se ha desvanecido,
la alegría y el encanto, han desaparecido,
me ha dejado en un limbo, sin salida,
la batalla de su amor la tengo perdida.

Si antes había un paraíso, hoy no queda nada,
fracasé en el intento, quedó decepcionada,
por mis errores ella decidió abandonarme,
es algo que nunca podré perdonarme.

No tuve tiempo, de implorar su perdón,
tan solo se fué, y solo hubo resignación,
eso de amar y ser amado, no es para mí.
me quedaré con los momentos que viví.

No volveré a enamorarme, es la realidad,
Prefiero morir, CONDENADO A LA SOLEDAD.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.

LO QUE PROVOCAN TUS BESOS.


Lo que provocan tus besos
que respire tu aliento
para poder vivir
Y beba la vida de tus labios
Con el fuego que me provocas,
Me miré en tus ojos y están llenos de secretos,
son mi espejo y veo allí lo que guardas de los dos.
Te amé con besos respirando suspiros
que me llenan de ti y tú te llenas de mí.
Tus besos me provocan a quedarme en tus brazos
preso de tus labios ardiendo con los besos de tu boca.
Tu mirada me invita a quedarme en tus sueños,
a sentir tu cuerpo en mi cuerpo con loca pasión.
Hermosos ojos míos. ¡Eres hermosa mi amor!
boca divina de mis deseos,
labios alucinantes prendidos en mis labios.
¡Como gozo amarte!
¡Como disfruto soñarte!
¡Ves, lo que provocan tus besos!
Es soñarme contigo abrazado a tu cuerpo
y bebiendo de tus labios de dulce miel,
es sentirme dichoso de ser todo de ti mi amor.
En cada lágrima que derramo,
tus labios beben mi dolor y mi tristeza.
Y encuentro tus “Te quiero”
En un beso tuyo no es solo un beso,
es cantarle al amor a mitad del año en junio,
tiempos de lluvias y pasiones de amor,
porque es mi santoral
y me sabes a sorpresa de regalo.
Cuando tu boca me provoca a amarte,
un beso tuyo es decir ... ¡Dame más amor!
tus labios en los míos mordiendo el deseo insaciable
de la desnudez de dos cuerpos hambrientos de amor
y despertando pasiones sofocamos la piel con fuego,
eso provocan tus besos en ti y en mí,
fuego, pasión, amor y deseo de dos cuerpos
ardiendo como teas humanas perdidos
en el laberinto de los cuerpos y sintiendo
que se nos va la vida en cada beso de amor.
Besos tuyos y míos son el calor del cuerpo
fundidos en deseos de tenernos y sentirnos
en la piel, y despertando en el alma y en la vida
besos de fuego que me llevan arder de pasión en tus brazos
¿Ves lo que provocan tus besos?
Que te haga mía y solo mía, en cada beso que calienta mi piel.
Siempre tuyo, siempre mía. Desde siempre y para siempre.




Autor
Antonio Carlos Izaguerri.