Todos tenemos una cruz en la vida,
como vuestro amado Señor Jesucristo,
a algunos los invade la tristeza,
a otros los acongojan las enfermedades.
También hay la cruz de ser pobres,
o de tener una pareja que te humille,
o unos padres que no te aprecien
o unos hijos que no te honren.
Señor, tú lo sabes, nosotros tenemos
otras cruces al ser poetas,
te miran raro, te rechazan
te admiran o te alaban.
A la gente no le importa
como expresamos lo que llevamos dentro,
te creen loco, te juzgan vago,
soñador o lisonjero.
¿Cuánto vale un poema?
¿te lo pagan por hora?
¿ o eres poeta de ocho horas diarias?
¿ te dan vacaciones? ¿te pagan horas extras?
¿Cuántos poemas al día tienes que rendir?
¿te lo pagan por métrica o por rima?
Ser poeta no es un trabajo,
lo lleva uno en el alma
andamos por la vida y el camino
buscando algo bello, atrapando versos.
Ser poeta es maravilloso,
tu pluma se desplaza,
llenando vacíos del alma,
desahogando tus penas.
Ser poeta es un alivio,
un sin fin de inquietudes,
de tristezas y alegrías,
motivo de llantos y risas.
Ser poeta para mí,
es una cruz ligera,
una cruz de amor,
una cruz que llevo en mi pecho,
que me dice quien soy,
una cruz que me embriaga,
que me alegra, me seduce,
me invita siempre a la ilusión.
Ser poeta, no es una cruz,
es una bendición,
una lucha constante,
una bella canción
que nos musicaliza el alma.
Autor
Antonio Carlos Izaguerri.